CNN: fuerzas israelíes están matando un niño palestino cada 10 minutos

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En palabras del secretario general de la Naciones Unidas, António Guterres, la invasión israelí de castigo sobre Gaza ha transformado a Palestina en “un cementerio de niños”. Según informa la CNN, de los Estados Unidos, las fuerzas israelíes están matando un niño palestino cada 10 minutos, y entre el 7 de octubre y el 9 de noviembre los ataques israelíes han dado muerte a cuatro mil 100 niños palestinos.

De los cinco millones de habitantes de la Franja de Gaza, el 40% son menores de 15 años.

Es decir, en términos raciales, en esta guerra despiadada, una multitud de semitas de Israel aparecen enzarzados fieramente con otra multitud de semitas palestinos. De hecho, árabes y judíos de Palestina podrían entenderse muy bien si lo desearan, pues hablan idiomas tan similares como el castellano de Chile y el portugués de Brasil.

Pero, ¿por qué no pueden dejar de odiarse mutuamente?

El ataque terrorista de la secta Hamás, de Palestina, el 7 de octubre pasado, mató a mil 400 jóvenes israelíes, en su mayoría estudiantes y de ambos sexos, y secuestró a otros 240, que fueron llevados a Gaza como rehenes.

El contraataque del Ejército de Israel sobre Gaza ha matado ya a más de 12 mil palestinos, y rechaza todos los llamados internacionales a parar los bombardeos mientras los terroristas no pongan en libertad a los israelíes secuestrados.

Por su parte, los voceros de la secta de Hamás han replicado que ya la mitad de los rehenes israelíes cautivos han muerto por los propios bombardeos de Israel. Es decir, una vez más toda noción de justicia y de protección a las vidas de las víctimas se borra violentamente por la rabiosa hambre de venganza.

Castigar se vuelve de inmediato más urgente que salvar.

El odio mutuo parece provocar una pasión más intensa que la pasión del amor. Una pasión que es esencialmente… idiota y depravada.

Y estéril. Porque la venganza solo aporta destrucción y jamás podrá ser más que un feo remedo de la justicia.

Por cierto, el gobierno de los Estados Unidos, encabezado por Joseph Biden, se apresuró a dar su apoyo absoluto al ataque de Israel contra Palestina, sin tomar en cuenta que un gran número de organizaciones israelíes ya se han mostrado en contra del gobierno de Benjamín Netanyahu.

De hecho, ya en estos momentos las noticias de todo el mundo muestran que millones de personas han salido a las calles en protesta contra la negativa del Gobierno de Israel a parar la sangrienta intervención militar en Palestina.

En los Estados Unidos, el martes pasado, las cuatro más grandes organizaciones juveniles del país, que reúnen a más de seis millones de integrantes, publicaron en los principales diarios una carta conjunta al presidente Biden señalándole textualmente: “Ud. y su Gobierno está muy lejos de los principios democráticos, y de lo que queremos los jóvenes y que, como lo muestran las encuestas, en una inmensa mayoría estamos exigiendo que se imponga de inmediato a Israel un alto al fuego en su invasión a Palestina”.

La carta agrega que las decisiones del Gobierno de Washington están desconectadas y contradicen la voluntad muy clara de las organizaciones juveniles de todos los Estados Unidos de América.

También esta semana recién pasada una encuesta realizada por la Universidad Quinnipiac, de Connecticut, sobre personas de menos de 35 años, reveló que el apoyo a la política internacional del gobierno de Biden y su apoyo total a la invasión de Israel sobre Palestina ya se ha reducido a un 21%, frente a un 68% de abierta desaprobación.

Y, en las Naciones Unidas, el miércoles pasado, se dio a conocer que más de 38 periodistas y 92 funcionarios de las propias Naciones Unidas han sido asesinados en la Franja de Gaza por el Ejército de Israel, o sus bombas, o gente vinculada a ellos.

Esta cifra de criminalidad en Gaza contra trabajadores internacionales es la más alta en toda la historia de las Naciones Unidas.

No podemos sino sentir asombro a medida que vamos conociendo los detalles de estos hechos y de las decisiones que están tomando los grandes líderes de los Estados Unidos e Israel, que parecieran empeñados en lograr algo así como un “empate” de perversa estupidez con los terroristas asesinos.

