De acuerdo a reportes de las autoridades iraquíes, el 23 de enero el servicio antiterrorista puso en marcha la «Operación Venganza de los Mártires”, en respuesta al atentado perpetrado por el ISIS en Bagdad el 21 de enero, reivindicado por el Estado Islámico.
El ISIS está presente en suelo iraquí desde 2014, cuando comenzó a ocupar grandes porciones del territorio del país, incluyendo su segunda ciudad más grande, Mosul, tomada por el extremismo islámico el 10 de junio de 2014 y principal centro urbano conquistado por el ISIS allí.
El 10 de julio de 2017, el gobierno de Bagdad había anunciado entonces que había recuperado Mosul, y el 9 de diciembre siguiente, el entonces primer ministro de Irak, Haider Al-Abadi, con el apoyo de las fuerzas del general iraní Soleimani, asesinado por Estados Unidos, anunció la victoria del país sobre el Estado Islámico después de tres años de batallas, tras la reconquista de Rawa, una ciudad en la frontera occidental de Anbar con Siria, el último bastión del grupo en Irak. Desde entonces, el ISIS ha seguido lanzando ataques localizados y desencadenando insurgencias en el norte de Irak para debilitar al gobierno de Bagdad.
Por el momento, los combatientes del Estado Islámico ya no controlan porciones de territorio, pero todavía existen en el país las llamadas «células durmientes» que realizan atentados individuales, a menudo contra infraestructuras estatales, situadas en su mayoría en las zonas desérticas del norte de Bagdad. Además de esto, otro objetivo frecuente de los terroristas son las Fuerzas de Movilización Popular, o Hashd al-Shaabi, una coalición de milicias paramilitares mayoritariamente chiitas respaldadas por Irán, que habían luchado contra el ISIS.
El servicio antiterrorista de Irak señaló que la «Operación Venganza de los Mártires” combatirá a los miembros del ISIS aún activos en el país, comenzando en la capital y extendiéndose por otras provincias.
Un atentado, dos terroristas suicidas
El último atentado perpetrado por el ISIS en el centro de Bagdad tuvo lugar el jueves 21 de enero en la plaza de Al-Tayaran, en el cual se verificaron numerosas explosiones, dando como resultado 32 fallecidos y al menos 110 heridos, lo que supone el mayor número de víctimas registrado en la capital iraquí en los últimos tres años.
Según los primeros informes de la seguridad iraquí, la explosión principal fue generada por un terrorista suicida que se inmoló con un cinturón de explosivos fingiendo que necesitaba ayuda por un dolor de estómago y logrando reunir a su alrededor a un gran número de personas. Por su parte, el segundo terrorista suicida se hizo estallar mientras las fuerzas de seguridad le perseguían, aprovechando el aglomeramiento de personas que trataban de asistir a las víctimas causadas por la primera explosión.
Tras el incidente, las fuerzas de seguridad se han desplegado por toda la capital, mientras que han sido cerradas todas las vías de acceso a la llamada Zona Verde, un área de seguridad donde se encuentran las instituciones y las embajadas.
Amenaza terrorista entre Irak y Siria
El atentado, calificado de «despreciable», ha sido condenado enérgicamente por la misión de Naciones Unidas en Irak que, sin embargo, ha precisado que lo ocurrido no obstaculizará el camino del país hacia la estabilidad y la prosperidad. En este sentido, un miembro del Alto Comisionado iraquí para los Derechos Humanos, Ali al-Bayati, dijo que las explosiones ocurridas el 21 de enero son un indicio del retorno de la amenaza terrorista y, al mismo tiempo, de la debilidad del aparato de seguridad.
Un informe publicado por las Naciones Unidas, en agosto de 2020, indica que hay más de 10 mil militantes del ISIS todavía activos en Irak y Siria. Están organizados en pequeñas células y se mueven libremente entre los dos países, mientras que otros habrían encontrado refugio en el noreste de Irak, en la zona montañosa de Hamrin, desde donde están librando una «guerra de desgaste» contra las fuerzas de seguridad iraquíes. Además, según varias fuentes, el objetivo de la organización es socavar el gobierno de Bagdad mediante atentados contra las fuerzas de seguridad y grupos civiles que también tienen como meta atentar contra las infraestructuras estatales, situadas principalmente en «zonas abiertas» al norte de Bagdad.