La Carretera de la Muerte es el nombre con que se popularizó el antiguo camino a los Yungas, construido en la década de 1930 por los prisioneros paraguayos de la Guerra del Chaco. Su alta peligrosidad a causa de su estrechez, los abismos pronunciados, además de las condiciones climáticas impredecibles, terminaron por transformarla en una ruta turística, de las tantas imperdibles de Bolivia, gracias a las y los amantes de la adrenalina, gente aventurera, y al hecho de que por largos años era la única vía que conectaba el trópico de los Yungas con La Paz.
Por la inestabilidad del clima la vía unas veces queda cubierta por las lluvias, otras de nieve, hielo o neblina, dificultando la visibilidad de los conductores y siendo escenario de múltiples accidentes de tráfico; hasta el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) la calificó como “la más peligrosa del mundo”. Pero desde el año 2006, cuando se inauguró un camino alternativo y pavimentado, la Carretera de la Muerte pasó a estar destinada al ciclismo y al turismo.
La ruta de ciclismo comienza en la Cumbre, es en descenso permanente y termina en el poblado de Yolosa. Los tours operadores que organizan esta actividad se aseguran de proteger a las personas, realizan charlas, proveen de los equipos de supervivencia y mantienen al grupo unido para evitar inconvenientes. Son aproximadamente 64km en los que se requieren equilibrio y fuerza, seis horas de descenso que ameritan plena concentración. La altitud inicial de cuatro mil 700 m s. n. m. se suma a esta carrera en la que la capacidad física y mental debe imponerse, aunque se llevan a cabo paradas para la hidratación, fotografías, admirar las montañas selváticas, las cascadas y apreciar un silencio sin par.
Hay posibilidades de hacer el sendero a pie, y aun siendo más lento permite disfrutar de otra manera la geografía y la biodiversidad altiplánica-amazónica en un entorno ideal para las y los amantes de la naturaleza.
El recorrido incluye paradas en Balconcillo, el Mirador de Chuspipata, el Mirador de San Juan, Sacramento, el Mirador del Cerro Rojo y Yolosa. En esta última hay una tirolina en la que se pueden lanzar los más osados, en una aventura adicional.
Si esto te parece poco, puedes cruzar los antiguos puentes colgantes hechos con madera y cuerdas, otro desafío a la emoción y al miedo en la vía de Coroico a Yolosa. Bañarse en los ríos es también una de las actividades que complementan el paseo.
La Carretera de la Muerte tiene mucho atractivo turístico y cultural, tanto que ha sido escenario para la filmación de numerosas películas, series y documentales en las que aparecen fragmentos de este pasaje paceño. Sin dudas ha pasado de ser una de las rutas más temida a convertirse en un destino único de turismo extremo.
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Nahir González Correo del Alba