Elisabet Carrizo: “La ausencia del Estado que pretenden los gobiernos de derecha son métodos eficaces para una eugenesia social maquillada con premisas de mercado»

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Dentro del ámbito docente de la ciudad de Mercedes, una ciudad ubicada a 100km de Buenos Aires –actualmente administrada por Juan Ignacio Ustarroz, hermano político del ministro de Interior argentino, Eduardo Wado de Pedro–, Elisabet Carrizo es una figura ampliamente reconocida, aunque de bajo perfil por elección personal.

Estudiosa de las muchas problemáticas educativas actuales relacionadas con la niñez, Carrizo –de 48 años y oriunda de la misma ciudad– en su trayectoria laboral siempre ha hecho énfasis en la priorización de las condiciones objetivas que el Estado no puede dejar de observar para el desarrollo pleno de la infancia, meta central de cualquier país que pretenda un desarrollo sostenido de sus tejido social.

Carrizo, cuyo currículo incluye las artes plásticas, la docencia, el arteterapia y las técnicas holísticas aplicadas a la enseñanza y a la niñez, es también heredera de una etapa negra de la historia argentina, al igual que el ministro Wado de Pedro. Esa circunstancia reforzó en esta educadora sus convicciones a ultranza en la defensa de los Derechos Humanos y, en particular, de la niñez más desprotegida.

Usted ha estudiado y se ha capacitado para el programa infanto-maternal «Plan Primeros 1000 Días». Plan que en su ciudad de la provincia de Buenos Aires fue llevado a cabo con altos estándares por la actual administración del intendente Juan Ignacio Ustarroz. Incluso al punto de valerle un reconocimiento del Senado de la Nación por la forma de implementarlo. ¿Cuál es su perspectiva sobre el cuidado de la niñez a nivel nacional?

Está claro que los estándares son siempre perfectibles, que se pueden mejorar. La propia dinámica educacional y las transformaciones sociales obligan a una revisión constante. En países con altísimos niveles en materia de prevención y cuidados de la niñez, como Cuba, Finlandia o Suecia, por citar los más importantes en esa materia, revisan constantemente sus metodologías. Contrariamente a lo que proclaman los discursos menos analíticos e influenciados por usinas de pensamiento que no nos representan, Argentina es un país de avanzada en muchos aspectos, incluido el educativo y el cuidado de la niñez. Una realidad que nos fue heredada desde finales del siglo XIX y que fue ampliada y mejorada por los gobiernos peronistas. Sobre todo el primero. Y antes del peronismo, la influencia y trabajo de esa gran educadora que fue Rosario Vera Peñaloza, muerta en 1950 y que introdujo los principios fundamentales de la puericultura en nuestro país y sistematizó la educación de los más pequeños con la introducción de los jardines de infantes.Por ella el 28 de mayo se se declaró como Día Nacional de los Jardines de Infantes y Día de la Maestra Jardinera.

Dicho esto y olvidándonos de comparaciones a nivel mundial, Argentina está en un proceso gradual y retrógrado significativo desde hace décadas en el abordaje social e institucional de la infancia y sus cuidados. La presión del Fondo Monetario Internacional (FMI) sobre el diseño de país que requiere a sus deudores y los programas estratégicos del Banco Mundial (BM) (un informe en 2020 recomendaba achicar el número de establecimientos educativos en América Latina) se centra fundamentalmente en el desmantelamiento de esos soportes sociales. Podría citarle aquí cualquiera de las llamadas «Cartas de Intención» que sucesivos gobiernos argentinos firmaron con el FMI desde 1983 en adelante, para comprobar que las exigencias para seguir dando flujos crediticios siempre fue reducir los presupuestos educativos, de salud, investigación y desarrollo y, por supuesto, cuidados de la niñez. Una nación que no protege a la niñez es una nación sin futuro y sin eventuales recursos humanos, que es lo que pretende el Norte Global para nosotros, sus proveedores de materias primas.

Entonces… ¿por qué siguen pidiendo prestado a entidades que nos asfixian?

Esa explicación excedería el espacio de esta entrevista, yo creo.  Hay muchos factores que intervienen en esa relación de dependencia financiera Norte-Sur.

