João Pedro Stédile: “espero que las políticas económicas avancen, que el apoyo popular a Lula aumente y con eso se genere una nueva correlación de fuerzas en la lucha de clases”

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Conversamos en La Quinta Pata, programa de Periferia, con João Pedro Stédile, líder del Movimiento Sin Tierra (MST) de Brasil. Diálogo que compartimos con Correo del Alba.

¿En qué está la cuestión agraria? Usted hablaba del choque agrario que hay en Brasil, por ejemplo, entre el latifundio, la agroindustria y la agricultura familiar. ¿En qué está esa lucha?

Antes que todo, es siempre una gran oportunidad poder hablar con nuestros hermanos de la banda Oriental, ya que somos todos del mismo pueblo.

Creo que este escenario de la realidad agraria brasileña se repite en todos los países de Latinoamérica y quizá del Sur Global, porque estamos viviendo en todo el mundo una nueva etapa del capitalismo, que es un capitalismo controlado por el capital financiero y por las grandes empresas transnacionales, que controlan el mercado mundial de mercancías agrícolas, las llamadas “commodities agrícolas”.

Entonces el capitalismo tiene sus formas de separar de la riqueza natural, desarrollar sus formas propias de agricultura. Yo creo que otros países a veces cambian la terminología, pero las formas son básicamente las mismas, y desde aquí hemos elaborado una síntesis.

El capitalismo y esa fase tiene formas fundamentales del capital. La primera es lo que llamamos «latifundio predador»: que más que un concepto relacionado a las grandes propiedades, es un modo del capital de actuar sobre los bienes de la naturaleza, de apropiarse de forma privada y transformar esos bienes que no tienen valor –porque no son frutos del trabajo humano– en mercancías. Y en esa metamorfosis, como por ejemplo el agua, que la sacan de la naturaleza y la ponen en una botella, el agua no tiene valor –porque no es fruto del trabajo humano–, el valor es trasladarla y embotellarla, pero de ese mecanismo ellos sacan ganancias de 300%, 400%. Lo mismo se puede decir de los que explotan los árboles, los mineros, etcétera.

Por detrás de ese latifundio depredador está siempre el capital financiero y las grandes transnacionales. Aquí en Brasil, por ejemplo, somos un país continental en términos de dimensión, pero tres o cuatro empresas controlan el comercio de agua potable embotellada: Coca-Cola, Pepsi Cola y Nestlé. Todas muy conocidas. Ganan mucho más dinero con el agua que con refrigerio o con leche.

Luego tenemos el modelo del «agronegocio»: es el modelo que produce commodities agrícolas, se utilizan grandes extensiones, semillas transgénicas, mucho agrotóxico, abono químico, pero no desarrolla el país, ellos producen commodities para el mercado externo y hay una alianza de clases entre el propietario de la tierra, las transnacionales y los bancos, que son los que financian.

Pero este modelo no desarrolla el país, no produce alimentos y además tiene una contradicción insuperable: que su forma de producir es agresiva al medio ambiente, sobre todo por el uso de agrotóxicos, que matan la biodiversidad y con eso eliminan la cobertura vegetal y desequilibran la naturaleza, provocando los cambios climáticos.

El tercero es el modelo nuestro, «del trabajo», del hombre de campo, de los campesinos. De nuevo, en cada país hay una terminología apropiada, aquí en Brasil, más que campesino utilizamos agricultor familiar, aunque sea una profesión y no una categoría social. Y la agricultura familiar entonces se dedica a producir con trabajo familiar, en pequeñas parcelas, los alimentos para el mercado interno.

Estamos en esa pugna, la lucha de clases hoy en nuestros países es precisamente sobre esos tres modelos. Escuchaba la conversación de ustedes antes y es lo mismo que pasa en Brasil. El modelo del latifundio predador es aquel que va en la frontera agrícola, el que va avanzando y tomando los recursos de la naturaleza; y aquí en Brasil es el que destruye las florestas, las queman, las matan. Pero, peor aún, ahí, en esa frontera agrícola es donde viven los quilombolas, los afrodescendientes, que habían huído de la esclavitud, los pueblos originarios, y ellos son los que enfrentan más esa ofensiva del capital y por eso se producen muchos conflictos, numerosas muertes, aquí en Brasil.

