Definitivamente Venezuela está íntimamente ligada a la más conspicua empresa esclavista conocida como la Real Compañía Guipuzcoana de Caracas, legalmente constituida el 25 de septiembre de 1728. En su desarrollo histórico, la Guipuzcoana fue la única empresa autorizada por Real Cédula del rey Felipe V para la importación y comercialización de toda clase de mercancías europeas en la provincia de Venezuela.
Los guipuzcoanos fueron capaces de establecer precios, a su libre albedrío, de la mercancía que se exportaba de Venezuela a los mercados europeos y autoexonerarse en el derecho de no pagar impuestos o de alcabala y de someter a las más despiadadas jornadas de trabajo, bajo un trato cruel e inhumano como se llamaba en esa época, a los esclavos a sus servicios.
Entre 1728 y 1769, la Compañía Guipuzcoana participó en el comercio de esclavos, introduciendo más de dos mil oprimidos, conformados por negros e indígenas, sin ningún tipo de retribución como contraprestación a su trabajo. Todo lo que generaba el trabajo de los esclavos iban a los bolsillos de los vascos que constituían la estructura mercantil de la primera Fedecámaras que se activó en tierra venezolana.
Con la fundación de la Guipuzcoana nació una nueva clase social: Los Amos del Valle, conformada, según Francisco Herrera Luque, por veinte familias mantuanas que regían los destinos de la ciudad de Caracas. A ellos, sus actuales descendientes (Conjunto de hijos, nietos y demás generaciones sucesivas por línea recta descendiente), reconocen que la compañía Guipuzcoana impulsó la maquinaria de la conquista. De allí su formación esclavista. Ellos prosiguieron la colonización principalmente de los valles de Aragua de quienes se creen los dueños.
Precisamente de los Valles de Aragua viene el candidato de la “Plataforma de la Unidad Democrática” Edmundo González Urrutia, quien recientemente dijo en un acto en el sector El León de El Cementerio de Caracas que el venezolano, en su hipotética gestión presidencial, no tendrá que acudir a la dádiva para su vivir, en clara alusión a las políticas sociales que realiza el gobierno revolucionario en función a los más necesitados. Es decir, el llamado embajador ha dicho, semánticamente, que se vayan olvidando de los bonos, bolsa Clap, y, otras misiones sociales que para González Urrutia son dádivas: Ellos como los nuevos esclavos del siglo XXI tendrán que dejarle al Estado ese dinero, para contribuir al fortalecimiento de la oligarquía mantuana que vuelve al gobierno.
Descendiente de Antonio de Urrutia, uno de los primeros guipuzcoanos que se instaló en los Valles de Aragua, el “distinguido embajador” no visualiza a los venezolanos recibiendo el auxilio del gobierno. Por supuesto que detrás de toda esa decisión está María Corina Machado, descendiente de los Zuloaga, una de las familias amas del Valle: Antonia, José Ignacio, José Javier, Juan Lorenzo, Santiago y uno muy especial Gabriel de Zuloaga, Mariscal de Campo, Gobernador y Capitán General de Caracas, de 1737 a 1747. Sabía usted que Zuloaga significa cueva o agujero. Mientras que Urrutia tiene como acepción distante, lejana. Con razón el candidato de la PUD se ve ausente en las entrevistas y discursos que ha dado hasta ahora.
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William Gómez García Venezolano, periodista
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