Intente una aproximación…

Lo resumiría de la siguiente manera: la tutela financiera del FMI o el BM resultan meros instrumentos de sujeción no solo económica, sino también jurídica. Por eso las deudas se prolongan en el tiempo y resultan impagables, mediante intereses sobre intereses, lo cual permite mantener un statu quo de permanente dependencia y sometimiento. Está comprobado que los países que desanudaron esa amarra con las entidades financieras globales (el caso más cercano en tiempo y lugar es Bolivia), han mostrado grandes mejoras en sus estadísticas sociales. Por eso Néstor Kirchner tuvo como meta primordial desembarazarse del FMI y del BM y renegociar la deuda para una salida definitiva. Por razones análogas, pero contrarias, Mauricio Macri regresó al FMI de forma ilegal según las leyes sancionadas en nuestro Congreso nacional, y lo hizo bajo las exigencias de Washington, las cuales cumplía como un perro fiel. Si hacemos un cuadro comparativo sobre el cuidado de la niñez durante los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández, con los de Mauricio Macri, veremos cómo con este se dispararon los índices de desnutrición, se cancelaron programas infanto-maternales, se desmantelaron guarderías y comedores escolares, se redujeron servicios hospitalarios relacionados a la maternidad y la neonatología. Es decir, se desanduvo el camino ascendente recorrido desde 2003, de recuperación social. Y además de deconstruir lo hecho, Macri adquirió la deuda más grande de la historia nacional (incluso superior a la asumida por Bernardino Rivadavia con la banca Baring Brothers en 1826, a inicios de nuestra independencia). El acto de entrega nacional del gobierno de Cambiemos con el presidente Macri fue también el mayor préstamo que el FMI ha realizado a una sola nación desde su creación en 1944.

¿El objetivo?

Que la Argentina volviera al redil de las economías dependientes y por tanto sujetas a diseños exógenos, sobre todo en áreas  estratégicas  como la educativa, eje central de toda dominación futura. Entre 2015 y 2019, es deci, durante el gobierno de Cambiemos, Argentina descendió del puesto 45 al puesto 47 en el Índice de Desarrollo Humano (IDH) elaborado por las Naciones Unidas. Tengamos en cuenta que en 1991 ocupábamos el puesto 35. Según estos indicadores, Argentina tiene, a pesar de todo, un IDH muy elevado.

¿Y en ámbito local? ¿Hay asignaturas pendientes con la niñez en la Provincia de Buenos Aires y en Mercedes?

Al ser la provincia más importante de mi país, Buenos Aires suele liderar y arrastrar al resto en la aplicación de sus políticas. Desde 2019, el gobernador actual, Axel Kiciloff, un economista surgido del peronismo más progresista y que conoce en profundidad los mecanismos espurios del FMI y el BM, viene implementado políticas inclusivas muy potentes, entre ellas el «Plan de los 1000 días» que usted mencionó al inicio. Un programa que contempla tanto el cuidado de la madre como del recién nacido durante los tres primeros años. Un modelo que se acerca mucho a lo realizado por Noruega o Dinamarca y otros países en el cuidado de sus infancias en los estadios iniciales.

Sin embargo, Argentina no es Dinamarca ni tiene la eficiencia estructural de Cuba y se producen baches e implementaciones fallidas que se deben corregir. En el caso de mi ámbito natural, que es el de Mercedes, el gobierno que asumió hace ya ocho años viene demostrando un nivel de eficiencia y rigor metodológico que confirma aquella premisa que mencioné al principio de la entrevista: Argentina es un país de avanzada en muchos aspectos y tiene la inteligencia y los recursos para encarar políticas complejas de importancia estratégica, y hacerlo con total solvencia. La transformación que experimentó mi ciudad en las últimas dos gestiones demuestra que en América Latina, y específicamente en Argentina, existen modelos concretos de gestión que poco o nada tienen que envidiarle a otras realidades más favorecidas.

“Una nación que no protege a la niñez es una nación sin futuro y sin eventuales recursos humanos, que es lo que pretende el norte global para nosotros, sus proveedores de materias primas”

Habla del Norte rico…

Exacto, aunque yo matizaría… Yo diría del Norte “financieramente rico”, porque los ricos somos nosotros. Aquí están los recursos, las extensiones fértiles y la capacidad potencial de producción. El problema es de economía política, de transferencia de riquezas hacia el Norte Global y de concentración de nuestra riqueza en pocas manos.

Argentina no es un país subdesarrollado, sino sobreexplotado. Por eso casi siempre no logramos cumplir nuestras metas soberanas; o se producen grietas que impiden que nuestras políticas sociales y con la niñez sean ejemplares o cuasi perfectas.

¿Por ejemplo? ¿Qué carencias podrían evitarse?