Primero preguntarte que, viendo las últimas noticias, recientemente asesinaron a una compañera en Bahía por estos conflictos. Después sobre el tema de la deforestación, la tierra: ¿cómo fue vivir el bolsonarismo con respecto al tema de la tierra, la deforestación, el arrasamiento de la Amazonia, con todo lo que implica la destrucción del ecosistema, pero también de las personas que lo habitan? ¿Se han podido recomponer? ¿Cómo está el vínculo con el gobierno de Lula? ¿Hay políticas favoreciendo a que se reconstruya o estamos en un punto muerto?

La primera es verdad, tenemos que denunciar en todos los espacios la violencia que hay de ese capital que llega ahí a la frontera agrícola y no mide consecuencias. Entonces en una región de afrodescendientes había una señora que es madre de santo, de esas religiones afrodescendientes que ustedes tienen también en Uruguay. Y la señora, por ser una líder religiosa, con 72 años, se anteponía a las agresiones del agronegocio y fue víctima de esa alianza del capital que se manifiesta en una agresión hacia las comunidades, pero también de intolerancia religiosa.

Luego está el tema del bolsonarismo, que a nosotros no nos gusta llamar bolsonarismo porque en realidad son fascistas, no hay una doctrina, un liderazgo siquiera de masas, que Bolsonaro represente una nueva corriente del fascismo; él es fascista. Oriundo del Ejército brasileño y, por supuesto, fue expulsado en la década del 70 del Ejército por sus actos violentos cuando intentó poner una bomba en una dependencia del Ejército para reivindicar aumento de sueldo.

En tiempos de crisis del capitalismo como estamos viviendo ahora, las burguesías, para proteger sus intereses, sus privilegios, recurren a las ideas del fascismo

Pero lo que tenemos que comprender, y que es también un fenómeno no solo brasileño, es que en tiempos de crisis del capitalismo como estamos viviendo ahora, las burguesías, para proteger sus intereses, sus privilegios, recurren a las ideas del fascismo. Para tomar de asalto al Estado y amedrentar a la clase obrera con sus ideas de violencia, turbulencia y de políticas antipueblo. Entonces la burguesía brasileña nos dio cuatro golpes antipopulares y antidemocráticos, desde cuando afloró esa crisis capitalista desde 2014. El primer golpe fue tumbar a Dilma, sin ningún motivo; porque es necesario tomar de asalto el Estado brasileño, que tiene muchos recursos. Y se comprobó que el mismo tribunal que había abierto el proceso contra Dilma, del cual resultó su casación, ahora reconoce que hubo un error y que ella no cometió ningún crimen. ¿Y quién va a devolvernos los tiempos perdidos? ¿No?.

Luego dieron el segundo golpe que fue imponer un gobierno impostor de Temer, que gobernó por dos años y nos impuso las peores derrotas legislativas, porque impuso una reforma laboral terrible, que quitó los derechos laborales de la clase trabajadora, puso en la calle a la mitad de la población económicamente activa, quitó los derechos prevencionales. Tendremos una generación de obreros que no va a lograr jubilarse. E impuso el techo máximo de gastos sociales en el presupuesto nacional.

Luego nos dieron el tercer golpe que fue encarcelar a Lula, también sin ningún motivo, como después se reveló.

Y el cuarto golpe fue impulsar a Bolsonaro. Bolsonaro es un lumpen, no tiene fuerza social organizada, no es un líder de masas. Fue manipulado por la Policía brasileña, el responsable por Bolsonaro es la Policía brasileña. Pero ¿qué pasó? El tipo pasó cuatro años transfiriendo recursos del Estado para la burguesía; se ha revelado ahora que él transfirió como escisión fiscal más de 100 mil millones de dólares a las empresas. Ese fue el peaje que él devolvió como gratitud al cargo de presidente. Entonces tuvimos cuatro años en que se paralizó todas las políticas y, al contrario, ante cualquier movilización popular venía la represión, así fue con nosotros en el campo.

En seis años la crisis no se agotó, al contrario, se profundizó, y eso provocó como una contradicción –la dialéctica nos ayuda a entender–, y parte de la burguesía cambió de lado, parte de la clase media cambió de lado. Antes había casi un consenso de la burguesía y de la clase media con apoyar a Bolsonaro, ahora, en las elecciones del año pasado, cambiaron el lado. Y eso fue muy importante porque permitió que Lula aglutinara un frente amplio y lográramos derrotar al fascismo.

