Samanamud, el acontecer político actual y el devenir de los movimientos sociales y naciones indígenas (primera parte)

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Por Correo del Alba

Jiovanny Samanamud es sociólogo, analista y escritor, exviceministro de Educación Superior durante el gobierno de Evo Morales y un conocedor del pensamiento político y social boliviano, especialmente del que emana desde las naciones originarias. Para hablar del momento actual del país, de las elecciones venideras y de los desafíos que se avecinan para los movimientos sociales, los pueblos indígenas y en general para la sociedad, Correo del Alba acudió a entrevistarle.

¿Cómo ve la situación actual en Bolivia?

Hay una diferencia fundamental que se siente en las personas en Bolivia, al margen del tema de la pandemia y del coronavirus. Nosotros el año pasado hemos sufrido un golpe de Estado, una abrupta interrupción del orden constitucional por militares y policías que han decidido apoyar ese proceso de salida no constitucional. Un “golpe blando” de una manera también inédita, que para el contexto de la subjetividad de los bolivianos y las bolivianas juega un papel fuerte, porque estamos desde noviembre del año pasado en una continua inestabilidad y eso tiene grandes consecuencias sobre la subjetividad, incluso sobre el aspecto económico que estamos sintiendo ahora y, por lo tanto, ese nivel de incertidumbre que el mundo ha incorporado y que ha vivido este último tiempo se ha amplificado aquí por los efectos de la situación y el clima político.  

Los que estamos en Bolivia sentimos que desde enero hemos vivido una especie de vorágine inestable que no nos deja pararnos para poder mirar y ver el horizonte, por lo menos desde un punto de vista más interno, subjetivo. Y, por lo tanto, padecemos una situación compleja políticamente, porque no solo estamos enfrentando esta pandemia, sino que tenemos que enfrentar a un régimen que evidentemente está sacando lo peor de cualquier escenario posible, al punto que uno puede decir que esta configuración y emergencia de este orden autoritario no solo que es inédito e imprevisto, sino que hasta un poco terrorífico, porque las connotaciones que tiene incorporan elementos que evidentemente muestran no solamente su descarnada actitud, su ignorancia, su arrogancia y ambición de poder, y en una coyuntura como la que tenemos nos termina oprimiendo más, vivenciando una incertidumbre reforzada.

Junto con el Covid-19, Bolivia es víctima de una política anómala, a la que hace referencia. ¿Cómo caracterizaría la misma?

Primero, tenemos un escenario destrozado en el marco del tablero político, no solamente porque no sabemos qué es lo que vamos a enfrentar, porque aunque la Asamblea Legislativa ha planteado en términos constitucionales la elección en 90 días, la gente que está en el régimen por nada del mundo quiere enfrentarlas ya que sabe perfectamente que no tiene chance siquiera de ganar. Ellos habían canalizado el año pasado el descontento que había, porque hay que reconocer que había un descontento creciente en Bolivia por diferentes razones, y los golpistas tuvieron la habilidad de canalizarlo y concentrarlos en Evo Morales y el Movimiento Al Socialismo (MAS), y ese descontento fue capitalizado de los golpistas, y sí, evidentemente una buena parte de la población ha pensado que esa era la alternativa y la solución, por lo tanto, ese primer elemento nos deja un país políticamente polarizado. Una polarización que tiene visos e indicios de venganza, por un lado, mientras que, por otro, está construida ideológicamente sobre falsas premisas que siguen operando y que han operado durante el golpe, como hacer ver que la gente del MAS es salvaje o son tan suicidas que son capaces de autoexplotar una planta de gas y morir ellos mismos. Una locura lo que se esgrime, en verdad.

Sin embargo, la coyuntura de la pandemia ha desatado o ha demostrado descarnadamente todo lo que el régimen es en cuanto a su incapacidad, torpeza, a la brutalidad con la que actúan, de no tener más que como única herramienta de gestión la fuerza bruta, por eso constantemente da la solución a los policías y a los militares como los protagonistas para poder solventar y al fin de cuentas sostener el régimen, que es lo que básicamente los sostiene.

