45 años han pasado del asesinato, a manos de paramilitares, en la ciudad de La Paz el 21 de marzo de 1980, del mártir por la justicia y los Derechos Humanos Luis Espinal Camps, sacerdote jesuita que destacó como escritor, cineasta y periodista.
Nació en Sant Fruitós de Bages, España, en 1932. Parte de su vida transcurrió entre dos procesos importantes de la historia de su país: la República y la dictadura franquista. A los 17 años ingresó al noviciado y estudia primero Filosofía y luego Teología en la Universidad de Barcelona. En 1964 se mudó a Milán, norte de Italia, para cursar estudios de Cine y Televisión.
Llegó a una Bolivia convulsionada en 1968 e inmediatamente se alineó con las causas populares, empleando el arte, los medios de comunicación y la religión como sus herramientas de denuncia, con un gran interés por vincular la fe cristiana con la realidad, a fin de abordar sin miedo temas de corrupción, injusticia, represión y violencia.
Con versos voraces escribe Oraciones a quemarropa, en la que se mezclan la crítica al sistema, se cuestiona los métodos de la Iglesia y la vida misma. Dos hermosos fragmentos de “Mandatos incomprensibles” reflejan el uso de la palabra para expresar la denuncia y la reflexión:
(…) Tú nos mandas lo incoherente
y lo absurdo;
nos mandas deformarnos,
hacernos vasijas rotas que no pueden retener tu mensaje,
¿por qué?
(…) No nos dejes morir en pasiva amargura
o gesticulante rebeldía.
No nos dejes morir más de la cuenta.
Escribe en una docena de cuadernos el conocimiento que tenía sobre cine, legado que hereda Bolivia, hechos con un lenguaje sencillo, con intenciones de enseñar sobre la historia, la simbología, géneros, significado del cine frente a la televisión, entre otros. Su participación en el arte no fue solo teórica, pues fue crítico cinematográfico, impartió clases de cine, rodó documentales, escribió guiones para la radio.
Como defensor de los derechos civiles y la libertad de expresión se opuso tenazmente a la dictadura de Hugo Banzer, siendo uno de los que acompañó a Domitila Barrios y a las otras mujeres esposas de mineros que lograron con una huelga de hambre pacífica movilizar a la población hasta que el régimen cayó.
Más que leer marxismo, puso en práctica esas ideas, en su actuar. Como hombre de fe tuvo una unión indivisible en la que la religión o la fe cristiana debía velar por los intereses de su pueblo, ser social.
Un hombre adelantado a su tiempo, su capacidad de cuestionar tanto al sistema político como a las estructuras religiosas y tradicionales de la sociedad le dieron coherencia a sus acciones y discurso.
El asesinato del padre Espinal SJ aparte de conmocionar a la sociedad boliviana e internacional, vinculó su imagen a la de los mártires que lucharon por las reivindicaciones sociales, por los Derechos Humanos. Su valentía, su fe y su compromiso lo convirtieron en un referente cuya obra y mensaje siguen vigentes.
Luis Espinal SJ es un símbolo de resistencia, pero también fue una víctima del uso de la fuerza, represión y autoritarismo que padecía gran parte de Sudamérica a principios de la década del 80, a la que no escaparon ni siquiera religiosos y religiosas, tanto así que tres días después de ser secuestrado al salir del Cine 6 de Agosto, abandonado su cuerpo torturado en un basural, fue ultimado en El Salvador monseñor Óscar Arnulfo Romero, otro mártir que le fue arrancado a los pobres.
El 21 de marzo es un buen día para pensar en el mensaje profético y social del padre Espinal SJ: “la vida es para gastarla por los demás”.
DOCUMENTAL │ «Lucho, vives en el pueblo»
https://www.youtube.com/watch?v=_v2JXbJbijo
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Nahir González Correo del Alba