Para ir terminando la pregunta, lo que Lula encontró fue un Estado dilapidado, en la reforma agraria, los tipos cerraron el Ministerio de Reforma Agraria, cerraron todas las políticas que favorecían. En esos seis primeros meses de Lula las cosas andan muy vagarosas, porque ellos tienen que recomponer el Estado, recomponer servidores, recomponer políticas públicas, recomponer del presupuesto que fue aprobado todavía, en el último periodo de Bolsonaro. Pero como Lula tiene un liderazgo muy grande, se ha salido muy bien en la política internacional y ahora está tratando de arrumar la casa y ver si podemos avanzar más rápido en el segundo semestre.

Leí una frase que decía: “nos dejaron elegir a Lula pero no al Presidente del Banco Central”. Una frase que retrata un poco la situación en la que se encuentran.

Sí, eso es lo que el Imperio hace con el capital financiero y las transnacionales. Nos impusieron esa tesis de que el Banco Central tiene que ser autónomo, entonces ¿qué pasó? En el último periodo de Bolsonaro aprobaron una ley a su modo, de autonomía del Banco Central, y pusieron ahí un señor del banco vinculado al Santander, que tiene un mandato hasta mediados de 2025. Entonces elegimos, pero no tenemos fuerza para cambiar algunos renglones fundamentales de la política económica. Porque la política de tasa de interés, la política de tasa de cambio y la política de inflación, quien controla es el Banco Central. Incluso con la emisión de moneda. Estamos dando ahora una batalla todos los días, a desmoralizar a ese señor del Banco Central, a ver si tiene vergüenza y en algún modo pide dimisión. Porque Lula no tiene poder, no hay ley que permita que pueda sustituirlo y todavía tenemos muchos problemas en el Congreso. Aquí tenemos dos cámaras: los diputados y el Senado, y funcionan separadas. En el Senado la mayoría apoya a Lula, pero en la cámara no. Esto porque tenemos un sistema electoral muy distorsionado, que hace con que la burguesía, con su poder económico, distorsione.

Les voy a dar un ejemplo: los latifundistas tienen 1% de la población. El agronegocio son minoritarios, minoritarios. Sin embargo, ellos tienen 240 diputados. La mitad de la cámara de los diputados está vinculada al agronegocio. Eso distorsiona, el Gobierno tiene poca maniobra en la Cámara. Por eso sería muy difícil ingresar una ley que devolviera al poder central el Banco Central, y en eso estamos.

Espero que las políticas económicas avancen, que el apoyo popular a Lula aumente y con eso se genere una nueva correlación de fuerzas en la lucha de clases que permita, primero, a nosotros enterrar el fascismo, que es la primera misión; y después, avanzar en políticas públicas para mejorar las condiciones de vida en el pueblo.

En diciembre se completarán 200 años de aquella maldita Doctrina Monroe que el capitalismo gringo asimiló como su meta máxima con «América solo para los americanos»

Ya que nombró a la cámara de representantes, recientemente vimos cómo a usted, y en representación también del MST, había una persecución muy grande, que lo llevaron a una comisión investigadora que fue un show, porque había preguntas que no tenían sentido. ¿Usted lo considera como otro avance contra la izquierda y las organizaciones sociales?

Sí, sí. Es así. Yo diría que la extrema derecha se encerró en el Banco Central, que es controlado por los bancos y en la cámara de los diputados, como una forma de perseguir la izquierda. Ya que el MST, modestamente, es un símbolo de la izquierda en Brasil. Fue una forma de afrontar al gobierno Lula, como avisando: “no te atrevas a avanzar en la reforma agraria, porque aquí tenemos mayoría”.

Nos armaron ese circo de verdaderos payasos y construyeron una comisión en crédito que incluso tiene ese nombre: comisión contra el MST. Eso es una tontería completa, porque cualquier comisión de crédito es para investigar, para analizar la realidad, para buscar explicar la naturaleza de los problemas, pero si ellos ya empezaron incriminándonos. Ya empezaron por la sentencia final contra el MST, y la verdad es que logramos en la opinión pública frenarlos, incluso en medios burgueses. Porque no les conviene a esa altura del campeonato, porque, como les comenté, parte de la burguesía cambió de lado y por eso no les conviene a ellos que manipulan y controlan los medios ideológicos seguir alimentándoles.

En la opinión pública hemos ganado esa batalla de ideología y en las últimas dos semanas, fruto de nuevos acuerdos partidarios con sectores de centro derecha, el gobierno de Lula va a entregar dos o tres ministerios a ellos y a cambio ellos van a dar apoyo en la cámara. Con eso va a alterar la composición de los diputados de esa comisión y ellos querían quedarse ahí todo el año.