¿No hay más soporte del régimen?

No tienen estructura parlamentaria, no tienen un partido, no tienen gente que les apoye porque a la mayoría de las personas a las que se les ha denominado “pititas”, es decir, gente que ha apoyado el movimiento insurreccional contra el MAS, no está del todo conforme con lo que se hace. Esto ha implicado, en el plano político, una ventaja importante para el MAS, porque el fantasma que había instaurado el golpismo el año pasado se ha atenuado. Y, paradójicamente, muchas de las cosas que se criticaban, como una ironía histórica, se han vuelto a presentar en este gobierno: al MAS se lo comparaba con una especie de gente angurrienta de poder, ignorante, que no sabía hacer gestión, corrupta, que robaba y que era un gobierno dictatorial, y estas cuatro cosas que he mencionado, como principales –porque hay más–, se les pueden indilgar sin ningún problema al gobierno de facto, por tanto la ironía de la historia le ha favorecido en parte a MAS, porque ahora ese tipo de diagnóstico ha hecho, en mi opinión y también según evidencian algunas encuestas, que hay una enorme cantidad de gente indecisa, cosa que creo no podía haber el año pasado, sobre todo de cara a la elección futura que iba a ser después del MAS.

Eso muestra un escenario político que se ha modificado y que el propio gobierno golpista se ha encargado de minimizar; por supuesto que no sabemos el impacto real que pueda tener, pero una vez que termine el tema de la cuarentena vamos a tener una imagen más clara, aunque por lo menos esos elementos creo que marcan el derrotero político hoy.  

«Hay que empezar a construir cierto tipo de soberanías tecnológicas, científicas, farmacéuticas que nos permitan tener un soporte mínimo para aguantar una posible situación como la que estamos experimentando»

¿Los candidatos del MAS pueden seguir con las propuestas que tenían antes de la pandemia? ¿En qué afecta a la visión de este Instrumento Político la nueva condición geopolítica internacional?

La pandemia ha modificado muchísimas cosas, de las cuales nosotros ni siquiera somos conscientes y creo que ha reforzado ideas que se habían manejado durante el gobierno del MAS que, sin embargo, si bien habían estado presentes, subordinadas algunas o abandonas, otras trabajadas, de una u otra manera el contexto actual plantea una modificación necesaria, inevitable en varios planos.

¿En cuáles, por ejemplo?

Sobre todo en la condición geopolítica, tomando en cuenta que estamos en un mundo multipolar, porque estamos jugándonos el peso de Bolivia en el contexto de la disputa entre Rusia, China y Estados Unidos, y este es el caso del litio, por ejemplo, que nos ha afectado directamente, que es uno de los móviles fundamentales para que haya una articulación internacional del golpe. El golpe de Estado no ha sido solo un movimiento insurreccional de gente descontenta con la gestión del MAS –que ha existido ese descontento–, sino que ha habido una coordinación con gente exterior que estaba pensando en un mecanismo de tener ventajas estratégicas respecto al litio y otras cosa fundamentalmente, porque había una muy buena relación de Bolivia con Rusia y China y sabemos que eso actualmente significa una disputa de carácter geopolítico, al que no podemos negar. Esa modificación de propuesta implicaría entender, por ejemplo, una reconfiguración de la salud, que creo que es lo que va a afectar a todos los sistemas de salud de América del Sur, porque han colapsado, incluso se podría decir del mundo. En efecto, eso implica una política de salud fuerte, ningún partido que quiera plantearse una nueva elección en un futuro próximo inmediato, en cualquier país, puede dejar de tomar en cuenta la salud.  

¿Y en cuanto al debate surgido acerca del rol del Estado?

Evidentemente el componente estatal va a surgir muy fuerte, se tiene que enfatizar, no solamente en construcción de infraestructura, sino en la generación de mayores niveles de formación de los profesionales. Habría que hablar de un desarrollo científico tecnológico más local, más propio, que es algo que también es una tendencia mundial: desarrollarse un poco autárquicamente, como la palabra lo dice. Esto significa que hay que empezar a construir cierto tipo de soberanías tecnológicas, científicas, farmacéuticas que nos permitan tener un soporte mínimo para aguantar una posible situación como la que estamos experimentando. 

