La escritura como sortilegio para no olvidar(las)

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El 2023 se acaba en medio de desesperanzas colectivas, en medio de hastíos y de dolores que transcienden fronteras, Palestina nos duele, Argentina nos angustia. Y mientras una rumea sus tristezas recuerda que debe escribir la reseña del mes, es ahí donde surge la idea de más bien reseñar mi columna de reseñas. Por lo que advierto a mis lectoras y lectores (en los últimos meses supe de hombres que me leen) que en este escrito encontrarán un resumen de lo que escribí en este espacio durante el año 2023.  

¿Por qué solo mujeres?

Decidí reseñar solo libros escritos por mujeres, porque a través de su escritura encontré mis pedazos y un juego de espejos para reconocerlos.

Y me atrevo a decir que ese juego de espejos también puede servir para muchas mujeres, estén rotas o no.

En 2023 reseñé 10 libros de nueve autoras: dos francesas, Simone de Beauvoir y Annie Ernaux; cinco latinoamericanas, Marcela Serrano, Ángeles Matretta, Mónica Heinrich, Edda Gaviola y Claudia Korol (que escribieron juntas); y una norteamericana, Audre Lorde.

¿Qué género predominó?

Hace algún tiempo que dejé de encasillar la escritura por géneros, porque los he descubierto como una camisa de fuerza que asfixia la creatividad. Sin embargo, entiendo la necesidad de la academia de clasificarlo todo, por lo que, siguiendo su ritmo, identifiqué que la novela fue el género que predominó en mis reseñas.

Fueron seis novelas: una escrita por Simone de Beauvoir, una por Annie Ernaux, una por Ángeles Mastretta y tres por Marcela Serrano. En esta última hallé mis pedazos fundamentales, de los que les hablé en la introducción de este artículo, por eso ocupó tanto espacio en mi columna.

Hubo igualmente cuentos de la mano de Mónica Heinrich.

No pudo faltar, porque en 2023 no me faltó a mí, la poesía de la mano de Audre Lorde; la poesía como caricia, la poesía como denuncia, la poesía como medio, como fin, como vida misma.

Y hubo dos libros que no entran dentro de los géneros convencionales, uno de las manos de mujeres chilenas y argentinas, Edda Gaviola y Claudia Korol, que plasman sus pensamientos, sentires y experiencias sobre la amistad entre mujeres sin circunscribirse en ningún género. Y el otro es el de Audre Lorde, que desde lo autobiográfico nos regaló sus diarios y, a través de estos, una apuesta de vida por romper la tiranía del silencio.

¿De qué y para qué conté?

Las autoras a las que ya fui mencionando no solo son referentes para mí, sino que me acompañan en la vida desde ya hace algunos años y este 2023 decidí nombrarlas y situarlas en mi quehacer en la vida, y como parte de eso decidí ubicarlas en mi escritura para que por lo menos una partecita más del mundo las conozca y no las olvide.

Conté sobre Las Inseparables de Simone de Beauvoir, para que nunca olvidemos a la primera mujer que llamamos amiga, que fue refugio, que fue crecimiento, que fue ternura, que fue amor.

Conté sobre Antigua vida mía de Marcela Serrano, para que apostemos a la amistad entre mujeres como una cura posible siempre –o casi siempre–, porque justo en este año entendí y sentí cómo una amiga también te puede romper el corazón. Sin embargo, seguiré siendo creyente de que el vínculo entre mujeres nos salva la vida.  

Conté sobre Nuestra Señora de la Soledad, también de Marcela Serrano, para que no le tengamos miedo a morir un poco de vez en cuando, porque para vivir en consciencia plena es necesario conocer de la resurrección y para eso morir un poco está bien. Y si una decide cómo y cuándo hacerlo es mucho mejor.

Conté sobre El albergue de las mujeres tristes, de Serrano igual, para que recordemos de lo necesario de pausar. Para sanar hay que pausar y si esa pausa se hace en colectivo, para escuchar y que te escuchen, puede ser una experiencia reveladora.

Conté sobre Los diarios del cáncer de Audre Lorde, para que nos preguntemos: ¿qué tiranías nos callamos? ¿Qué palabras nos faltan todavía para nombrar lo que sentimos? Para que a partir de esas dos preguntas nos convoquemos a hablar, a verbalizar y escribir lo que nos duele, porque nuestros silencios nunca nos han protegido.

Conté sobre Arráncame la vida de Ángeles Mastretta, para que dudemos de lo que nos han contado sobre las mujeres de los años 20 o 30 y valoremos la capacidad de agencia que tuvieron, aunque esta haya sido subterránea. Para que tengamos presente que ni el amor, ni la revolución son permanentes, pueden mutar y transformarse.

Conté sobre El acontecimiento de Annie Ernaux, la Premio Nobel de Literatura 2022, para invitar e invitarme a siempre estar en el constante quehacer de la memoria de lo que vivimos. Porque a partir de una experiencia personal se abren experiencias colectivas que develan opresiones sistemáticas.

Conté sobre Las desapariciones de Mónica Henrinch, para que recordemos lo ácido de la realidad, lo torpe de la cotidianidad y los resabios de la colonización que todavía nos abraza, queramos o no ese abrazo.

Conté sobre A nuestras amigas. Sobre la amistad política entre mujeres de Edda Gaviola y Claudia Korol, para que comprendamos que es posible cuestionar y transformar las narrativas tradicionales acerca de las relaciones entre mujeres. Nos han dicho que somos las peores enemigas entre nosotras; pero nosotras, las otras, las demás, dudamos de eso y hemos ido demostrando que no es así.

Conté sobre Quién dijo que era fácil de Audre Lorde, para que siempre volvamos a la poesía como nuestro refugio seguro y como nuestra trinchera inicial para librar las batallas que escojamos. Porque para las mujeres la poesía no es un lujo, es una necesidad vital ya que en ella y desde ella se arman los mapas de nuestras vidas.

¿Agradecerles? Sí, y mucho.

Finalmente quiero agradecer a Correo del Alba y a su grupo editorial por el espacio que me brindó en este 2023 para contar sobre los libros de mi vida y sobre todo a mis lectoras y lectores, que han invertido algunos minutos en leerme, algunas en comentarme públicamente o en privado sobre una temática especial de los libros y por el ánimo a seguir escribiendo.

Mi corazón me dice que continuaré haciéndolo, porque no quiero que el tiempo arrase con mi autobiografía lectora, quiero construirla y situarla. Me lo debo y se los debo a ellas, a esas autoras que no quiero olvidar.

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Anahí Alurralde Molina Boliviana, feminista, escritora y cientista política

Juan José Peralta Ibáñez
Fotógrafo documentalista, fotoperiodismo, naturaleza, video, música

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