Los “Mileis bolivianos” sin sujetos para gobernar

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El impacto de Milei en la configuración de un proyecto liberal en Bolivia

Sin duda, el liberalismo se ha puesto de moda recientemente, y con esta tendencia han surgido discursos y personajes que lo representan en Bolivia. No obstante, aún falta evolucionar y profundizar en la verdadera comprensión y representación de esta corriente de pensamiento y cómo se involucra en la política boliviana.

Se explorará cómo el ascenso de Milei ha generado cuestionamientos sobre la existencia de un potencial «Milei boliviano» y un sujeto político que se identifique con el discurso libertario en el país, a diferencia del «efecto Bukele».

También me referiré el encuentro de libertarios realizado en Santa Cruz en noviembre de 2023 y las divisiones internas que se evidenciaron en este movimiento en Bolivia. Se analizará la búsqueda de un supuesto líder libertario, equivalente a Milei, por parte de sectores opositores y medios de comunicación. Además, el documento profundiza en la noción de «sujeto político» a lo largo de la historia boliviana, explorando cómo diferentes movimientos y gobiernos han intentado interpelar e incluir a sectores como los indígenas o aymaras dentro de sus proyectos políticos.

Efecto Milei

Antes de iniciar el tema es clave identificar los resabios de una gran polarización en Bolivia, que se agudiza desde la confrontación narrativa sobre los conflictos políticos de 2019 (¿golpe o fraude electoral?), pero también desde la brecha ideológica izquierda-derecha que se ha ido fortaleciendo los últimos 15 años. En consecuencia, por ejemplo, sectores conservadores y liberales han incurrido en cierta negación sobre la identificación reiterada del presidente de El Salvador, Nayib Bukele, con la izquierda, a pesar de que muchas de sus acciones tienen un marcado corte derechista y un fuerte componente de autoritarismo estatista, lo cual explica en parte su popularidad.

Es posible que en El Salvador la añeja dicotomía izquierda-derecha haya sido superada por una gran parte de la población, la cual optó por elegir a un líder populista que prometía una renovación política. En Argentina persiste esa confrontación ideológica como eje de las tensiones políticas y la cercanía geográfica con Bolivia ha propiciado que sectores opositores bolivianos se sientan más atraídos por las posturas anarcocapitalistas y liberales que encarna Milei, viéndolas como una «rebeldía» antisistema contra la izquierda kirchnerista, que está relacionada justamente con el partido del Movimiento Al Socialismo (MAS).

Ahora sí…

Javier Milei hizo su debut televisivo como analista económico en 2016, en el programa «Animales Sueltos» de la cadena América TV en Argentina. Desde entonces, su discurso libertario y anarcocapitalista lo convirtió en un personaje polémico que cuestionaba sin miramientos a la «casta política tradicional», a la que acusaba de enriquecerse a costa de la población mediante un Estado intervencionista.

Su propuesta de un «Estado mínimo», de la dolarización de la moneda y la eliminación de los ministerios chocaba con el statu quo de décadas de políticas económicas intervencionistas y un sector público sobredimensionado en Argentina. Ahora que ha llegado a la presidencia con el 56% de los votos, toda la atención se ha puesto en las medidas económicas que demarca su gobierno. Como analiza el politólogo Andrés Malamud de la Universidad de Lisboa: “si consigue dar bienestar antes de que se le acabe la nafta de la fe, le va a ir bien. Hay un umbral que es mayo; si llega a mayo, tiene campo libre»[i].

Lo que me interesa de Milei no es la reforma económica y los masivos despidos que han sido impulsados por el Gobierno (situación parecida a las políticas de Víctor Paz Estenssoro con el DS 21.060 en Bolivia), sino la influencia que generó en sectores de oposición bolivianos tras su llegada al poder, que puede implicar una motivación por consolidar un proyecto de corte liberal.

