La Alta Comisión Electoral Nacional de Libia anunció este miércoles 22 de diciembre el aplazamiento de las elecciones presidenciales, sugiriendo que la primera ronda de votaciones se posponga para el 24 de enero de 2022. En un comunicado dicha Comisión precisó que será la Cámara de Representantes quienes fijarán la fecha oficial, dentro de los próximos treinta días, además de tomar las medidas necesarias para eliminar los obstáculos que impiden la realización del proceso electoral.
Tras el anuncio de la suspensión temporánea de las elecciones, la capital líbica, Trípoli, fue testigo de una movilización militar en diferentes partes de la ciudad, resguardando las calles de Shara’a Al-Zawiya y Bab Bengashhir, así como Ain Zara y Khallet Al-Furjan, en el sur de la capital, lo que provocó tensiones y dejó entrever posibles enfrentamientos armados. La Universidad de Trípoli, al igual que diferentes instituciones educativas, comunicaron la suspensión de las actividades académicas para resguardar la integridad tanto de los estudiantes como del personal.
Crecen las tensiones
Queda claro que la suspensión de los comicios electorales se produce por un tema de seguridad, dado los continuos llamados al boicot por parte de diferentes organizaciones armadas entre ellos la formación terrorista “Hermanos musulmanes. Un grupo armado dirigido por Saleh Badi, comandante militar de la ciudad de Misrata, había asediado recientemente importantes oficinas institucionales de la capital, entre ellas el gobierno y el ministerio de defensa. Badi había declarado que no habría elecciones presidenciales en Libia y que cerraría todas las instituciones del Estado, criticando el papel desempeñado por la asesora especial de la ONU para Libia, Stephanie Williams, calificándola de criminal.
Según las estimaciones de la ONU, actualmente hay 20.000 combatientes y mercenarios extranjeros en Libia, entre ellos sirios y sudaneses. Las actuales autoridades libias han pedido la retirada de los combatientes extranjeros, pero su número no ha disminuido. A pesar del embargo de armas, los vuelos que abastecen a las regiones occidentales y orientales de Libia no cesan. En cualquier caso, según los expertos de la ONU, el armamento en manos de civiles es más que suficiente en el país para mantener cualquier conflicto futuro.
Reunión de opuestos
El 21 de diciembre, tres de las figuras más poderosas de Libia se reunieron en Bengasi; el general Khalifa Haftar, jefe militar de la Cirenaica, y los antiguos miembros del gobierno de Trípoli Ahmed Matig y Fathi Bashaga, ambos de Misurata. Esto asomaría una posible alianza de estos tres personajes quienes han luchado en bandos opuestos en los últimos años y están excluidos del actual ejecutivo. La intención de este triunvirato parece evidente sustituir o en todo caso marginar al actual premier Abdulhamid Dabaiba, y al candidato Saif al-Islam Gaddafi, hijo del ex presidente Muammar Gaddafi. Lo más probable es que la iniciativa sea bendecida desde lejos por Estados Unidos, cuyo único interés concreto en Libia es la retirada de turcos y rusos.
Convulsionado mapa líbico
Por ahora el mapa político y electoral de Libia sigue dividido de manera irreconciliable. En el este el control lo ejerce general Haftar con la sede de instituciones paralelas, entre ellas el Parlamento y el respaldo de algunas naciones a nivel internacional. En el oeste del país, se encuentra la capital Trípoli, y tiene su sede oficial el Gobierno de transición, legitimado por el Consejo de Seguridad de la ONU, bajo el premier Abdulhamid Dabaiba, un millonario empresario cuyo mandato debería terminar el 24 de diciembre pero que probablemente se prolongará hasta la realización de elecciones. No obstante en Trípoli quienes realmente parecen tener el control son las diferentes milicias armadas que subsisten a pesar de la aparente pacificación. El sur pareciera estar alineado con Saif al-Islam Gaddafi, hijo de Muammar Gaddafi después de su aceptación oficial como candidato presidencial. Este apoyo pudiera ser producto del legado de su padre Muammar Gaddafi quien logró la concertación entre las comunidades originarias del sur de Libia superando las rivalidades étnicas y tribales, conformando parte de la columna vertebral de su ejército y fuerzas de seguridad.
Es muy difícil determinar cuál va a ser el resultado de las elecciones presidenciales, si estas se llegan a llevar a cabo, por la heterogeneidad en la composición de su sociedad, una mezcla entre tribus y centros urbanos que ciertamente no pueden ser analizados desde una visión occidentalizada. Por otra parte la ausencia desde el corazón profundo de Libia de una legitimidad del actual gobierno de transición, complica aún más la situación.
Lo que si sabemos con certeza es en lo que se ha convertido Libia desde el derrocamiento y asesinato de Muammar Gaddafi, un país sumido en el caos político, con una economía destruida, en donde miles de migrantes diariamente, bajo el asedio de los traficantes de personas, buscan una vía de escape hacia Europa a través del mar, encontrando solo la muerte o sufriendo un destino aún más cruel del que ya viven.
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Yoselina Guevara Corresponsal venezolana de Correo del Alba en Italia