Un empate en que el error siempre repetido de confundir la justicia con la venganza, sin darse cuenta de que al hacerlo están también perpetrando crímenes y brutalidad sobre gente inocente. En el Congreso de los Estados Unidos, el miércoles pasado, una diputada demócrata preguntó: “¿a cuántos palestinos tenemos que seguir matando solo por el hecho de ser palestinos?”.

Y otra diputada, republicana, le respondió vociferante: “a todos!… ¡Hay que matarlos a todos!”… Y los demás diputados la aplaudieron, supuestamente por su ingenio y patriotismo.

Oiga… ¿es ese un diálogo entre los parlamentarios que redactan las leyes de su patria?

¿Es así como piensan algunos legisladores de la supuestamente todavía primera potencia mundial en términos de riqueza y poderío militar?

¿Esa clase de personas son las que conforman eso que llaman “la clase política” de la nación?

La respuesta a esa pregunta la dieron ya los aparentemente grandes líderes de las potencias europeas unidas a Estados Unidos en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), que a toda prisa hicieron cola para viajar a Israel, darle un abrazo al belicoso primer ministro Netanyahu, y jurarle un apoyo incondicional en su enfrentamiento con Palestina.

Detrás de Joseph Biden hicieron cola Kiriakos Mutsotakis, primer ministro de Grecia; Giorgia Meloni, primera ministro de Italia; Rishi Sunak, primer ministro de Gran Bretaña, Olaf Scholz, primer ministro de Alemania; y el presidente de Francia, Emmanuel Macron.

En cambio, ¡qué distinto se perfiló el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, quien, de regreso de su visita a la China, se ha limitado a sugerirle a su colega estadounidense, Joseph Biden que… ¡“no siga promoviendo más guerras”!.

Es posible que esta sugerencia de Lula da Silva sea escuchada con más atención, ya que, según las últimas encuestas, la opinión pública de los Estados Unidos ya no muestra ningún entusiasmo por la perspectiva de tener que financiar otras guerras más quién sabe dónde.

El partido Hamás está en el gobierno de Palestina, en Gaza, y la semana pasada envió a su Ministro de Relaciones Exteriores a una visita oficial en Moscú, junto con el viceministro de Relaciones Exteriores de Irán, Ali Bagheri, y han sostenido prolongadas reuniones de trabajo con los subsecretarios de Exteriores de Rusia, Sergei Ryabkov y Mikhail Galuzin.

Está claro que tanto a Israel como a los Estados Unidos se les pararon los pelos de punta. Eran el partido Hamás y el temible Irán, sentados a la mesa, negociando y diseñando planes con Rusia.

¿Se perfilaría ahora una unión de naciones islámicas, árabes, africanas y asiáticas, para enfrentar y poner condiciones a las potencias del llamado Occidente?

Ya las gestiones de Rusia y China habían logrado este año que Irán y Arabia Saudita se libraran de la supuesta enemistad que los tenía enfrentados, e ingresaran alegremente al club de los amigos de China y de Rusia.

¿Se atreverían los Estados Unidos a cumplir su amenaza de realizar bombardeos de castigo sobre Irán?… ¿Ha tomado en cuenta los Estados Unidos lo que les pasaría a sus lindos portaaviones destacados en el Mediterráneo, frente a la costa de Palestina?

¿Y de lo que les pasaría a esos mil soldados estadounidenses desplegados en el norte de Siria, robando en los yacimientos petroleros?

El viceministro en jefe del Ejército de Irán, Ali Fadavi, declaró a la prensa mundial que Irán ya dispone de armamento de la más alta tecnología y que los Estados Unidos no querría enfrentalo, incluyendo misiles hipersónicos Mach 5, capaces de impactar cualquier punto en Israel en apenas 400 segundos.

Y, si fuese necesario, Irán podría disponer también de todo el armamento ruso que haga falta.

¿Qué significa eso?… Bueno, eso significa que si estalla un enfrentamiento armado entre los Estados Unidos e Irán quedaría instantáneamente paralizado todo el transporte marítimo de petróleo por el Estrecho de Hormuz que une el Golfo Pérsico con el Océano, y el mundo entero perdería el abastecimiento diario de 17 millones de barriles de petróleo y de un 20% de todo el abastecimiento de gas licuado.

Por supuesto, en las tensiones estratégicas globales, las miradas de la mayoría de las naciones se dirigen hacia la China. El único país que ha alcanzado categoría de gran potencia mundial sin haberle declarado la guerra a nadie.

