EXCLUSIVO | Helena Argirakis y Marcelo Aruquipa: cuáles son los grandes retos de Bolivia en 2024

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Al cierre de esta edición se ha alcanzado en el Legislativo boliviano un acuerdo para dar pie al proceso de Elecciones Judiciales, trabado en esa instancia durante meses. También ha cesado un bloqueo carretero que ha costado decenas de millones de dólares al país, en un contexto de proyecciones económicas no tan ambiciosas como en los años previos a la pandemia.

La crisis al interior del Movimiento Al Socialismo (MAS) parece no llegar a su fin, y una mediocre oposición no enriquece en lo absoluto el debate político local. Mientras tanto, este año se avecina con un Censo, elecciones primarias y otra cadena de asuntos por discutirse. Para hablar de la situación país y sus proyecciones nos sentamos con los reconocidos cientistas políticos Marcelo Aruquipa y Helena Argirakis.

Panorama nacional

No es secreto para nadie que el mapa político local, a medida que se aproximan las presidenciales, se torna turbulento, se alinean las fuerzas de cada tolda política y hasta las fracciones que cohabitan al interior de estas. En tal sentido, 2024 parece ser un año decisivo para un u otro aspirante al banquillo de la máxima magistratura del Estado Plurinacional.

Al respecto, Aruquipa se detiene en las expectativas de la derecha y destaca que “la oposición política todavía se mantiene bajo dos criterios que le son fundamentales: el primero es mostrarse en oposición al conjunto del masismo, es decir, representar la expresión de lo opuesto sin atreverse a dar un salto que vaya más allá de los intereses puramente adversos al MAS, sin hacer un matiz –al menos no públicamente– entre Evo Morales y Luis Arce. Eso los imposibilita de poder avanzar hacia el centro del espectro político, porque por ahora la postura del antimasismo está anidada en el extremo del bloque opositor”.

Paso seguido, el politólogo diferencia a ese grupo extremo de otro aparentemente concentrado en gestión y que busca desmarcarse de aquellos: “se suma otro sector que no hace distinciones políticas directas, aunque tampoco su interés está en inmiscuirse en la política interna ya que se concentran en lo que están trabajando; esa es una oposición más regionalizada”.

Con todo, el bastón de mando derechista, para el académico, lo detenta el núcleo duro hoy en crisis: “hay un problema adicional que tiene que ver con el hecho de que el bastión fundamental de oposición política nacional, que es Santa Cruz, está hoy en día quebrado”. Mientras que se pone en tela de juicio el funcionamiento esperable de congresistas, enrareciendo aún más el ambiente: “el bastión político institucional, que es la Asamblea Legislativa, hoy día no funciona y no ocupa un lugar importante, por lo que Comunidad Ciudadana (CC) casi no existe en el mapa”. En efecto, la recuperación de la derecha solo sería posible a condición de que “resuelvan sus propios dilemas en la oposición callejera, la cruceña, sino seguiremos viviendo este escenario de fragmentación”.

En concordancia con los vientos que corren en el continente, Auriquipa hipotetiza en torno a un potencial candidato outsider: “han ido apareciendo algunas precandidaturas prematuras que intentan impulsar una agenda, a mi juicio, no rupturista –no hay un Camacho o un Chi ahora mismo–, porque todos están bien portados, incluso el exrector Rolando Cuéllar, quien ha intentado ocupar el espacio político opositar apenas se enteró del triunfo de Milei en la Argentina”.

Pero los retos a superar por parte del oficialismo no son pequeños y para nuestro entrevistado están determinados por la agudización de las pugnas entre fracciones: “es más evidente la división por el accionar del evismo, que está atrincherado en la estructura dura del partido político –partido en la definición más tradicional del término–. Y luego está el arcismo, que trabaja por constituir y consolidar bases sociales orgánicas que estén más próximas a lo que se ha entendido siempre en el MAS como las organizaciones sociales, lo orgánico, el Instrumento Político”.  

