La ruta zapatista de la diosa Ixchel cruza los mares para invadir el viejo continente

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El 3 de mayo del año 21 del siglo XXI, desde Isla Mujeres, Quintana Roo, México, la delegación  zapatista “Escuadrón 421”  zarpó en el barco La Montaña para cruzar el Atlántico en una travesía muy desafiante que los llevará a visitar 30 países del viejo continente.

En el sexto mes del calendario la delegación avistará las costas del puerto de Vigo (ciudad olívica), Pontevedra, en la Comunidad Autónoma de Galicia, Estado español. Partieron desde una de las casas de la Diosa  Ixchel, la madre del amor y de la fertilidad, la abuela de las plantas y de los animales, la madre joven y anciana, la rabia en la que se convierte el dolor de la tierra cuando está herida y manchada.Cumplirán la ruta que hace 500 años realizaron los colonizadores españoles, pero a la inversa y como parte de un ritual sagrado maya que data del periodo entre los años 1250 y 1519 d. n. e., donde se rendía culto a Ixchel, una de las principales deidades mayas, asociada a la fertilidad y la luna.

Pero esta vez los viajeros no se han embarcado para rendir tributo y escuchar al oráculo de Ixchel, la delegación zapatista llevará un mensaje de la diosa que también ellos son capaces de desembarcar y comenzar una invasión, pero en la cual se abracen con palabras a los pueblos que en el viejo continente luchan, resisten y se rebelan; no llevarán dolor ni muerte, solo vida, alegría, fiestas y canciones hasta los cielos lejanos de la tribulada Europa.

Una comisión del Congreso Nacional Indígena llegó desde Ciudad de México, conjuntamente con numerosos seguidores que desde Chiapas están acompañando a la delegación zapatista. Turistas presentes en un lugar observaron también asombrados el zarpe del navío, llenos de curiosidad; no faltó la algarabía por la partida de los viajeros.

Los zapatistas y los cayucos

Para los zapatistas su historia está dividida en la metáfora de las naves que a lo largo de su existencia como movimiento político y social han construido. Un primer cayuco, que es su cultura como pueblo originario con profundas raíces mayas, señala que este es el más grande, en el que caben todas las demás naves y el cual está marcado por ser un homenaje a sus antepasados. 

Un segundo cayuco, que fue la etapa de la clandestinidad y el levantamiento, en este reposan sin ser jamás olvidados los que murieron el 1 de enero de 1994.

El tercer cayuco está marcado por la etapa de la alcanzada conciencia, donde entran los pueblos que en resistencia y rebeldía han levantado y levantan la autonomía zapatista.

Por último, la nave más pequeña, y no menos importante, donde están los sueños y anhelos de todos los niños y niñas zapatistas.

Ixchel.

Oráculo de Ixchel

Así dijo la diosa Ixchel: “Que la vida y la libertad naveguen mañana hacia el este en la palabra de mis huesos y de mi sangre, hijas mías. Que no mande ningún color. Que nadie mande para que nadie obedezca, y que cada uno sea lo que es con alegría. Porque la pena y el dolor vienen de los que quieren espejos y no cristales para mirar todos los mundos que soy. En la ira habrá que romper siete mil espejos hasta que se alivie el dolor. Mucha muerte tendrán que sufrir para que, por fin, el camino sea la vida. Por eso, que el arco iris corone la casa de mis hijas, la montaña que es la tierra de mis sucesores”.

Según varios documentos históricos, durante la época colonial española existía una estatua de cerámica de tamaño natural conocida como el Oráculo de Ixchel, situada en la isla de Cozumel. Este lugar sagrado era visitado y consultado durante la fundación de nuevos asentamientos y en tiempos de guerra, pero era también lugar de culto individual. Los peregrinos seguían el sacbe (calzadas mayas) desde Tabasco, Xicalango, Champotón y Campeche (actual México), para adorar a la diosa Ixchel.

La ruta de peregrinación maya cruzaba el Yucatán de oeste a este, siguiendo la trayectoria de la luna a través del cielo; los mayas tenían altos conocimientos de astronomía y de navegación, eran una de las civilizaciones más avanzadas de su tiempo.

Al llegar hasta donde estaba la estatua de Ixchel los peregrinos le decían sus preguntas a los sacerdotes, quienes a su vez eran los encargados de hacerlas a la Diosa y, a cambio de ofrendas de incienso de copal, frutas y sacrificios de pájaros y perros, informaban de las respuestas con la voz del oráculo.

Los registros coloniales españoles dan testimonio de que los mayas pensaban que la diosa Ixchel, o deidad de la luna, vagaba por el cielo, y cuando no estaba en el firmamento se decía que vivía en cenotes (sumideros naturales llenos de agua). Cuando la luna menguante volvía a aparecer por el este, la gente peregrinaba al santuario de Ixchel en Cozumel.

Otra  de las leyendas mayas cuenta que Ixchel se extendía por el mundo en forma de arco iris; lo hizo para dar al planeta una lección de pluralidad e inclusión, y para recordarle que el color de la tierra no es uno solo, sino muchos, y que todos, sin dejar de ser lo que son, iluminan la maravilla de la vida. Ixchel, la mujer del arco iris, abraza todos los colores y los hace parte de sí misma.

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Yoselina Guevara López Corresponsal en Italia

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