Este domingo 19 de junio, la Policía Nacional del Ecuador, allanó, requisó y tomó posesión de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, insigne institución creada en 1944 cuyo fin, tal como dicen en sus estatutos, es “promover y estimular el desarrollo cultural y libertad de pensamiento en Ecuador”.
Este es un hecho que no debe minimizarse en la magnitud del significado que ello implica; porque efectivamente todo indica que estamos en presencia de un ataque abierto y frontal a la cultura, a los y las trabajadores, trabajadoras culturales, pero a la vez al pueblo ecuatoriano. Es el inicio de la aplicación de prácticas represivas sistemáticas en las cuales se sustentan y se han sustentado los regímenes dictatoriales, autoritarios y totalitarios a lo largo de la historia.
Por una parte, lo que sucedió en esta institución cultural ecuatoriana es la búsqueda y persecución del “enemigo interior”, una acción basada en un principio de “legalidad autoritaria” bajo la forma del reciente decreto de “estado de excepción” emitido por el actual gobierno de Guillermo Lasso, pero sostenida por una “denuncia anónima” y refrendada por una orden de la Fiscalía Ecuatoriana, vergonzosa por el contenido vago y sin una argumentación real, que acusa inclusive a ciudadanos “venezolanos”, sin identificación, intentando estigmatizar a la comunidad de Venezuela que reside en ese país.
La detección y neutralización del “enemigo interior”, es una acción propia de las autoridades gubernamentales que temen la organización e irrupción del pueblo para la toma del poder. De allí que amparados en una “denuncia anónima”, hayan sido capaces de allanar la autonomía de las instalaciones de la Casa Cultura Ecuatoriana; dentro de todo quienes gobiernan temen dar la cara para ejercer acciones tan deplorables como esta.
Por otra parte, cuando aseveramos que existe una “legalidad autoritaria” nos referimos a la existencia de vínculos entre el autoritarismo y el Estado de Derecho. Es inaudito que instituciones que deben ser garantes del Estado de Derecho como la Fiscalía General Ecuatoriana, permitan la realización de actos tan graves basados en una “denuncia anónima”. De allí que peligrosamente Ecuador pueda estar a pasos, si los órganos garantes no actúan prontamente, de que se establezcan mecanismos que legalicen los actos políticos arbitrarios y se supriman los derechos de la población.
Causa estupor que a horas de haber procedido con la operación dentro de la Casa de la Cultura, el Comandante de la Policía Nacional del Ecuador, Fausto Salinas, haya anunciado en rueda de prensa que en las instalaciones culturales se establecerían arbitrariamente “unidades de mantenimiento del orden de la Policía Nacional del Ecuador”, convirtiendo una institución histórica en “albergue para policías”. Sin que, desde el ejecutivo, o desde los órganos garantes de la legalidad haya habido ninguna reacción, si no tan solo un silencio cómplice.
Es necesario señalar que, dentro de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, en Quito, no se encontraron ningún tipo de armas, ni municiones, ni implementos u objetos que puedan ser usados para generar un enfrentamiento armado. Suponer que en espacios culturales se encuentra “material bélico” es también propio de quienes temen el pensamiento crítico y el intercambio de ideas. Este triste y bochornoso acontecimiento en Quito nos recuerda que en los regímenes autoritarios, o que han decidido tomar esa vía como en el caso de Lasso, el primer ámbito en ser atacado es la “cultura”, y todo aquello que implique la crítica y la denuncia social. Por ello esta acción no pierde su carácter simbólico, su advertencia al querer amedrentar al sector cultural, al cual pertenecen los creadores, creadoras, artistas, cultores, cultoras, intelectuales, que son el motor pensante de un país.
Tal como lo expresó Andrés Madrid Tamayo, secretario general de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, el día 20 de junio en la Comisión General del Parlamento Ecuatoriano “nos vulneran un derecho conquistado históricamente por una institución trascendental en el montaje de la República, como lo es la Casa de la Cultura. Nos están quitando y vulnerando la autonomía de la Casa de la Cultura y nosotros como artistas, no solamente como funcionarios, y representantes de esa institución, sino como artistas y trabajadores de la cultura no estamos de acuerdo. No estamos de acuerdo que el Estado haya violentado, haya agredido a nuestra institución que representa al mismo tiempo, en tanto institución con autonomía, a todos los trabajadores de la cultura de este país, que no somos cientos, no somos miles, somos bastante más que esa cantidad, somos centenares de miles y que también afrenta a todo el pueblo ecuatoriano”.
Si pensaban que, con tomar la Casa de la Cultura Ecuatoriana podían matar las ideas, están bien equivocados; todos los tiranos y dictadores que lo han intentado han fracasado y su destino es el albañal de la historia. Los pueblos se levantan con las ideas, con más fuerza y más autodeterminación, más temprano que tarde, siempre han logrado derrocar el autoritarismo y la injusticia opresora; Ecuador, estamos seguros que no será la excepción.
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Yoselina Guevara López Corresponsal en Italia
