Por Boris Ríos Brito
Entre las frases que me llamaron la atención de un historiador liberal, estaba la descalificación a la “moralina guevarista del hombre nuevo”, que creo necesario rebatir, no por el autor, sino para quienes buscamos reflexionar en torno a un pensamiento tan ardiente como es el del Che, justo y cuando celebramos el aniversario de su 92 natalicio.
I
El “hombre nuevo” no es resultado de una decisión personal de ser mejores o más justos, ni siquiera el de una militancia febril y larga, sino la creación heroica de una sociedad que decide colectiva e individualmente vencer al capitalismo en todos sus aspectos. El autoconocimiento en su máxima expresión, la conciencia de clase, la simple conciencia social y política –o como quiera llamársele a ese hecho– representan un quiebre radical sobre los valores, la tradición y la moral de la sociedad capitalista.
Así, el “hombre nuevo” no es un autonombramiento, sino el producto de una transformación radical de la sociedad que hace consientes e inteligibles los hilos de la razón capitalista sobre la vida.
II
Para el guevarismo, el sacrificio consciente por romper las ataduras del capitalismo es esencial. Las poses, el discurso hueco y mediocre y, sobre todo, el valerse de privilegios para mantener el orden establecido, son enemigos a vencer. ¿Cómo no podría enardecer a las y los liberales tal precepto? Ser individual y colectivamente sujeto activo para transformar la sociedad a toda costa, compartir el sufrimiento, el dolor y la lucha de los demás es ajeno al individualismo tan básico en el capitalismo.
Solamente de esta manera podemos comprender que para el Che fuera fundamental una disciplina férrea, saber obedecer y mandar, el privarse de privilegios, de esforzarse al máximo por entender teórica y prácticamente la realidad para transformarla, estudiando, siendo crítico y recibiendo críticas, y asimilar este sacrificio como precursor de una nueva sociedad.
III
El Che entendía el “odio de clase” como básico para avanzar hacia una nueva sociedad, mientras que al mismo tiempo hablaba del amor como un acto revolucionario, como también peleaba a muerte por la vida. ¿Existe una incoherencia en esta perspectiva? Claro que no. Solamente para el pensamiento liberal bajo el argumento hipócrita de una cultura de paz y de privilegio de las vías democráticas (burguesas) existe una contradicción, ya que en el fondo se encubre la explotación, la imposición y la violencia y brutalidad del capitalismo, mucho más en su fase imperialista. De esta manera, el “patria o muerte”es un llamado a la vida, a la esperanza.
IV
El militante revolucionario, el guevarista, es pues un soldado de la revolución en todos los frentes, incluido el personal. Su moral no es solamente ajena a la del capital, sino radicalmente opuesta a esta, regida por el sacrificio y la disciplina en un espíritu constructor crítico y descarnado, sin falsas e hipócritas posturas (burguesas).
En esta historia de lucha, no solamente con el legado, sino con el ejemplo, estos valores tan extraños para el capitalismo como necesarios para una humanidad redimida, están presentes en quienes no han dejado que su camino sea otro, sino el que eligieron para cambiar el mundo por asalto, en quienes, como el Che, arden la vida en ello.
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Boris Ríos Brito Sociólogo