Los virus que afectan a la humanidad

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Por Carlos Flanagan

En estos días de cuarentena forzosa y lecturas, se me ocurrió bucear en los antecedentes históricos del Coronavirus, esta pandemia que a la fecha tiene en el mundo más de 487 mil casos confirmados y ha cobrado más de 22 mil vidas.

Así aprendí que el virus original de la gripe (influenzavirus A subtipo H1N1), con el tiempo ha tenido diversas mutaciones, como las pandemias de la llamada gripe española de 1918 y la de gripe A H1N1 de 2009, o las variedades de la gripe porcina, la aviar y la bovina.

La peor pandemia que haya sufrido la humanidad desde que se tienen registros, ha sido la llamada “gripe española” (1918-1920), que en 25 semanas se estima que mató a 25 millones de personas.

En esa época en muchos países no se llevaban estadísticas médicas precisas; por lo que actualmente se estima que fallecieron entre 50 y 100 millones de personas.

A pesar de su nombre, el origen de la pandemia no estuvo en España, sino en los campamentos militares de Estados Unidos. Recordemos que se desarrollaba la Primera Guerra Mundial.

De acuerdo al historiador Santiago Mata [1], ya en diciembre de 1917, 14 de los 16 campamentos militares existentes para el envío de contingentes a la guerra en Europa, estaban afectados por la gripe, con varios muertos entre los meses de octubre y noviembre (12 en Camp Pick, 50 en Camp Beauregart y 172 en Camp Bowie).

La historia vuelve a repetirse

Lo que parece referirse a la letra de un conocido tango, «Por la vuelta”, es una gran verdad. Hace ya mucho tiempo, Carlos Marx corregía el aserto de Hegel de “que todos los grandes hechos y personajes de la historia universal se producen, como si dijéramos, dos veces”. “Pero se le olvidó de agregar: una vez como tragedia y otra vez como farsa”[2].

En 1918 el presidente estadounidense, Woodrow Wilson, en conocimiento del problema, consultó al Jefe del Estado Mayor, Peyton C. March, sobre la conveniencia de suspender el envío de tropas a los efectos de no propagar la epidemia. Ante la opinión de March sobre la inconveniencia de que el enemigo tuviera conocimiento de la crisis, Wilson resolvió continuar con los embarques de tropas, aún  a sabiendas de las muertes a bordo y del seguro contagio generalizado.

Hubo censura de prensa sobre este asunto en los países beligerantes. Al ser España el único país neutral, cuya prensa no fue censurada en el manejo de la información sobre la epidemia y su propagación en su territorio, se conoció finalmente como “gripe española”.

Hoy, mientras los esfuerzos de todo tipo para controlar la pandemia del Covid-19 son un problema mundial, soportamos a un farsante instalado como presidente en la Casa Blanca, que intenta en primera instancia minimizar la existencia de esta pandemia, luego la utiliza como arma política acusando a China de su propagación intencionada y a la vez en secreto pretendió hacer un acuerdo con un laboratorio alemán para financiar la producción de una vacuna a condición de que fuera para uso exclusivo de Estados Unidos; lo que desató la airada reacción de sus socios europeos y en particular de la canciller alemana.

Hospital destinado a atender a enfermos de la «gripe española».

De más está decir que este señor y todo el espectro político estadounidense, sin excepciones, representado en el Congreso, no solo no pensaron ni por un momento levantar el bloqueo a Cuba y Venezuela, sino que aprobó por unanimidad medidas similares contra Nicaragua.

Es hora ya que buena parte de la llamada “opinión pública” comience a buscar fuentes de información alternativas a los grandes medios masivos y desasnarse acerca de los intereses políticos de Estados Unidos a lo largo de su historia.

No hubo ni hay diferencias en este tema entre gobiernos republicanos o demócratas.

No hay “buenos y malos” en esta película “de cuarta”: recordemos, solo al pasar, que Nixon fue promotor del golpe de Estado contra el chileno Salvador Allende; el bueno de Kennedy llevó adelante la invasión a Cuba de Playa Girón en 1961; y el simpático de Obama aplicó sanciones a Venezuela, amparándose en los poderes que le otorga la declaración de un país como “amenaza a la seguridad de los Estados Unidos”; que si no fuera trágico, sería un buen chiste por lo ridículo.  

Asimismo vemos a un grotesco símil obsecuente, en la presidencia de Brasil, que en una pretendida actitud burlona y desafiante sale a darle la mano a algunos grupos de seguidores, mientras sube en flecha el número de infectados por el virus.

El mundo en situación de desastre

Los noticieros y programas periodísticos de todos los países nos bombardean con datos económicos catastróficos y agoreras perspectivas universales. Caída de las bolsas, parálisis de las actividades productivas, incremento en flecha del desempleo, entre otras.

Ante este estado de situación, surge una pregunta elemental: ¿Esta crisis generalizada que abarca todos los aspectos de la vida: sociales, económicos, políticos, ambientales, culturales y un largo etcétera, es consecuencia de una pandemia en curso como la que nos ocupa hoy?

La respuesta evidente es que no lo es.

Más bien el coronavirus ha sido tomado como excusa para justificar la aplicación de políticas recesivas y de ajustes (que recaen como siempre en los trabajadores), como algo “doloroso, inevitable y debido a causas externas imprevisibles”.

En realidad, recientes estudios revelarían en forma terminante que la madre de todos los virus y males que aquejan fuertemente desde hace mucho tiempo y cada vez más a nuestras sociedades es la cepa del tipo CCECA (crisis cíclica estructural capitalista agravada).

Hablando en serio y bien claro: mientras exista el capitalismo en el mundo, habrá explotación del ser humano por su semejante, expresada en el trabajo asalariado y la consecuente plusvalía generada, apropiada y acumulada, única fuente de valor y riqueza de la clase dominante.

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Carlos Flanagan Exsecretario de RR.II. del Partido Comunista de Uruguay, exmiembro de la Comisión de Asuntos y Relaciones Internacionales del Frente Amplio (Carifa) y exembajador de Uruguay ante el Estado Plurinacional de Bolivia


[1] Santiago Mata. Cómo el Ejército americano contagió al mundo la gripe española (2017).

[2] Carlos Marx. El dieciocho brumario de Luis Bonaparte.

Juan José Peralta Ibáñez
Fotógrafo documentalista, fotoperiodismo, naturaleza, video, música

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