También hay que modificar la propia educación, porque los sujetos que van a ser formados van a enfrentar una sociedad diferente en términos de lo que nosotros hemos vivido y hemos sido, por tanto se debe modificar la propuesta educativa, la visión de la educación de cara a la situación nueva frente a cualquier tipo de contingencia, como esta que nos ha demostrado limitaciones del conocimiento humano a tal punto que hemos retrocedido a un artefacto creado hace más de 300 o 400 años, como es la cuarentena; incluso tal vez más, y ha servido porque no teníamos otro, pero eso muestra la fragilidad de la humanidad. Ante ese conocimiento de la fragilidad, tienen que modificarse los parámetros educativos.

El tercer componente fundamental va a ser el empleo, que va a estar ligado a la salud y la educación, algo que se reclamaba desde el contexto político mundial, que es una situación compleja, pero igual tendría que centrarse en esos marcos.

Y el cuarto elemento clave, como una reforma constitucional, es el sistema de representación, definitivamente la crisis que ha experimentado Bolivia tiene que ver también con cierto tipo de descontento, es una cuestión de representación y los sistemas políticos que manejamos en el mundo, sobre todo en América Latina, de la democracia representativa, son insuficientes, y por lo tanto habría que ahondar muchísimo más en la democracia participativa y en otras formas de gestión y representación políticas que rompan la falta de legitimidad que tiene todo sistema político producto de esta crisis de representación. Por lo tanto, la forma del MAS, que no era una forma de partido, era una forma de movimiento y bajo esa forma aglutinaba un conjunto de posiciones y organizaciones sociales, tiene que ahondarse más y reducirse a la forma de partido.

Más allá del debate anarquista o no, la crisis de representación es seria, le ha venido al mundo, no solamente a Bolivia, y parte de eso ha arrastrado al propio MAS, entonces es importante tener una propuesta. Creo que esas serían como cuatro pilares fundamentales sobre las cuales se puede asentar eso.

«Habría que ahondar muchísimo más en la democracia participativa y en otras formas de gestión y representación políticas que rompan la falta de legitimidad que tiene todo sistema político»

¿Cuál es el rol de los movimientos sociales hoy?

El movimiento social tiene varias tareas, definitivamente. Me parece que se ha descuidado una educación formativa, por poner un ejemplo, que tiene que ver con el rol político del movimiento social y de los pueblos indígenas, y eso es importante, es decir, en Bolivia se ha acusado a las organizaciones sociales y campesinas de ser ignorantes, de desconocer completamente los mecanismos de funcionamiento de las situaciones críticas y de salud, y creo que no es cierto desde el punto de vista de un sentido común que todos tenemos, pero es necesario que las alternativas y las respuestas puedan darse desde los propios sectores organizados, desde los movimientos sociales y desde el bloque popular y eso implica que en el proceso formativo no hay que simplemente enfatizar la formación profesional, que es lo que se ha enfatizado en Bolivia.

Otro ejemplo, se ha dado una muy buena cabida a la profesionalización, se han construido institutos técnicos en lugares estratégicos intermedios para evitar que gente de organizaciones sociales y movimientos campesinos que residan en el área rural puedan tener necesidad de buscar una educación superior en el área urbana. Es importante, pero es únicamente ver desde el ámbito profesional. Un error que hemos tenido es mirar con un profundo efectivísimo y pragmatismo y eso es una especie de reflejo de nuestras condiciones de desigualdad y de extrema pobreza que nos quita de lado el aspecto formativo, que implica trabajar elementos creativos de imaginación más allá de lo meramente efectivo. 