El sábado, la analista Simone McCarthy, de la CNN, publicó un extenso análisis sobre el encuentro del primer ministro chino, Xi Jinping, con sus invitados el presidente de Rusia, Vladímir Putin, el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, y dos docenas de otros altos dignatarios y jefes de gobierno de todo el mundo.

Básicamente las noticias y las declaraciones de los asistentes coincidieron en afirmar que en estos momentos el mundo entero está experimentando cambios de una importancia histórica

En su discurso de bienvenida, Xi Jinping afirmó el compromiso de China de prestar el máximo de apoyo a las demás naciones en la gran tarea de rediseñar el sistema internacional mundial en términos más equitativos, que reemplace la estructura impuesta por los Estados Unidos, que apunta básicamente a los intereses de Washington.

Reconociendo que la mayoría de las naciones pueden sentir temores por una posible nueva estructura de poder económico, político y militar dominado por China, Xi Jinping resaltó que es responsabilidad de todos los gobiernos aportar las medidas y precauciones jurídicas para evitar la concentración del poder mundial en una potencia dominante.

Con eso, el Gobierno de China está invitando a que sean los propios países del mundo, igualados por la ley, los que diseñen una nueva organización mundial y las normas y procedimientos que protejan los procedimientos democráticos para la toma de decisiones con alcance mundial.

El discurso del gobernante de China, al parecer, resultó convincente para la gran mayoría de los políticos mundiales asistentes, junto a un vasto informe, de 13 mil palabras, en que el Gobierno chino desarrolla ante el mundo su visión y su propuesta para crear una autoridad mundial realmente democrática y transparente.

Por cierto, hay sectores que desconfían de una China que ha sido capaz de encumbrarse vertiginosamente año tras año, hasta ser la primera o la segunda superpotencia mundial, y que ahora se muestra dispuesta a descartar las tentaciones del liderato.

Sin embargo, la mayoría de las naciones del Tercer Mundo que han pactado acuerdos financieros o industriales con China se muestran ampliamente satisfechos de los resultados, sobre todo en África.

Y, como reafirmando su buena fama de socio comercial, el miércoles pasado el Gobierno de China admitió los proyectos de instalar plantas para la fabricación de vehículos eléctricos en Argelia o Marruecos, África, y también en Sudamérica, en Brasil, Perú o Argentina.

Es decir, China aparece como una potencia industrial dispuesta a la asociación con otros países para la producción industrial, y no solo para buscar mercados u obtener materias primas.

Frente a ello, Estados Unidos aparece como una potencia capitalista anticuada y, por supuesto, perdedora.

Pero, en fin, en medio de las noticias alentadoras, también esta semana la Organización Mundial de la Salud (OMS) nos está dando una noticia muy alarmante. Se trata del descubrimiento de un nuevo virus en la India, llamado Nipah, que es extremadamente contagioso y 75 veces más mortífero que el Covid-19.

El Gobierno de la India y la OMS han iniciado intensos programas para evitar la propagación de contagios, incluyendo cierre de escuelas y el aislamiento de aldeas enteras.

Y, por supuesto, ya las grandes industrias farmacéuticas están febrilmente investigando en busca de tratamientos y vacunas antiNipah.

Recordemos que ya enfrentada la pandemia del Covid-19 tres industrias farmacéuticas obtuvieron ganancias de cientos de miles de millones de dólares.

Así, pues, estamos acercándonos a final de un año que ha sido muy amenazante pero que, hasta ahora, no ha pasado mucho más allá de las amenazas y algunos crímenes.

Sin embargo, según informaciones del sector financiero-industrial internacional, este año el negocio más rentable en el mundo entero ha sido la industria del armamento y equipamiento militar.

Es como si la mayoría de las naciones estuviesen tratando, como puedan, de prepararse para situaciones de enfrentamiento armado… ¿contra quién?  ¿Contra países vecinos o contra su propio pueblo?

¿Están los gobiernos percibiendo que hay peligro y con ello vuelven el peligro aún más peligroso?

Es como divertido que las herramientas de muerte se llamen “armas”, cuando en realidad no arman sino des-arman.

Cuando las armas abundan, las leyes y la justicia se des-arman.

Hasta la próxima, gente amiga. Cuídense. Hay peligro.

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Ruperto Concha Chileno, analista internacional

Juan José Peralta Ibáñez
Fotógrafo documentalista, fotoperiodismo, naturaleza, video, música

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