Al parecer el ritmo de la fisura, su ensanchamiento o sutura, dependería del accionar del exmandatario. Según el cientista político: “hay un juego muy peligroso para el evismo, porque en las últimas semanas ha optado por jugarse el todo por el todo y no negociar nada, y eso, en la medida en que vaya perdiendo batallas, puede costarle caro ya que su apuesta es callejera y ya no en el marco institucional, de las leyes, de los tribunales, del Órgano Electoral. Evo Morales decidió jugarse el todo en las calles, y si pierde en ese escenario quedará imposibilitado de poder acceder a un espacio de negociación más amplio con el arcismo”.

Helena Argirakis, antes de analizar de lleno la contingencia nacional, opta por destacar que “el telón de fondo que repercute en la conflictividad que se está viendo en Sudamérica y de manera directa en Bolivia”, se caracteriza en este último caso por una electoralización precitada como “reflejo del reacomodo político, geográfico y territorial en la Región y en el mundo, que tiene que ver con una consecuencia directa de la alteración en las correlaciones de fuerzas y el equilibrio de poder en el mundo, es decir, la perforación de este unipolarismo relativo liderado por los Estados Unidos y secundado por Europa, con el brazo militar que es la Organización del Atlántico Norte (OTAN), en cuanto al bloque occidental; superada fácticamente por el multipolarismo regionalizado, con punta de lanza a partir de la reemergencia del Asia y del Oriente, liderado por la República Popular China, la Federación Rusa, la reemergencia de la India e Irán, y la emergencia de África y todo el posicionamiento del bloque Sur Global”.

“Uno de los temas más sensibles para el país en 2024 está vinculado al reacomodo de los circuitos del narcotráfico y el delito transnacional, que genera extrapolación de violencia en la sociedad” (Argirakis)

Oriunda de Santa Cruz, la politóloga revisa el entramado político en el bastión opositor, explicando las divergencias entre sus protagonistas, cuya raíz identifica en un antes sólido “bloque cívico regional, con un movimiento social conservador liderado por el Comité Cívico Pro Santa Cruz, del cual, de cierta manera, se desprendió e institucionalizó un grupo con una forma de organización política como fueron los Verdes”, protagonistas de la escena nacional a través de la Gobernación y en diálogo con el entonces gobierno del MAS en el que la académica define como un período de “cohabitación vertical entre bloques de poder en Bolivia, es decir, un sistema de partido movimiento hegemónico en el campo político nacional, liderado por el MAS, en directa correlación, en el ámbito regional, con el bloque cívico regional”.

Con todo, los hechos de finales de 2019, que interrumpieron el hilo constitucional en el país, pasaron la cuenta igualmente a las élites cruceñas, en una crisis que aún perdura. En palabras de Argirakis: “Verdes, desde el ámbito de la Gobernación, se fractura en las elecciones en 2020. Es decir, con en el surgimiento de la figura de Luis Fernando Camacho, y en ese minuto la movilización ciudadana y el paro, evidencian una fractura interna generando una suerte de giro a la derecha entre fuerzas del bloque cívico conservador y una polarización interna. Cierto sector o grupo radical de las derechas cruceñas ya no veían con agrado y no estaban conformes con el manejo de los Verdes y de Rubén Costas en el caso de la Gobernación y el bloque cívico regional, por lo que empezaron a cuestionar el manejo y la cohabitación con el expresidente Evo y a crear las condiciones para lo que fue el golpe posterior a las elecciones de 2019 bajo el argumento del fraude monumental. En ese momento había dos salidas: una seudoinstitucional, a través del balotaje, que fue patrocinada por Carlos Mesa y secundada por Branco Marinković; y otra rupturista, auspiciada por Camacho y las miradas más extremas golpistas de fractura no solamente institucional del Estado, sino inclusive de los límites territoriales del Estado. Ahí se genera una división interna en tres bloques: el de Marinković, el de Luis Fernando Camacho y el de Rubén Costas, que es no solamente una fractura del bloque electoral y político, sino en cuanto a las logias y grupos de poder internos en Santa Cruz”.