Los libertarios en Bolivia: “Encuentro por la Libertad”

Un día antes de las elecciones en Argentina que le dieron el triunfo a Milei, el 18 de noviembre de 2023, se realizó en Santa Cruz el «Encuentro por la Libertad», organizado por libertarios bolivianos, que contó con una asistencia predominantemente de hombres adultos y ancianos de clase media-alta urbana, con posturas antiestatistas, anticomunistas y una fuerte posición antimasista. A pesar de la presencia de algunos jóvenes, el evento evidenció divisiones generacionales e ideológicas internas: jóvenes más involucrados con el liberalismo económico y político, desde la filosofía y las teorías, y una generación más adulta enfocada en aspectos económicos que contradecían las políticas del oficialismo. Obviamente, no pudo faltar la postura conservadora y autonomista que indirectamente ensalzaba a Santa Cruz como el futuro político boliviano. 

El libertarismo boliviano, en el sentido discursivo, carece de una lectura sociológica profunda del país y termina negando problemáticas reales como las desigualdades de clase, género, etnia y la diversidad cultural, esto fue más evidente en la mesa de discusión sobre la “batalla cultural”, que supuestamente encaran los libertarios cruceños frente al progresismo. Una evidente copia de la postura y argumentos del argentino Agustín Laje.

El movimiento, si bien ha crecido entre jóvenes, aparece aún en pañales, con un alto grado de idealismo teórico y contradicciones internas al no haber definido claramente su proyecto político ni el sujeto popular al que buscan interpelar, más allá de sectores acomodados urbanos. Si bien prevén intentos por capitalizar el «fenómeno Milei», en el evento no se vio un potencial de lograr una representatividad política significativa, sino más bien un discurso utópico, antimasista y de un sesgo conservador, manifestado por residuos políticos e intelectuales poco influyentes como Branko Marinković, Antonio Saravia o Juan Claudio Lechín.

¿Quién es el Milei boliviano?

Lo caricaturesco de la llegada de Javier Milei al poder en Argentina fue que algunos medios digitales en Bolivia se apresuraron a preguntar quién podría ser el equivalente al «Milei boliviano», como la supuesta figura de oposición frente al masismo. Una se cuestiona si cuando el MAS llegó a la presidencia en 2006 los argentinos se preguntaron «¿quién será el Evo argentino?». Parece que solo en Bolivia nos hacemos ese tipo de cuestionamientos reduccionistas, producto de la falta de liderazgos políticos emergentes y las pocas posibilidades de renovación en el sistema político.

Una encuestadora llamada Coolosa[ii], de dudosa procedencia y metodología, realizó un sondeo a alrededor de cuatro mil bolivianos, preguntándoles: «¿Existe algún político o personaje boliviano que podría ser considerado el Milei boliviano?». Los cuatro primeros lugares los ocuparon Edmand Lara (21.6%), Vicente Cuéllar (19.1%), Mamen Saavedra (12.7%) y Luis Fernando Camacho (5.8%).

Previo a esa interrogante, la encuestadora también consultó: «¿Qué cualidad cree usted que sería el requisito principal entre nuestros políticos bolivianos para asemejarse al fenómeno Milei?». Las primeras cuatro cualidades elegidas fueron: «de Derecha» (24%), «antisocialista» (22%), «contestatario» (20%) y, sorprendentemente, «propuestas utópicas» (13%). No entendí lo último, pero bueno.

En definitiva, la encuesta fue ampliamente difundida en medios digitales y evidenció una inclinación a elegir a políticos cruceños como los más cercanos a la imagen de Milei, además de identificar en estos representantes una ideología de derecha, antisocialista y contestataria como características principales.

La premura de buscar un “Milei boliviano” incluso generó que la activista anarcofeminista María Galindo fuera comparada con Milei por la periodista Jimena Antelo, debido a su “fuerza y rechazo a los de siempre”, o sea, al poder y sus representantes. Ante esto, y quizá por la fiebre política del momento, María respondió que sí se parecía a Milei por la conexión emocional que ambos tienen con la sociedad[iii], aunque anteriormente se sentía ofendida por la comparación, criticando al presidente argentino de ignorante, fascista y comparándolo con el Luis Fernando Camacho[iv] de 2019.

