El asedio fascista

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La amenaza fascista en Latinoamérica cada día muestra más fuerza y representa mayor peligro.

El 8 de enero grupos bolsonaristas atacaron los poderes del Estado en Brasil, de una forma similar al que hicieron los seguidores de Trump el 6 de enero de 2021 en los Estados Unidos.

Por otro lado, en Perú las élites económicas tomaron el poder con un golpe parlamentario y lo retienen sosteniéndose en la represión a los sectores populares, que desde el sur del país continúan movilizados, junto a una campaña chauvinista que pretende generar un falso nacionalismo contra Bolivia acusando de injerencia y apoyo a una supuesta organización armada, para distraer sobre lo realmente importante: la masacre al pueblo peruano.

En el análisis del fascismo se suele diferenciar el fenómeno histórico previo a la Segunda Guerra Mundial de las actuales organizaciones de ultraderecha que retoman elementos del fascismo histórico, aquí compartimos unas líneas.

La forma en la que surgió el fascismo mostró la respuesta más dura del capital contra las posibilidades de transformación que representaba la lucha obrera en Europa; Italia fue uno de los ejemplos más violentos de eliminación de los movimientos marxistas, en un periodo de crisis económica posterior a la Primera Guerra Mundial, evidenciando que el capital no permitiría por ningún motivo revoluciones en esos países y que estaba dispuesto a cometer las mayores atrocidades para iniciar una etapa de reorganización del capital, llevando inclusive un régimen casi militar a las fábricas.

En el caso de América Latina el fascismo de los años 60 y 70, en un momento en el cual los movimientos marxistas y los trabajadores abrían desde su lucha posibilidades de transformación como fue el caso de Chile con Salvador Allende, la respuesta del capital hacia procesos similares fue la organización de una serie de golpes de Estado que frenaron las luchas de los trabajadores del campo y las ciudades y con ello las posibilidades de transformación de varios países, recordando al mundo lo sanguinario que puede ser el capitalismo ante los procesos revolucionarios emergentes, como fue el caso de Bolivia con la Asamblea Popular, el cual fue un órgano deliberante constituido por los trabajadores meses antes del golpe de Estado del general Hugo Banzer Suárez.

En aquel periodo, por los rasgos de los procesos de acumulación, América Latina a diferencia de Europa no tenía burguesías locales que controlaran los mercados locales, por lo que la dependencia del capital transnacional definió las líneas a seguir de aquellas dictaduras que impusieron y sentaron las bases del neoliberalismo, pero que también formaron rasgos de lo que podría ser analizado como un modelo fascista de la economía.

Hoy vemos diferencias y similitudes en los grupos de ultraderecha fascistas, entre las primeras están: que no dependen solamente de los militares, como fue cuando el Plan Cóndor, ya que desde algunas décadas fueron organizando grupos paramilitares al margen del Ejército, en Bolivia esto se aprecia en el grupo denominado Unión Juvenil Cruceñista (UJC), el cual expuso abiertamente su forma de organización paramilitar en el intento de golpe separatista el año 2007 como respuesta a la victoria democrática de los movimientos sociales que asumieron el Gobierno en 2006.

En otros países como Colombia continúan grupos irregulares, responsables de los asesinatos selectivos de dirigentes sindicales.

Otra de las diferencias son los rasgos de las burguesías locales en las que se sostienen y el nivel de dependencia con el capital transnacional que en cada país puede ser distinto. En la dictadura en Bolivia de Banzer se transfirió gran capital a costa del Estado a una burguesía que se fue formando desde los años 50 y que hoy se sostiene en la agroindustria, la banca privada y la propiedad de los principales medios de comunicación, y que geográficamente se encuentra en el departamento de Santa Cruz, al Oriente del país.

Entre las similitudes vemos que las élites de América Latina se sirvieron de los años de la dictadura para acumular gran riqueza y reorganizar sus procesos de acumulación de capital, lo que permite distinguir dos elementos: uno, que el fascismo llega a surgir como necesidad del capitalismo en los momentos en los cuales las fuerzas de izquierda muestran posibilidades reales de transformaciones sociales en el Estado, ante lo cual el capitalismo reacciona de una forma sanguinaria; dos, que las burguesías requieren del Estado y de regímenes de excepción, de los cuales el fascismo es uno de ellos, para reordenar sus procesos de acumulación de capital y alcanzar la transferencia de grandes recursos del Estado eliminando toda resistencia mediante el uso de la violencia paramilitar y militar.

En una coyuntura de posibilidades transformadoras como los que vive hoy nuestra Región, el fascismo emerge como una amenaza real y desde hace varios años con distintas formas de  intentos de golpe y desestabilización, como el golpe parlamentario a Dilma en Brasil (2015), el golpe de Estado a Evo en Bolivia (2019), que reemergió en un conflicto de 36 días en el Departamento de Santa Cruz contra Luis Arce, el golpe parlamentario a Castillo en Perú (2022) y el ataque fascista contra el gobierno de Lula en Brasil (2023).

Este periodo debe llamar a unir a las fuerzas de izquierdas y el pueblo organizado ante el principal enemigo: el fascismo.

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Edmundo Juan Nogales Arancibia Boliviano, abogado

Las opiniones expresadas en esta sección son de exclusiva responsabilidad del autor/a

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