Es un descuido muy fuerte que no solo tiene que ver con la sociedad boliviana, en tanto a educación formal, sino con la formación política de las organizaciones y los movimientos sociales y ese creo debe ser un rol fundamental, estos se fortalezcan políticamente a través de una formación que rebase el mero inmediatismo laboral, en pedir solamente una formación ligada a los oficios, que está bien pero es insuficiente, porque eso no nos va a dar la capacidad imaginativa y creativa de enfrentar situaciones nuevas. La pandemia que estamos viviendo es nueva y por mucha capacidad política y de organización que tengamos, si carecemos de una capacidad intelectual y creativa para poder dar soluciones imaginativas y no quedarnos en nuestras reivindicaciones, sino dar un salto cualitativo en ese proceso formativo, el rol político de los movimientos sociales se va a ver seriamente afectado o va a desaparecer, será sustituido por una sociedad en la que estos lentamente dejen de ser movimientos y se conviertan en ciudadanía, eso ha pasado con los hijos de las organizaciones de los movimientos sociales, campesinos, dirigentes mineros, dirigentes sociales, dirigentes del movimiento socialismo, de las confederaciones, de las Bartolinas. Si uno revisa, los hijos son los primeros que abandonan esos nichos organizativos para poder disponer de todo el consumo y de la ciudad. 

¿Y por qué cree que ocurre esto último?

Porque no se ha podido repensar que la forma de movimiento social como organización sindical puede crecer independientemente de su estricto apego a la sobrevivencia económica social. Eso es repensar el rol, ¿basta simplemente darle una función política al movimiento social?; pero si algo hemos experimentado en estos 14 años del MAS es que darle un rol funcional al movimiento social no le modifica su naturaleza, sino que puede hasta inmovilizarlo. 

Para poner un ejemplo simple, tienes dirigentes de organizaciones de movimientos sociales formando parte del Estado, eso los ha desnaturalizado y los ha desmovilizado, ¿era necesario hacerlo? Al final,nosotros mismos hemos logrado eso, hemos terminado diciendo que lo mejor es tener profesionales, para que estos puedan formar parte del stock de conocimientos sociales; los hemos tenido que sacar de su lógica de movimientos sociales para poder introducirlos a una lógica de gestión y de organización, eso parece coherente, pero en el fondo es una negación de la lógica del movimiento.

Un movimiento social puede seguir teniendo ese arraigo económico, político y social, pero hay que dar conocimiento a eso, capacidad de recrearse a sí mismo, para que tenga las posibilidades de inventarse una nueva función, un rol político en el futuro.

No hay un rol predefinido, pero es cierto que lo que se ha hecho con los movimientos y las organizaciones solo ha servido para negarlos, paradójicamente, porque se les ha enfrentado a la situación de gestión pública. Pero, ¿qué necesitamos? ¿Adaptar el movimiento social a la gestión? Hay que trasformar al propio movimiento social para transformar la propia gestión y eso implica un proceso amplio de formación, discusión y debate para replantearse cosas inéditas; creo que eso permitiría a Bolivia mantener su visión de organización, de movimientos sociales y trascender la mera posición reivindicacionista que se tiene.  

Y, ¿cómo ve el panorama respecto a las naciones indígenas?

En el caso de los pueblos indígenas y de la perspectiva indígena creo que va por el mismo lado, replantearlos. Una de las cosas que tampoco se ha entendido muy bien es el papel que tiene la descolonización, sobre todo porque el aspecto colonial implica una profunda deshumanización de los indígenas, y ese es el punto: esa deshumanización hay que trabajar, para que se pueda subvertir el colonialismo. Los pueblos indígenas podrían ser un baluarte fundamental. 

Hay que volver a repensar los conceptos de complementariedad que han sido producidos desde ese campo, la idea de Vivir Bien, las nociones de Pacha Mama, pero insistiría en que hay que pensarlo en una doble dimensión y no a un nivel tecnológico o tecnocrático de querer organizar una estructura de Vivir Bien como un modelo o paradigma, sino además en el nivel especulativo, intelectual, imaginativo, porque ese plano ayudaría a crear escenarios nuevos, ser más creativos frente a una situación.

Juan José Peralta Ibáñez
Fotógrafo documentalista, fotoperiodismo, naturaleza, video, música

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