Fernando Mayorga, sociólogo, es consciente de que hay una disposición a apoyar a un “líder emergente” de “extrema derecha” y que, según él, en Bolivia ya tuvimos dos “Mileis bolivianos”. Uno que fue un coreano que obtuvo el 8% de votos en las elecciones de 2019, refiriéndose a Chi Hyun Chung, que “entró al ruedo electoral con discurso liberal en la economía y ultraconservador en lo social, aderezado con retórica evangelista”. También incluye a Luis Fernando Camacho, de “raigambre cruceña y talante católico, que hizo arrodillar a medio millón de seguidores para rezar pidiendo libertad y la renuncia de Evo Morales”; sin embargo, para Mayorga, “era un carisma de situación (como todo carisma) y un año después obtuvo un pálido tercer lugar en las elecciones de 2020”[v].

Para Wilmer Machaca, analista de datos y sociólogo, el “Milei boliviano” “tranquilamente” podría ser Fernando Untoja, un economista katarista[vi] aymara que es parte del movimiento libertario Ayra y que, de hecho, participó en el encuentro de libertarios en Santa Cruz en un conversatorio junto a Branko Marinković. Para Machaca, Untoja no lo es, “porque en su mayoría, la ‘derecha’ en Bolivia es señorial y racista. Antes que apoyar a Untoja, prefieren hacer unidad en alguien que no tiene ni la voluntad de ganar una elección o en alguien con muchas limitaciones, que utiliza la fe religiosa como su mejor recurso”[vii].

En Bolivia no es suficiente gritar «¡Viva la libertad, carajo!», como lo hizo José Ormachea, diputado opositor de Comunidad Ciudadana (CC), en una sesión del Legislativo, como una forma “posera” de asimilarse dentro de la disputa por el “mileísmo”. Además, señor Ormachea, ¿es consciente de que el líder de su partido, Carlos Mesa, es de izquierda?

No es suficiente gritar consignas, ser un “antisistema” y “rebelde”, porque hay una fuerte contradicción de la oposición en cuanto a discurso, esto fue evidente en el encuentro de libertarios, pero además persiste en una posición que no asimila bien qué es el libertarismo y cómo abordarlo en un contexto local, como señala Mayorga: “lo curioso es que en las filas opositoras bolivianas se vincula la consigna de libertad de Milei con lo democrático, lo republicano y el Estado de Derecho, es decir, ‘lo institucional’, esa palabra mágica que usan para denostar nuestro modelo político cuando los resultados no les agradan”[viii].

Sujetos políticos y libertarios

Retrocedamos un poco a algunos procesos políticos que nos permiten entender cuál ha sido el sujeto que ha ido marcando una identidad en las transformaciones sociales y políticas de Bolivia, y cómo estos sujetos han sido interpelados por los distintos partidos e ideologías a lo largo de estos años.

Pero antes es necesario definir qué se entiende por «sujeto». En términos generales, un sujeto es aquel ser racional capaz de concebir el mundo y concebirse a sí mismo dentro de él. Es decir, posee las facultades suficientes para comprender la realidad que lo circunda, tanto en contexto como en coyuntura, y además puede transformar o al menos influir en el desarrollo de dicha realidad, sosteniendo una posición, criterio o punto de vista frente a determinados hechos o situaciones[ix].

Durante la historia boliviana se ha buscado interpelar principalmente al sujeto «indio» o indígena, por ser la mayoría nacional. Sin embargo, muchas de estas interpelaciones como sujetos se han realizado desde el poder, con la intención de que ellos se conciban a sí mismos desde distintas categorizaciones, según el proyecto estatal de turno.

Por ejemplo, en la Revolución Nacional de 1952 el sujeto configurado por las reformas estatales de Víctor Paz Estenssoro fue el indio «mestizo», como una forma de homogeneizar a los ciudadanos bajo la idea de construir una nación boliviana unificada. Aunque, a pesar de considerarlos a todos como mestizos, esto no eliminó las desigualdades estructurales entre los mestizos de origen «indio» y los de origen «blanco». Las reformas agrarias, educativas y de participación democrática buscaban incluir al «indio» en esa construcción de la bolivianidad, y si bien estos fueron interpelados por el Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), las desigualdades persistieron en la estructura política y social.

