Por María Fernanda Barreto
(Este relato fue escrito el 2 de mayo del 2019, a pocas horas de vivir todo lo aquí narrado, aún con la emoción latiendo en el corazón y en el pulso político del país. Lo compartimos hoy como un ejercicio necesario de memoria, porque no solo de las derrotas se aprende.)
Venezuela es un país sumamente noticioso, en el que quedarse dormida puede significar perder noticias fundamentales. El martes 30 de abril de 2019, cerca de las 03:00 hrs., los teléfonos comenzaron a sonar transmitiendo un mensaje del autoproclamado Juan Guaidó, portando un brazalete azul, acompañado del dirigente del partido Voluntad Popular, Leopoldo López –hasta entonces con detención domiciliaria–, y un grupo de militares uniformados y armados. Decía encontrarse en la Base Aérea La Carlota, a tiempo que anunciaba el inicio de la “Operación Libertad”, y llamaba a la gente a las calles, asegurando contar con el apoyo de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB), a la que insistió en llamar “Fuerzas Armadas”. Mientras pasaban las primeras horas del día; las líneas telefónicas colapsaron.
La noche anterior, ya tarde, varios bajones eléctricos en la ciudad de Caracas habían colocado en estado de alerta a parte de la población. Sin embargo, las tensiones se auguraban para el primero de mayo, fecha para la que se habían anunciado grandes marchas de ambos sectores políticos.
En algunas zonas del este de la capital, donde habitan en general los estratos económicos más altos, opositores y opositoras comenzaron a salir inusitadamente temprano de sus casas, generando inquietud en los menos informados. Pero no fue si no hasta las seis de la mañana, cuando a través de sus redes sociales el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) emitió una convocatoria urgente a la militancia hacia el Palacio de Miraflores, y el Ministro del Poder Popular para la Comunicación e Información informó que el Gobierno se encontraba “enfrentado y desactivando a un reducido grupo de efectivos militares traidores que se posicionaron en el distribuidor Altamira para promover un golpe de Estado contra la Constitución y la paz de la república”. Así despertó la mayoría de la población que aún permanecía dormida.
Al salir el sol, ya algunas personas se encontraban en los alrededores del Palacio para su defensa. Las calles del centro de la ciudad y las plazas Bolívar de todo el país, siguieron llenándose de personas que respondieron al llamado a enfrentar el golpe en ciernes, y podían verse en todas partes los uniformes caqui de la Milicia Bolivariana.
Por su lado, la derecha insistía en el llamado a las calles y poco a poco una pequeña parte de sus simpatizantes se fueron concentrando en sus territorios. En algunos de esos lugares comenzaron las ya acostumbradas “guarimbas”, que se iban extinguiendo rápidamente, con la misma velocidad que se extinguía la operación político-militar que había iniciado con apoyo del director del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin) y un muy pequeño grupo de oficiales de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB), que llevaron engañados a algunos de los soldados a su cargo.
Conforme avanzaba la mañana, los soldados que habían sido timados se escabullían. Las escenas de un pequeño grupo de militares armados con fusiles y ametralladoras, cuyas balas se mezclaban en una misma canasta con racimos de plátanos verdes, recorrían las redes que escasamente podían consultarse desde los alrededores de Miraflores. Acompañando a los militares sublevados, un grupo también pequeño de dirigentes opositores apareció en pantalla.
El Metro de Caracas suspendió sus labores, por razones de seguridad, y las calles de los sectores populares, donde la mayoría de la población depende del transporte público, se fueron llenando aún más. Llegar al centro para respaldar al Presidente se convirtió entonces en una caminata de más de una hora para muchas personas, entre las que nos contábamos.
La tensión inicial de la madrugada fue paulatinamente diluyéndose. La temporada de mangos nutrió a quienes se congregaron en la Av. Urdaneta y fue llenando de semillas los alrededores de la instalación de gobierno. Los discursos de los y las dirigentes del gobierno desde la tarima, que aclaraban que los golpistas se encontraban afuera de la Base Aérea La Carlota, sin poder ingresar, y que su número era reducido, se juntaron con la música revolucionaria y fueron poco a poco distensionando el ambiente. La camaradería de quienes se iban encontrando, volvió a marcar la pauta de una nueva jornada de resistencia popular.
Generales de Brigada y de División portando sus uniformes de la Milicia Bolivariana, formaban parte del tumulto que continuó creciendo, comían en la calle con la gente y su evidente calma transmitía optimismo. El anuncio del traslado de Leopoldo López y los militares alzados hacia embajadas, el sofocamiento rápido de las protestas opositoras y, en fin, la desilusión de la militancia opositora, que viajaba a través de las redes desde el este de Caracas y se transformaba en alegría al llegar al centro, se propagó al resto del país.
Al ocultarse el sol, muchos grupos se dirigían a las cafeterías, se sentaban en la Plaza Bolívar, emprendían el camino de regreso a sus casas, o incluso planificaban fiestas para celebrar, aprovechando que al día siguiente no habría que madrugar, porque el Caribe tiene la magia indómita de defender la alegría ante cualquier adversidad.
Ya por la noche, a las 21:00 hrs., el presidente Maduro se dirigió al país. Desmintió las matrices de opinión que se trataron de generar desde Estados Unidos, denunció que habían resultado heridos militares bolivarianos, anunció el regreso del Gral. González López al Sebin, dio información más detallada sobre lo sucedido y cerró la jornada reconvocando a la marcha multitudinaria que se daría al día siguiente, en el marco del Día Internacional del trabajador y la trabajadora, llamando al pueblo a permanecer alerta.
El martes 30 de abril llegó a su fin y la cultura caribeña volvió a hacer de las suyas. Antes de despedir el día, las redes sociales de la militancia chavista rodaban una pregunta que había quedado en el aire: ¿Para qué pensaban utilizar los militares alzados los plátanos verdes que tenían en la canasta junto a las balas? Aún siguen circulando gran variedad de ingeniosas respuestas.
Esa noche Venezuela se fue a dormir, como se duerme después de una victoria.
Tan pronto amaneció, el Primero de Mayo, Trump decidió cambiar su embajador en Colombia, y junto a sus voceros volvieron a proferir amenazas contra la soberanía venezolana.
Nada describe mejor, en pocas palabras, a este país y sus luchas que los versos de su poeta, “El Chino” Valera Mora, Venezuela es un “maravilloso país en movimiento”:
Maravilloso país en movimiento
donde todo avanza o retrocede,
donde el ayer es un impulso o una despedida. Quien no te conozca
dirá que eres una imposible querella. Tantas veces escarnecido
y siempre de pie con esa alegría. Libre serás. Si los condenados
no arriban a tus playas
hacia ellos irás como otros días.
Comienzo y creo en ti
maravilloso país en movimiento.
(1961)
__________________________________________________________________
María Fernanda Barreto Investigadora colombo venezolana