Para nuestra entrevistada aquel conflicto está irresuelto en tanto “en esa lógica hay una diferencia muy grande entre lo que es una derecha conservadora pero con límites institucionales, con vocación de construcción de región y necesidad de articulación con el Gobierno Central y por ende con el Estado, versus una derecha reaccionaria, violenta, de vocación golpista, liderada por Luis Fernando Camacho y por esta organización política que linda en lo antisistémico como es Creemos. Esta disputa entre unas derechas conservadoras, pero con una mirada un poco más institucionalista, y una derecha reaccionaria violenta de vocación golpista, e inclusive con vocación centrífuga, es decir, cesionista, refleja la disputa actual por el control no solamente del aparato de la Gobernación de Santa Cruz –que es el trasfondo de lo que ocurre respecto a si asume el vicegobernador Mario Aguilera o mantienen el control Creemos y Camacho–, sino que expresa en realidad una disputa interna del bloque de poder cruceño en un debate que podemos extender hacia las derechas a nivel nacional que es básicamente en torno a dos visiones de país y de región: una visión de una derecha conservadora capitalista, regionalista, pero que finalmente plantea una articulación nacionalista en el ámbito de la necesidad de construir o de profundizar una burguesía nacional a partir de un desarrollo industrial y de servicios, en la cual tienen que tener necesariamente una articulación con el nivel del Gobierno Central y con el Estado;  y, por otro lado, una visión de derecha reaccionaria, violenta, muy similar a la de Javier Milei en la Argentina, que pretende entregar el país, la región y sus recursos naturales al capital transnacional”.  

Bolivia y nuestra América

A la par del acontecer local, el devenir regional augura un 2024 más crispado aún en cuanto a la polarización. A la consolidación de Lula en el Brasil, Petro en Colombia o López Obrador en México, comienzan sus gestiones Noboa en el Ecuador y Milei en la Argentina, mientras ha sido reelecto con cifras aplastantes Bukele en El Salvador.

Para Marcelo Aruquipa, en ese contexto, un estrechamiento de los lazos con el Brasil, socio comercial principal, será clave para la gestión de Arce, brindándole de paso una proyección más allá de las fronteras de ser bien aprovechado: “Bolivia puede ocupar un lugar importante en la medida en que, junto a Lula –que es una figura principal en la Región–, en términos políticos, den dos señales: primero, que hay una izquierda responsable en el continente en cuanto a la administración económica y política, tema clave porque desde las derechas que han retomado el poder se ha criticado bastante y han instalado que la izquierda ha llevado al descalabro a los países; segundo, porque afianzando esa imagen Lula y Arce pueden dar una señal clara de responsabilidad política y económica en sus países, más ajustada a los tiempos actuales en cuanto a liderazgo ya que Lula puede constituirse en un liderazgo distinto a los del socialismo del siglo XXI que inició con Hugo Chávez; y no digo que sean antagónicos Lula y Chávez, solo que los problemas de estos tiempos pudieran requerir de los atributos propios de un Lula, al que se puede acoplar con sus cualidades Luis Arce”.

“Evo Morales decidió jugarse el todo en las calles, y si pierde en ese escenario quedará imposibilitado de poder acceder a un espacio de negociación más amplio con el arcismo” (Aruquipa)

Argirakis, asimismo, advierte de los “los avances estratégicos de la política exterior del Estado Plurinacional vía la adhesión de Bolivia al Mercado Común del Sur (Mercosur) y el avance de la incorporación al bloque Brics+”, pasos que, a su juicio, aperturan dos escenarios esenciales para el país, como es en lo local “convertir a Bolivia en proveedor de materia prima con valor agregado e incidir en otro nivel de la profundización de la industrialización, la sustitución de importaciones y el cambio en la matriz energética, es decir, la transición de un país proveedor de energías fósiles hacia las energías limpias”, y en lo internacional algo aún más cardinal como sería el convertirse en “proveedor de servicios logísticos multimodal, por su ubicación geoestratégica, y básicamente convertir la mediterraneidad y su ubicación territorial en una ventaja competitiva al posicionar a Bolivia en un articulador logístico multimodal vinculado a personas, mercancías y energías, vía aérea, ferrocarril, carreteras y la Hidrovía Paraná-Paraguay, reforzando nuestra ubicación territorial hacia el Pacífico, anclándonos y generando una bisagra en el Sur Global mediante la nueva Ruta de la Seda, y por el Atlántico con la Hidrovía a fin de conectar y generar la viabilidad no solamente de personas y mercancías, sino además de almacenamiento y acopio de mercancías inclusive internacionales para ser distribuidas hacia el Atlántico y proveyendo a los mercados del sur emergente y África”.