El sujeto es el contenido de una estructura y, por lo mismo, un aparato político que llegue al poder debe entender cómo es que ellos conciben su realidad. Por ello la Revolución Nacional no generó mayores cambios en las condiciones de vida de los indios.

El sujeto del Estado Plurinacional de Bolivia

Con la llegada de Evo Morales al poder en 2006 se buscó configurar al «indígena» como parte del imaginario de la nación o de un Estado multicultural. En el modelo del Estado Plurinacional el indígena era concebido como el «sujeto político». Sin embargo, este sujeto era radicalmente diferente al sujeto politizado que promovía el movimiento indianista desde la década de 1960. A continuación se detallan algunas diferencias fundamentales.

El indianismo, como movimiento, buscó comprender la condición del indio en la república boliviana. Surgió así una noción problematizadora de «lo indio» que apuntaba a resaltar los rasgos coloniales aún vigentes en el país. Por otro lado, el indigenismo era la forma en que los sectores criollos o «conquistadores» expresaban sus prejuicios y temores hacia los «conquistados» indígenas, es decir, una proyección externa de los «blancos» sobre los “indios”, ajena a cómo estos se pensaban a sí mismos.

Las principales diferencias radican en que el indigenismo provenía de pensadores no indígenas, tenía un enfoque multiculturalista de descolonización y buscaba el reconocimiento social del «campesino», a veces idealizando al indígena. En contraste, el indianismo provenía de intelectuales indios, tenía un enfoque político contracolonial que buscaba empoderar al «indio» para que asumiera el poder estatal, y surgió después de 1952 ante el fracaso de la Revolución Nacional en resolver la cuestión indígena.

En términos políticos, la irrupción del indianismo liderado por Felipe Quispe[x] y otros eventos como la Guerra del Gas, dieron forma a una agenda política emergente desde las calles, la «Agenda de Octubre», que después capitalizó Evo Morales en su primer gobierno. Sin embargo, la agenda resultante de la Asamblea Constituyente promovida por el MAS fue otra, más enfocada en la agenda multicultural como la plurinacionalidad, las autonomías indígenas y la justicia comunitaria.

Se sustituyó al sujeto «indio» del indianismo, por el sujeto «indígena» del Estado Plurinacional. El quiebre entre ambos enfoques se evidenció en el conflicto del Tipnis, donde la agenda multicultural consagrada en la Constitución, que incluye la consulta previa a los pueblos indígenas, entró en conflicto con los intereses del Gobierno de construir una carretera a través de un territorio protegido e indígena.

Es ahí donde se hizo más visible que este sujeto «indígena» promovido por el Estado Plurinacional era una ficción y un imaginario que se generó para que Morales sostuviera legitimidad como el «presidente indígena», pero distanciado de la agenda política pensada por los mismos indios.

¿Cuál es el sujeto político liberal?

Una interrogante inicial es si realmente existe un sujeto político en Bolivia que se identifique o sienta representado por el enfoque libertario promovido por algunos grupos.

Ha sido un problema para la derecha política el no autodefinirse abiertamente como libertarios, conservadores o derechistas. Quienes se ubicaban ideológicamente a la derecha solían denominarse «demócratas», como Rubén Costas en Santa Cruz, o pertenecían a los «nacionalistas», como el partido Unidad Nacional de Samuel Doria Medina. Incluso Luis Fernando Camacho, el reconocido líder cívico cruceño, no sostenía un discurso con una postura ideológica definida, más allá de su fe católica y de portar una Biblia sin mayor conocimiento de sus versículos.

En esos casos el discurso se enfocaba en la reivindicación autonómica o una «reestructuración» de las instituciones estatales, pero no confrontaban abiertamente al MAS como representante de la izquierda, desde una narrativa conservadora y liberal, tal como lo hizo Javier Milei en Argentina.

