El 8 de marzo se conmemora el Día Internacional de la Mujer, establecido por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en 1975, pero poco se habla del origen de esta fecha. Existen tres eventos para justificar esta fecha, el primer suceso se refiere al incendio en la fábrica textil en Nueva York donde murieron 123 mujeres y 23 hombres, la mayoría jóvenes migrantes, ocurrido el 25 de marzo. El segundo, es un mito sobre una huelga de mujeres algodoneras que se dio el ocho de marzo de 1857 también en Nueva York, sin embargo, no hay evidencia histórica alguna que respalde la existencia de este evento en esa fecha. El tercer evento, nos habla de otra huelga liderada por mujeres bajo el eslogan “Pan y Rosas” en Nueva York, pero dicha huelga en la que participaron mujeres y hombres se dio realmente de enero a marzo de 1912 en Lawrence Massachusetts.
Si bien todos estos eventos de distintas fechas con la participación de hombres y mujeres son parte de la gran lucha de reivindicación social de los derechos de las mujeres, no son lo que marcan la fecha del ocho de marzo como día internacional de la mujer o, como se conoce comercialmente, 8M. La fecha está marcada por la II Conferencia Internacional de mujeres socialistas en Copenhague, Dinamarca, desarrollada el 08 de marzo de 1910, donde la política alemana, Clara Zetkin, propuso y se aprobó la celebración del Día de la Mujer Trabajadora, que se comenzó a celebrar el año siguiente 1911 en varios países de Europa.
Este día recuerda la lucha de las mujeres y la constante búsqueda de equidad, pero es necesario entender el verdadero origen, motivo y propósito. El día de la mujer es más que un día para aumentar las ventas semejantes a la creación del día de los enamorados. El sistema nos lleva borrando durante décadas todo sustento del pensamiento de reivindicación social. Primero borraron «Trabajadora», luego quitaron «Internacional», luego borraron «Día» y «Mujer» y lo han dejado en una cifra y una letra: «8M».
Esta lucha de las mujeres, que está acompañada de muchos hombres, se enmarca en el contexto la Declaración Universal de los Derechos Humanos que señala en el Artículo uno que «todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos, y dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros».
La escritora, pacifista y defensora de los derechos de las y los trabajadores, Rosa Luxemburgo, señaló: “Luchemos por un mundo donde seamos socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libres”. Las mujeres y los hombres nacen libres e iguales en derechos, pero a pesar de ello históricamente las mujeres han tenido que luchar de manera sostenida contra la exclusión hacia ellas por el solo hecho de ser mujeres. El resguardo de los derechos de las mujeres deriva de la afirmación de la “no discriminación” como un pilar fundamental del sistema de Derechos Humanos.
Desde el amor del hombre a las mujeres es sus diferentes roles (madre, hermana, hija, sobrina, amiga, maestra, alumna, compañera o pareja) podemos entender con claridad distintos temas como propios, abordar la violencia y la discriminación contra la mujer. Los que nos asumimos como activistas de los Derechos Humanos por formación y convicción, indiferentemente de ser mujer u hombre, no podemos estar en silencio ante la realidad de las mujeres, debemos rechazar de forma decisiva la discriminación contra la mujer.
Ese amor a la mujer y a la humanidad se debe expresar con la acción deliberada de honrar e incluir a las personas sin importar cualquier condición o circunstancia personal. La defensa de los derechos de la mujer son la defensa de los Derechos Humanos, de la mitad población y madres de la otra mitad.
En la República Bolivariana de Venezuela, desde la aprobación de la Constitución de 1999, se asumió el modelo de Estado democrático y social de Derecho y de Justicia que tiene como principio la igualdad entre hombres y mujeres en general, con la preeminencia de los Derechos Humanos. Sin duda alguna en el caso particular de Venezuela, la mujer es el gran motor social, económico y espiritual. Las mujeres de Venezuela son quienes despiertan para despertar al futuro, quienes forman y educan, pero también inspiran. Las mujeres son quienes administran empresas o quienes distribuyen, en distintas circunstancias, los platos de comida para la familia.
Las mujeres del mundo desean y merecen un futuro igualitario, equidad sin estereotipos ni violencia; un futuro que sea sostenible, pacífico, con igualdad de derechos y oportunidades para todas las personas. Para ello no debemos dejar que nos borren y despojen al 8 de marzo de su historia y su significado original, no debemos aceptar que el Día Internacional de la Mujer Trabajadora se quede en una celebración consumista y superficial llamada «8M», desprovista por completo de sustento sociocrítico o de su propósito político y social.
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Yonder Canchica Venezolano, abogado experto en Derecho Internacional
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