Con la nueva correlación de fuerzas ya está prácticamente sellado que la comisión termina el 14 de septiembre y posiblemente ni siquiera tenga relatoría. Porque la relatoría de la derecha ya está lista desde hace dos meses incriminándonos. Pero la mayoría de los diputados de ahora no van a votar esa relatoría, por lo que tendremos un fin nostálgico sin relatoría o los diputados gobernantes logran hacer una nueva relatoría, analizando los problemas que tenemos que son muchos: de crímenes ambientales, de trabajo esclavo y de todo tipo de agresiones contra los campesinos y los pueblos indígenas en la realidad brasileña.

Lo más patético es que el 29 de agosto un tribunal federal declaró al relator de la comisión, esa que quiere incriminar al MST, como reo en un proceso acusatorio por crímenes ambientales de exportación ilegal de madera del Amazonia cuando el tipo era ministro del Medio Ambiente de Bolsonaro. Así que algunos de los diputados incluso tendrán que responder en el Poder Judicial por sus actos y no tienen moral ninguna para investigar a cualquier que sea cambio.

Quería consultarte porque así como las empresas transnacionales no conocen de fronteras más que para ampararse en alguna ley o en algún marco normativo, cuando hablamos de capitales, y en eso no diferencian mucho las fronteras, ¿qué pasa con las organizaciones sociales que combaten un poco esto? ¿Cómo es la cuestión a nivel de la Región? ¿Cuán necesario lo entendés y si existe alguna red con el MST?

Sí, mira, históricamente el MST ha participado de la construcción de esa articulación internacional que nosotros nombramos la Vía Campesina y hay movimientos campesinos de toda Latinoamérica que participan y tiene un nombre específico de Latinoamérica, que es la CLOC: Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo.

Por supuesto, hay organizaciones desde Chile con los mapuches y otras organizaciones de obreros agrícolas incluso, hasta Canadá.  Comparto con ustedes que hay una identidad muy grande de todos los movimientos, porque en realidad nuestros problemas son comunes y nuestros enemigos son comunes. Son las mismas trasnacionales que están en Uruguay, las papeleras son las mismas. Quien controla el mercado mundial de leche que afecta tanto Uruguay y ahora Brasil son cuatro o cinco empresas trasnacionales. La Nestlé, la otra ahí de Nueva Zelanda, ahora tenemos también una mexicana, etcétera. Por eso, campesinos del mundo entero se sienten unidos frente al mismo enemigo y ahora a fines de noviembre tendremos una nueva conferencia internacional de todos los movimientos campesinos del mundo que se realizará precisamente en Bogotá.

En el marco incluso de ese nuevo escenario colombiano y pues el ambiente que hay ahí, incluso la compañera vicepresidente Francia siempre estuvo muy vinculada con los movimientos campesinos con los movimientos afrodescendientes de las quilombolas que ahí en Colombia tiene otro otro nombre.

Tenemos una reunión muy importante antes de eso. Vamos a tener en Chile, en los alrededores de Santiago, una reunión muy importante. No es solo de campesinos, se amplía para movimientos populares, partidos de izquierda, movimiento sindical…y es una conferencia para reflexionar sobre la crisis capitalista y en un programa postcapitalista que nosotros estamos llamando “Conferencia de los dilemas de la Humanidad”.

A fines de octubre vamos a hacer la “Conferencia de los dilemas de la Humanidad” en Johannesburgo, Sudáfrica. Porque te comento, como autocrítica, la izquierda sufrió un duro golpe por la caída de la Unión Soviética y con la hegemonía del neoliberalismo en esos tiempos de capital financiero y nosotros no hemos profundizado qué programa defendimos para enfrentar la crisis y superar el capitalismo.

La izquierda todavía está muy electoral, se preocupa mucho por ganar elecciones, que es importante, pero no se preocupa con qué hacer o el poder público, qué programas deberemos defender para enfrentar el capitalismo, enfrentar la crisis climática que nos va a llevar a la tumba a todos si no reaccionamos.

En diciembre se completarán 200 años de aquella maldita Doctrina Monroe que el capitalismo gringo asimiló como su meta máxima con «América solo para los americanos», por eso nos impusieron en esos dos siglos tantas perversidades, tantas guerras, bases militares, tantos saqueos de nuestros recursos humanos y de naturaleza.

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Nicolás Centurión Uruguayo, psicólogo y analista asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, estrategia.la)

Transcripción: Natalia Vega, Nicolás Centurión (colectivo Periferia – www.periferiauy.blogspot.com)

Juan José Peralta Ibáñez
Fotógrafo documentalista, fotoperiodismo, naturaleza, video, música

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