Muchas cosas… Falta de insumos, una debida gestión de los recursos asignados, la ausencia de espacios adecuados, debidamente saneados o con infraestructuras mucho más idóneas. El gran pedagogo brasileño que fue Paulo Freire tenía una frase hermosa que es una verdadera síntesis de esto que estoy intentando decir. Freire decía: “los espacios educan”.  Un niño acogido en un espacio decadente se formará con una inclinación hacia lo incompleto. Naturalizará el deterioro y la pobreza como parte inevitable de la realidad.

En la provincia de Buenos Aires hay o ha habido jefes municipales y el propio gobernador provincial actual, que entendieron esa premisa como fundamental. Por eso Ustarroz en mi ciudad de Mercedes, o el candidato a presidente por el peronismo Sergio Massa cuando fue intendente de la ciudad de Tigre; o Jorge Ferraresi, antiguo intendente de Avellaneda (un partido limítrofe con la ciudad de Buenos Aires), se preocuparon por mejorar los espacios públicos. Sobre todo los vinculados a la niñez: escuelas renovadas, plazas con juegos seguros y de alta calidad, casas de acogida, centros hospitalarios y salas pediátricas bien equipadas. Los espacios, en efecto, educan. Influyen psicológicamente y para eso hace falta transformar esos espacios. Algunos lo entendieron y otros no. En Mercedes la transformación fue absoluta y aún continúa.

¿Y qué pasaría si ganara Javier Milei, el nuevo fenómeno emergente de ultraderecha, algo inédito en Argentina?

Sería la antítesis de todo lo expuesto. Además de una obediencia sin fisuras a los diseños de los Estados Unidos para nuestro país. La niñez quedaría no solo desprotegida y sin un marco estatal preventivo, sino que sería veladamente genocida con los más pobres, con los desfavorecidos y las clases populares. Lo que se denomina “genocidio por goteo” y que en América Latina se viene implementando desde hace décadas. En Brasil son unas 30 mil personas al año que mueren solo por violencia policial y problemáticas relacionadas con la marginalidad y la pobreza. Es decir, la pobreza y la ausencia del Estado que pretenden los gobiernos de derecha son métodos eficaces para una eugenesia social maquillada por premisas de mercados. El ascenso de Milei a un eventual gobierno nacional sería un verdadero exterminio educativo, una deriva trágica en ese aspecto.

Algo similar a lo que hace Europa con África, quizás.

No se me ocurre una analogía más exacta que esa. Le agradezco… En Europa se replica el mismo esquema, como bien señaló usted: un Norte rico que coloniza y degrada sistemáticamente al Sur que tiene por vecindad. Volviendo a Milei, él sería un ejecutor de esa geopolítica social y demográfica basada en un colonialismo informal pero devastador. No me caben dudas.

Existe un fenómeno transversal tanto en las sociedades de Norte rico como en el Sur Global, en donde el bullyng, el maltrato escolar, tiene rango de pandemia que no reconoce fronteras ni estamentos. ¿Cómo ve el problema? ¿Qué tienen que ver las nuevas tecnologías en este fenómeno?

El llamado bullyng es un fenómeno mundial y lo sufren un tercio de los niños, sobre todo en la pubertad y primero años de la adolescencia. Aunque el fenómeno es histórico y ya se registraba en Francia con la educación emergida de la llamada Escuela Normal (normativa) surgida tras la Revolución de 1789. Incluso con docentes preparados en este contexto francés que fue vanguardista y se aplicó luego en todo el mundo, el fenómeno de lo que hoy llamamos bullyng  también se replicaba. Sin dudas las nuevas tecnologías amplificaron el problema, le dieron una nueva dimensión digital y viral. En lo personal, creo que el problema está subadministrado en Argentina y en muchos otros países. En Europa y los Estados Unidos tienen, efectivamente, rango de epidemia, y además aceptada.

No solo las nuevas tecnologías, difusoras del racismo y la xenofobia, colaboran con profundizar el fenómeno, sino la propia dinámica migratoria mundial establece patrones de diferenciación que luego se traducen en el bullyng. Una sociedad como la nuestra, globalizada bajo premisas de consumo exclusivo, de violencia cinematográfica, de superficialidad y banalidad en sus contenidos (TikTok, Youtube, Tinder, etcétera) en donde se cosifica al otro, se lo deshumaniza, el resultado no puede ser otro que la violencia hacia lo diferente, hacia “el otro”.