En el encuentro de liberales pregunté a Branko Marinković y Fernando Untoja sobre quién constituía el sujeto político liberal. Mi inquietud surgió al observar que en Santa Cruz existe una intensa sociedad comerciante, probablemente vinculada en su práctica al liberalismo económico, principalmente desde los sectores migrantes quechuas y aymaras. Pero estos mismos sectores no formaban parte del encuentro libertario, sino los de siempre: clase media blanca, mayormente compuesta por hombres.

La respuesta de Marinković fue que todos somos bolivianos y que no deberíamos hacer distinciones étnicas. Una respuesta poco esclarecedora que incluso una inteligencia artificial como ChatGPT podría haber proporcionado de manera más clara y satisfactoria. Por su parte, Untoja ignoró completamente mi pregunta.

Y no es que no haya indicios de prácticas liberales en algunos sectores de la sociedad. Fernando Untoja, a quien nombramos anteriormente, es un firme defensor de la idea de que el liberalismo económico se está expandiendo principalmente entre los sectores aymaras dedicados a actividades comerciales y empresariales. Según él, existen claras muestras de una marcada competitividad económica entre los propios aymaras y una fuerte concentración de capital privado, producto de su habilidad para evadir la injerencia estatal en sus negocios.

Esta visión se sustenta en la creciente importancia del comercio de importación que los empresarios aymaras mantienen con China, lo que les ha permitido acumular riqueza al margen de las regulaciones y controles gubernamentales. Untoja sostiene que esta dinámica empresarial aymara evidencia una suerte de liberalismo económico de facto, basado en la meritocracia, la competencia de mercado y el rechazo a la intervención del Estado en sus actividades lucrativas.

Como decía Wilmer Machaca: la derecha es racista. Completando a esto, Guido Alejo señala que “en Bolivia, los valores liberales-libertarios son simples poses, mientras que el liberalismo sí se practica en lo económico, mayormente por los rostros excluidos por muchos de quienes alzan esas banderas, las mayorías que se desenvuelven en la informalidad”[xi].

Sin embargo, esta lectura de un supuesto «liberalismo aymara» también ha sido cuestionada por algunos analistas, quienes señalan que el éxito comercial de estos grupos no necesariamente implica una adhesión ideológica al liberalismo económico, sino más bien una adaptación pragmática a las circunstancias para maximizar sus ganancias al margen de la institucionalidad vigente. En cualquier caso, el debate sobre si estos sectores aymaras pueden representar un potencial «sujeto liberal» en Bolivia sigue abierto y es motivo de una urgente atención de parte de los libertarios a estos sectores.

En resumen…

No parece existir un sujeto político claramente identificado que se sienta convocado por el discurso libertario, al menos desde los actores políticos tradicionales de derecha en Bolivia. Estos evitan confrontaciones ideológicas abiertas y carecen de un discurso libertario contextualizado a las realidades del país.

Existen algunas figuras políticas que resaltan como representantes de la oposición, pero sus propuestas siguen partiendo desde una superficial lectura del país. Edmand Lara, quien fuese parte de la Policía, participará de las elecciones, pero sus propuestas se centran en reformas de la institución policial nada más. Las propuestas de Antonio Saravia, economista, de privatizar el acceso a la salud y la educación no parten de las necesidades sociales y generan molestia más que simpatía a sus ideas. Asimismo, la intención de Vicente Cuéllar, rector de la Universidad Autónoma Gabriel René Moreno (Uagrm), de eliminar ministerios no representa una renovación discursiva genuina, sino una mera copia del discurso de Milei.

Ser antimasista no es suficiente para configurar una propuesta política sólida y coherente con los principios libertarios. Se requiere una comprensión profunda de las complejidades sociales, económicas y culturales de Bolivia para articular un verdadero proyecto libertario e interpelar al “sujeto político” que lo hará posible.

