La noche del 3 de julio, fuerzas ucranianas bombardearon Belgorod, una ciudad rusa de casi 400 mil habitantes, situada a 40 Km. de la frontera con Ucrania. De acuerdo al Ministerio de Defensa de la Federación Rusa, los ataques se realizaron con misiles Tochka-U y UAV. Los proyectiles alcanzaron infraestructuras residenciales, matando a cinco personas y destruyendo varios edificios; dado que los fallecidos son víctimas civiles las autoridades rusas han definido el hecho como “crímenes de guerra”.
No cabe duda de que, pese a estas acciones por parte de Kiev, la operación militar especial de las Fuerzas Armadas rusas en Ucrania continúa su curso. La toma de la ciudad Mariupol marcó la transición a la segunda fase de esta campaña, que es la conquista del Donbás. En este momento, las tropas rusas, junto con las fuerzas aliadas de la República Popular de Luganks (RPL) y la Milicia Popular República Popular de Donetsk, están centrando sus esfuerzos en la liberación final del Donbás. Después de que las fuerzas aliadas tomaran el control de Lisichansk, según el jefe del Ministerio de Defensa ruso, Sergei Shoigu, todo el territorio de la RPL dentro de sus fronteras administrativas fue liberado.
Kiev puede consolarse, por ahora, con los bombardeos a Belgorod y los simbólicos logros operacionales en el Mar Negro; donde dañaron gravemente la plataforma en alta mar de la empresa de Crimea Cornomornaftogaz. De acuerdo a agencias de prensa, la ofensiva fue llevada a cabo con sistemas de armas occidentales, con casi total seguridad dotadas por la OTAN.
Dudas sobre la efectividad militar de Kiev
Recientemente, la Casa Blanca declaró a la prensa que duda que Ucrania pueda recuperar todos los territorios que ha perdido desde el 24 de febrero. Los asesores del presidente Joe Biden, han comenzado a debatir internamente si el gobierno de Kiev debe cambiar su definición de victoria y cómo hacerlo. También creen que debe empezar a moderar las expectativas para calibrarse con objetivos realistas. En la práctica, lo que este conflicto está asomando es que ni rusos ni ucranianos parecieran poder aplastar al adversario. En este orden de ideas a Estados Unidos lo que más le interesa es desgastar al ejército de Moscú, pero no agotar el de Kiev.
Los asesores de Biden, prometen que no presionarán al presidente ucraniano Volodymir Zelensky para que ceda “formalmente” territorio a Rusia, una cantinela habitual desde el inicio de la operación rusa. El mensaje de los norteamericanos es claro, no quieren que se reconozca la victoria de Putin en el campo de batalla, sino en todo caso que la devolución o entrega de territorios sea producto de negociaciones. Lo que parece ser una mera formalidad, tiene grandes implicaciones a nivel geopolítico, porque de salir victoriosa, la Rusia se fortalecería y se convertiría verdaderamente en una potencia mundial capaz de causar temor a sus adversarios.
Esta posición de la Casa Blanca nos evidencia también las divisiones internas dentro del poder norteamericano, específicamente las diferencias entre Presidencia, Congreso y Pentágono. Desde el Departamento de Defensa de los Estados Unidos hay quienes afirman que Ucrania pudiera obtener una victoria sobre Rusia siempre que Washington proporcione las armas y el entrenamiento necesarios. Una decisión que implica poner en marcha las empresas productoras de armamento, y el no menos jugoso negocio de la guerra. Por su parte, la Casa Blanca es más cautelosa porque sabe que sería la principal responsable ante el difícil electorado norteamericano si llega a ocurrir un colapso, un clamoroso fracaso que sería difícil de afrontar después de lo sucedido el verano pasado en Afganistán. Por ello, es más cautelosa y parece estar apoyada constantemente por los informes que emanan desde el Departamento de Inteligencia, quienes afirman que Putin solo podría mantener el esfuerzo bélico durante «unos pocos meses más». Pero estas son solo suposiciones, posiblemente bien fundadas por el aparato de Think Tank que no descansan de día ni de noche, pero en este conflicto nada está escrito, ni totalmente definido, todo está por verse.
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Yoselina Guevara López Corresponsal en Italia