Para la analista cruceña la vocación del país pudiera sintetizarse en “el rol de Bolivia no solamente de conexión, articulación e integración de personas, mercancías y energías, sino también de proveedora de equilibrios estratégicos regionales”.

Año 2024: desafíos

Finalmente, a los ojos de nuestros entrevistados este nuevo año depara un sinnúmero de desafíos en cuanto a la política y la sociedad. Para el doctor Aruquipa “los temas más sensibles van a girar en torno a tres agendas que van a terminar por confluir y, que en alguna forma, en los tres años anteriores no las teníamos tan unidas: Agenda Social, con el tema de la Justicia y el Censo; Agenda Económica, con el tema de la supuesta crisis económica que vivimos y el efecto que va a generar el Censo con el asunto de la distribución de los recursos; Agenda Política, otra vez con el efecto del Censo respecto a la redistribución de os escaños uninominales, además de las elecciones primarias y la disputa en la interna del MAS y el posible acomodo o surgimiento de un liderazgo en la oposición”.

Ante ese panorama que el entrevistado se niega a tildar de “crisis” para definirlo como de “desafíos multidimensionales”, se arriesga y proyecta un escenario de resolución posible: “el Proceso de Cambio para trabajar sobre esas líneas críticas tiene que resolver primero sus diferencias internas. En la medida que esto ocurra, durante el primer trimestre, creo que los otros asuntos pendientes, en estos desafíos multidimensionales, podrán ser atendidos. Pero todo está supeditado a lo político, a resolver lo interno, y después ir administrando lo demás”.

Por su parte, Helena Argirakis se centra en uno de los mayores males de la Región, fuente de criminalidad, del que Bolivia no está exento: las drogas. En sus palabras: “uno de los temas más sensibles para el país en 2024 está vinculado al reacomodo de los circuitos del narcotráfico y el delito transnacional, que genera extrapolación de violencia en la sociedad”.

Lo anterior se agudizaría a límites extremos –llegando a poner en jaque las soberanías de los países– en la medida en que avance la “normalización” de ciertos ilícitos, como ocurrió con el caso de Sebastián Marset, cuando este narcotraficante con orden de captura internacional acaparó la atención de la ciudadanía a partir de un caudal de acusaciones contra personeros de gobierno vía redes sociales y hasta una entrevista clandestina televisada y emitida en dos partes en horario estelar: “aquello, vinculado a la normalización del narcotráfico y de estos carteles y del crimen y el delito transnacional organizado como un estilo de vida, planteándolo como un objeto de deseo y propiciando su normalización y farandulización, conllevan la extrapolación de la violencia en la sociedad y el desborde del Estado y de las instituciones en cuanto a la gestión y el control de estos grupos y sus circuitos económicos e inclusive financieros, dando paso a una estrategia de perforación a estas sociedades y a los Estados en su incapacidad de ejercer control territorial, creando así falsos positivos –a criterio de Rafael Bautista– en casos como el de Ecuador, donde permiten legitimar la presencia de fuerzas militares como las de los Estados Unidos con el argumento de que hay un desborde de delito transnacional organizado, el narcotráfico, para aterrizar con estas agencias y fuerzas que plantean que la seguridad no solamente hay que verla en términos nacionales, sino regionales”.

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Correo del Alba

Juan José Peralta Ibáñez
Fotógrafo documentalista, fotoperiodismo, naturaleza, video, música

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