El bullyng, lo mismo el mobbing laboral, son subproductos de este sistema capitalista profundamente alienante en que vivimos. Esa enajenación se manifiesta tanto en el culto al cuerpo, la belleza externa como meta, la intolerancia al pobre o en la frustración irresuelta de la vida cotidiana. Hay una imposibilidad cada vez más acuciante en la aceptación de un otro diferente, no igual, pero esencialmente parte de mi comunidad. Entonces emerge la violencia como expresión, ya sea en el ámbito escolar como laboral. En la propia interacción humana, independientemente de su ámbito.

“Paulo Freire decía: ‘los espacios educan’.  Un niño acogido en un espacio decadente, se formará con una inclinación hacia lo incompleto. Naturalizará el deterioro y la pobreza como parte inevitable de la realidad”

Algunos estudios de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y de medios especializados en la problemática docente, también hablan de una pérdida progresiva de la salud mental entre integrantes del Magisterio y profesores. Según usted… ¿existen suficientes controles y garantías en este aspecto? ¿Se monitorea la relación docente-alumno? ¿Los alumnos están a salvo de posibles psicopatías que podrían padecer muchos educadores?

Su pregunta entronca con la anterior: en una sociedad enferma, sus sujetos activos (docentes, educadores, directores de organismos vivos de la sociedad), también son pasibles de enfermar. Vivimos en una sociedad con muy poca salud mental, con una crisis de valores absoluta en donde el otro no vale nada o vale poco. En donde el lucro, la apariencia y la posesión material se convirtieron en los nuevos dioses. Por supuesto, los docentes también forman parte de estas patologías sociales en tanto personas inmersas en esta sociedad, y demás deben lidiar con alumnos también enfermos por estas premisas sistémicas. Entonces se produce una sinergia muy peligrosa.

Muchos docentes y educadores, en el caso argentino, viven al límite de la supervivencia salarial, incluso al límite de la pobreza. No es extraño que un docente tenga más trabajos de los que puede abarcar, entonces esta variable se resuelve bajando la calidad educativa, relajando la exigencia fundamental que debe tener toda función educativa, que debería ser la excelencia, la compenetración con el educando. Si hay carencias salariales y se yuxtaponen otra problemáticas sociales como las violencias intergéneros, la bulimia, la anorexia, la expansión de las drogas recreativas, la disolución familiar y un largo etcétera, el resultado es, a la postre, catastrófico. El educador, en tanto sujeto social, está expuesto a estos padecimientos. En mi opinión, en Argentina hay una ausencia casi total de un control higiénico-mental entre el plantel docente. Algo que debería formar parte del esquema institucional del Estado. Buena parte de la docencia –me atrevería a decir a nivel mundial, pero sobre todo en los países periféricos– no goza de los estándares psicológicos adecuados para su función formadora. Una sociedad enferma genera actores enfermos y termina naturalizando la propia patología, la normativiza. Es decir, la vuelve invisible y por tanto estructural.

Otro aspecto del momento actual de la sociedad global es el mobbing laboral, el acoso interpares en  los ámbitos de trabajo… ¿En el ámbito docente cuál es la realidad en este sentido?

Le diría que hay mucho. Es parte del mismo fenómeno que acabo de describir. En mi propio ámbito de acción, que es la ciudad de Mercedes , el mobbing laboral es un problema grave, incluso en el ámbito municipal. Una de las asignaturas pendientes locales creo que tiene que ver con este fenómeno. Actualmente todavía no existe una oficina o instancia administrativa para denunciar o resolver casos de mobbing laboral. Algo que en el ámbito de la niñez se produce con enorme frecuencia. La llamada Casa de la Niñez en Mercedes, que depende de la Administración provincial, resulta un verdadero leading case, un caso testigo en donde se producen, desde hace muchos años y sin que se arbitre una solución definitiva, todo tipo de abusos contra los y las docentes que trabajan allí. No hay personas idóneas al frente de estas instituciones tan sensibles para las estrategias inclusivas maternos-infantiles, y eso repercute en los niños que allí se reciben, que suelen ser niños judicializados, víctimas de abusos, de abandonos y de familias disfuncionales severas. Creo que esos centros deben ser dirigidos y monitoreados con una rigurosidad extrema que hoy está faltando. La falta de vocación formativa, de compromiso creativo y de inmersión metodológica y psicosocial con los niños recibidos en esos ámbitos asistenciales es, por momentos, flagrante. Solamente gobiernos altamente inclusivos como es el del intendente Ustarroz en Mercedes, pueden evitar su prolongación en el tiempo, aunque en este sentido hay descuidos aún palpables en esta gestión. Un triunfo de la derecha, por otra parte, alargaría estas problemáticas hasta el infinito.  

