Desde horas tempranas del 9 de abril de 1952, los bolivianos comenzaron a escuchar por radio marchas militares, el himno del Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR) y proclamas convocando a la insurrección. El pueblo no dudó, salió a las calles comenzando una feroz batalla contra el ejército del régimen servil a los intereses antipopulares.
Todavía se sentía el dolor de la derrota de la Guerra del Chaco, se oía el disparo con que se había suicidado el valiente general Germán Busch y aún pendulaba la soga que había colgado de un farol al presidente nacionalista Gualberto Villarruel, cuando el pueblo dijo basta a la Rosca Oligárquica.
Los “barones del estaño”, Patiño, Hoschild y Aramayo, junto a los latifundistas y un pequeño grupo de vendepatrias más eran quienes constituían esa llamada Rosca; los dueños de todas las cosas que había en Bolivia, y en gran parte, los dueños de la vida y la muerte de todos los bolivianos y bolivianas.
Cuatro días de combate fueron suficientes para que el pueblo en armas derrotara al ejército y tomara el poder. Las primeras medidas fueron éstas: 1) Voto universal. 2) Nacionalización de la minería. 3) Reforma Agraria. 4) Fundación de la Central Obrera Boliviana (COB). 5) Disolución del ejército y su reemplazo por milicias de mineros, campesinos, fabriles y clases medias.
El pueblo boliviano había aplastado a la Rosca, pero esa misma oligarquía había comenzado a trabajar desde la intriga para cooptar dirigentes, tentar a otros con privilegios, asustar también a algún sector con la presión extranjera, en fin… la contrarrevolución se había puesto en marcha y poco a poco fue ganando a una importante franja de los dirigentes y el gobierno.
Con el transcurrir de los años la revolución nacida en el 52 se fue diluyendo, a tal punto que terminó capitulando para dar paso a un nuevo coloniaje que fue frenado recién con el triunfo de Evo Morales en el 2006.
La historia reciente la conocemos; victorias, retrocesos y nuevas victorias. Mucha sangre ha corrido en suelo boliviano, muchos mártires, mucho ejemplo revolucionario hay en la tierra de Tupac Catari y Bartolina Sisa y sin duda, que una de esas victorias fue el de la Revolución del 52, cuando el pueblo armado derrotó a la Rosca Oligárquica y a su ejército cipayo.
La fórmula para alcanzar ese triunfo contra la Rosca fue la unidad. Repito, como mensaje para hoy: la unidad.
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Fernando Bossi Argentino-venezolano, docente especialista en temas de integración latinoamericana y caribeña.