Por el momento, queda estar atentos a las reformas económicas de Milei y si estas reducen la inflación que atraviesa Argentina, aunque se generen costos sociales como el aumento de la pobreza. Si el gobierno de Javier Milei logra consolidarse y tener éxito, esto tendría profundas implicaciones para la política boliviana. Un Milei triunfante demostraría la viabilidad de implementar un programa liberal en la práctica. Solo queda analizar si sus eventuales logros en reducir el aparato estatal, avanzar en privatizaciones, impulsar la libre empresa y atraer inversión extranjera serían vistos como un modelo a seguir por sectores opositores y libertarios en Bolivia y a quiénes convocarían estas ideas.

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Quya Reyna Boliviana, escritora


[i] EldiarioAR (11 de febrero de 2024). “Andrés Malamud, politólogo: ‘Milei apuesta a que la gente no deje de creer a pesar de que le vaya mal’”, en: https://www.eldiarioar.com/politica/andres-malamud-politologo-milei-apuesta-gente-no-deje-creer-pesar-le-mal_1_10912655.html

[ii] Eju.tv (24 de diciembre de 2023).“Encuesta: ¿Quién podría ser ‘el Javier Milei boliviano’?”, en:https://eju.tv/2023/12/encuesta-quien-podria-ser-el-javier-milei-boliviano/

[iii] “La virgen de los deseos” (27 de noviembre de 2023). En: https://www.instagram.com/lavirgendelosdeseos/reel/C0JVrY6uvCk/

[iv] Fue líder del Comité Cívico Pro Santa Cruz y uno de los personajes que lideró las movilizaciones que denunciaba fraude en las elecciones presidenciales de 2019. Posteriormente, en 2021, fue elegido gobernador de Santa Cruz, con su partido Creemos. Se encuentra detenido desde 2022 por los delitos de «financiamiento del terrorismo, cohecho activo, seducción de tropas, instigación pública a delinquir y asociación delictuosa», esto vinculado a los conflictos de 2019.

[v] Mayorga, Fernando (1 de abril de 2024). “¿Un Milei boliviano?”. La Razón, en:https://www.la-razon.com/voces/2023/12/31/un-milei-boliviano/

[vi] El katarismo fue el movimiento político aymara que surgió en Bolivia en la década de 1970. A diferencia del indianismo, que rechazaba cualquier alianza con los sectores no “indígenas” o q’aras, el katarismo reconocía la importancia de que los aymaras accedieran al poder mediante alianzas estratégicas con partidos tanto de izquierda como de derecha. Por lo tanto, una de sus características fundamentales fue su apertura a establecer coaliciones multiétnicas y multiclasistas con el objetivo de lograr la participación política aymara en los ámbitos de decisión del Estado y la sociedad boliviana.

[vii] Machaca, Wilmer (16 de noviembre de 2022). [Estado de Facebook] Facebook, en: https://www.facebook.com/wilmichu/posts/pfbid02XyBZSaDAUWZYNyM4DmanVZXDGj71MKP4rjuZNbfcqJRzK2Fa3T8cr7evq8Zqwrovl

8 Mayorga, Feranado. Ibídem.

[ix] Fernández, Gustavo (2009). La formación del sujeto político. Universidad Nacional de Colombia, Medellín, en: https://repositorio.unal.edu.co/bitstream/handle/unal/3436/16798482.2009.pdf?sequen

[x] Historiador, guerrillero indianista, catedrático de universidad, político y activista aymara boliviano.

Fundador de organizaciones políticas de carácter paramilitar como el Movimiento Indígena Túpac Katari (Mitka), Ayllus Rojos y el Movimiento Indígena Pachakuti (MIP).

[xi] Alejo, Guido. (19 de noviembre de 2023). [Actualización de estado de Facebook] Facebook, en: https://www.facebook.com/guido.alejo/posts/pfbid02CvJd3RCMzpaC651qvGULPii7WYCNQJQCkJBYCRQ1WS2AHk2jdUDAQMA8fyKxZ6rjl

Juan José Peralta Ibáñez
Fotógrafo documentalista, fotoperiodismo, naturaleza, video, música

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