El presidente boliviano, Luis Arce, confirmó a través de videos el arribo del primer lote de 20 mil dosis de vacunas rusas Sputnik V contra el Covid-19. Estas primeras dosis se administrarán inicialmente al personal sanitario que está en primera línea de la lucha contra la pandemia. De acuerdo a la cancillería boliviana este es el primer cargamento ruso, que forma parte de una compra total de 5.2 millones de dosis.
El 11 de agosto, la Federación Rusa registró el Sputnik V, que se ha convertido en la primera vacuna del mundo contra el Covid-19. Este preparado consta de dos componentes: el primero se basa en el adenovirus humano de tipo 26 y el segundo en el adenovirus humano recombinante de tipo 5. El fármaco se administra dos veces con un intervalo de 21 días. Según los desarrolladores de la vacuna, Sputnik V es capaz de reforzar la inmunidad durante más de dos años y ha demostrado una eficacia superior al 90% en la prevención del Covid-19.
Hasta la fecha, más de 1.5 millones de personas ya han sido vacunadas con Sputnik V, lo que demuestra que la vacuna no provoca alergias graves. Otro punto a favor del preparado ruso es su temperatura de almacenamiento (+2 – +8 grados Celsius), que permite guardarlo en un refrigerador normal sin necesidad de una infraestructura adicional que implique una complicada cadena de frío.
El mayor activo la vacuna antiCovid-19
De esta manera, Bolivia entra en la pelea que se libra en el mundo por la vida y la sobrevivencia y cuyo protagonista son las vacunas contra el Covid-19, que han pasado a ser el activo más valioso a nivel internacional .
Recientemente el director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus, le reprochó a las multinacionales farmacéuticas que producen las vacunas que abastezcan primero a los países de mayores ingresos monetarios, en un claro favorecimiento a los ricos frente a los pobres. De hecho, sería injusto culpar a las multinacionales, sin añadir que los países ricos son también poderosos políticamente y, por tanto, pueden ejercer una mayor presión sobre las industrias farmacéuticas para conseguir todo y de forma inmediata. El resultado de todas estas desigualdades es que Guinea, un país de África Occidental, solo ha podido administrar 25 dosis de vacunas frente a los 39 millones de dosis administradas hasta ahora por los países ricos. Ante estos datos, Tedros Adhanom Ghebreyesus señaló que “es un fracaso moral catastrófico que, en los países ricos, se vacune a tantas personas de muy bajo riesgo, mientras que las personas de muy alto riesgo de los países pobres sigan sin recibir dosis”.