Para usted… ¿qué no puede ni debe faltar en la labor docente? ¿Cuál sería la axiología, cuáles los valores indispensables en el rol de un formador?

Todo docente debe tener en claro tres valores insobornables: entrega vocacional, sentido de la misión formadora del ciudadano y de la persona humana que le fue encomendada, y responsabilidad psicosocial.

¿Y eso que significa en términos prácticos? Me refiero a la responsabilidad psicosocial.

Significa comprender el contexto personal, económico y familiar del alumnado y adecuarse a esa realidad para inducir al educando a una transformación superadora que sea tutelada, acompañada y asistida, pero motivadora para el niño. Un docente no enseña solo Matemáticas, Geografía o Lengua… enseña –o debería enseñar– a pensar, a dirimir la realidad. Debe otorgar instrumentos para confrontar al mundo y mejorarlo. Si un docente no entiende ese rol, mejor que se ponga a vender pan o se dedique a la jardinería.

¿Y cómo está ese aspecto en Argentina?

Mal. Muy mal. Sin embargo, tenemos los recursos y la voluntad de producir cambios mejoradores. He aquí la importancia de escoger esquemas de gobierno inclusivos, progresistas y socialmente sensibles.

En su ciudad, en Mercedes –que tiene ya casi 75 mil habitantes y por tanto no es un campo de estudio menor– ¿Cuál es su visión sobre ese particular?

Como respondí en otra pregunta, Mercedes es un caso de estudio debido a su eficiencia, a los parámetros de su gobernabilidad que han demostrado ser de excelencia. Incluso con los descuidos que recién mencioné y que son inherentes a toda gestión de la cosa pública, que es siempre compleja y multidimensional.

Como ya dije, el propio Senado de la Nación hizo mención laudatoria sobre la forma y aplicabilidad de los programas sociales que se instrumentan en Mercedes. Por supuesto, Ustarroz tiene aspectos pendientes de mejorar. La Casa de la Niñez es uno de ellos, sin embargo hay voluntad y hay recursos. Es solo cuestión de tiempo que lo perfectible se haga realidad.  

Ya para terminar… ¿Cuál es el futuro para la educación de las masas? Según usted… ¿quién aboga por una educación más eficiente, horizontal e inclusiva: los partidos conservadores o los progresistas?

Hablar de “las masas” es decir del sujeto colectivo, es siempre una generalidad. El filósofo polaco Zygmut Bauman hablaba de la “sociedad líquida” y en esa liquidez o cambio constante predecir el futuro es una tarea arriesgada.  En un contexto global en donde predomina un militarismo salvaje, una depredación planetaria sin atenuantes y una sociedad cada vez más mercantilizada y sujeta a patrones de consumo, el pronóstico es desalentador. Sobre todo porque eso que llamamos “las masas” están casi totalmente colonizadas en sus subjetividades, en su manera de pensar, de identificar su propia realidad y hasta su propio ser frente al mundo. Entonces preguntar por la educación del sujeto colectivo es preguntarse sobre el modelo de sociedad en que vivimos. ¿Y cuál es ese modelo?

No sé… Me gustaría conocer su mirada al respecto.

Yo se lo voy a decir: es un modelo de aniquilación. De aniquilación del otro en tanto competidor. De aniquilación planetaria en tanto la naturaleza devino en mercancía. De aniquilación de valores solidarios, porque la solidaridad es contraria al lucro y a la acumulación.

¿Gobierno progresistas o conservadores?

Progresistas… Siempre progresistas, inclusivos, innovadores, socialmente transformadores, que construyan consciencia fraternal con el género humano. Solo así el mundo y la Humanidad podrán superar la encrucijada medioambiental y de sostenibilidad que ya se hizo presente y que marcará esta centuria. Y para lograrlo, aunque parezca una premisa idealista, solo hay una fórmula posible: educación integral, llana y eficiente, con el Estado como gran protagonista y árbitro en la formación de las masas. Trabajo que comienza con la niñez, semilla sagrada de toda sociedad que se pretenda con un futuro esperanzador.

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Javier Larraín Jefe editorial

 

Juan José Peralta Ibáñez
Fotógrafo documentalista, fotoperiodismo, naturaleza, video, música

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