Por Tony González
Con pandemia y la economía mundial detenida o a la baja, Venezuela sigue siendo la joya más preciada para el capital mundial.
Algunas y algunos que a estas alturas creen en la bondad, entrega y heroísmo de los Estado Unidos, el que nos ha sido inoculado en sus tantas películas, donde siempre logran rescatar bajo la sombra de su bandera a los desprotegidos, los desamparados y pobres de la tierra y victimas de gobiernos que casi nunca están alineados con la política de la Casa Blanca. Para terminar la historia con un sentimiento de honor y libertad falsos, que solo son entendidos y aceptados por la audiencia que regularmente esta distraída por las también falsas noticias, incluso en el mismo lugar donde se realizan los ataques.
Sin pantallas, desde la época de la Colonia hemos visto ondear la bandera Norteamericana en Chile, Panamá, Irak, Pakistán, Libia o Siria. Por nombrar solo algunos casos, entre un sinnúmero de países.
Después de cada intervención militar, de manera tal vez irónica, aparece la revelación de «documentos secretos» de Estados Unidos, en que se confirman las verdaderas razones de dichos ataques, sanciones o medidas que normalmente se inician con un decreto presidencial como el aplicado a Venezuela –donde se nos acusa de ser “una amenaza extraordinaria”–. Otra modalidad es decretar, como en el caso de Panamá, donde se buscaba no entregar el canal a su Gobierno. Decretan o acusan al Presidente de terrorista y narcotraficante. Esta situación la convierte en noticia mundial y luego de preparar a la opinión pública esperan el momento adecuado para llevar su bandera y hacerla ondear sobre la sangre de inocentes con la intervención militar.
En Venezuela han intentado y ejecutado todas las formas posibles para preparar el terreno a la invasión, y además han llevado a cabo golpes de Estado e intentos de magnicidios que, como en una cinta ficción, parecen inimaginables, desde el comandante Chávez hasta la actualidad, con el presidente Nicolás Maduro.
«En Venezuela han intentado y ejecutado todas las formas posibles para preparar el terreno a la invasión, y además han llevado a cabo golpes de Estado e intentos de magnicidios»
Recientemente se ha detectado que los ataques contra Venezuela han llegado hasta las alturas. Esta vez dirigidos a debilitar las comunicaciones y seguridad. En este caso hablamos de nuestros satélites. El primer y único satélite de comunicaciones estatal de Venezuela ha estado fuera de servicio desde el 13 de marzo de este año, cuando una serie de maniobras lo dejaron caer en una órbita inutilizable; hay rumores de ataque a otros satélites.
La pandemia al parecer es el escenario ideal para el Gobierno norteamericano, sobre todo porque Venezuela es uno de los países en el continente que llamó a una cuarentena nacional con menos de 10 personas contagiadas y sin muertes por el Covid-19. Este escenario de la población en encierro voluntario, por salud y miedo al contagio, es el que pretende aprovechar el Imperio, ya que por veinte años han visto la fortaleza del pueblo venezolano ante las medidas de intervención a la que hemos sido sometidos.
Siempre han dicho que «todas las opciones están sobre la mesa». Pues acaban de sacar una de esas escondidas, al ofrecer recompensa por nada más y nada menos que el presidente Nicolás Maduro y los líderes claves de la Revolución, como si fueran una banda de delincuentes, acusándolos de narcotraficantes, en un país donde no hay cultivos ni procesamiento de ningún tipo de droga.
La apuesta de Trump y el grupo de poder que lo acompaña es apostar a las organizaciones terroristas y mercenarias que se forman en Colombia, donde se produce el 80% de la droga que se consume en el mundo, bajo la sombra de la bandera de las barras y estrellas que sí ondea en las nueve bases militares de los Estados Unidos allí.
Esta situación es una amenaza a la seguridad de la Nación, que debe prender las alarmas en todos los sectores. Y prepararse para una nueva modalidad de la Doctrina Monroe.
El pueblo venezolano está preparado y ahora alerta para defender el derecho a decidir su destino político y social. Sobre todo cuando históricamente ha demostrado que no hay fuerza que puede detener su voluntad y decisión de apoyar este proyecto con la madurez y entereza que hemos heredado de nuestras heroínas y héroes, traídos al alma y espíritu por el comandante eterno Hugo Chávez Frías.
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Tony González Cineasta
