Bracho: “Los DD.HH., un asunto de hipocresía”

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Por Correo del Alba

En el Foro Antiimperialista de Caracas, celebrado el pasado mes de enero, la Red de Intelectuales, Artistas y Movimientos Sociales en Defensa de la Humanidad (REDH), debatió sobre los Derechos Humanos en un país bloqueado. Una de las ponencias destacadas fue la de la joven abogada constitucionalista Ana Cristina Bracho, quien planteó la visión del sistema de los DD.HH. como una hipocresía, ya que, según explicó, estos van alineados en conformidad con los intereses de países hegemónicos, quienes tienen por único objetivo clasificar como “bien portados” a los que se suman a sus políticas y “mal portados” a quienes las enfrentan, lo que nos lleva a constatar una doble moral estructural.

Los DD.HH. como derechos de una élite internacional

Bracho considera que los sistemas occidentales de DD.HH. no han servido a los intereses de países en vías de desarrollo y tampoco a aquellos gigantes que tienen recursos pero cuyos regímenes son mal vistos por los imperios, como es el caso de Venezuela y otras naciones de Medio Oriente. Los DD.HH. son dos puntos opuestos para los No Alineados y los países complacientes, de modo tal que, según la abogada, es evidente la subjetividad con la que se aplica el término de DD.HH. y a quién se aplica, puesto que estos no impiden guerras, golpes de Estado o la instalación de gobiernos autoritarios; incluso, en las últimas décadas, favorecen invasiones. Con todo –explica– hay una paradoja con el tema de los DD.HH., porque es algo que se necesita y que los pueblos han trabajado por tenerlos.

En el desarrollo de la ponencia Bracho se remontó a los inicios de esta proclama y contó que 1948 fue el gran boom de los DD.HH., aunque resultó ser una mentira que solo favoreció a una élite burguesa, patriarcal y colonialista, basada en la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789, en la cual el individuo es el hombre blanco, propietario, europeo, ciudadano, educado, que puede leer el documento. Asimismo, referenció que desde un comienzo dicha declaratoria excluyó a un alto porcentaje de la población mundial: a mujeres, a grupos sexo género diverso, a minorías y mayorías étnicas afrodescendientes, africanas y de pueblos indígenas.

La perspectiva venezolana de los DD.HH.

Para Ana Cristina un asunto que hay que someter a la lupa es cómo se percibe desde el exterior la situación de los DD.HH. en Venezuela. Para ella, esta instancia de medición internacional no refleja las necesidades actuales de las mujeres y los hombres  del país ya que nuestra sociedad es dinámica y está asediada por más de una década por los poderes imperiales. Añade que en Venezuela se trabaja por la creación de un Estado Comunal, por una suma de comunas compuestas de mujeres, madres que trabajan en casa, escuelas, en la calle y que estas tienen que tener un espacio en los DD.HH. que a diario conquistan para su grupo; por ejemplo, uno de los principios fundamentales de los DD.HH. es el de la propiedad privada, cuya exigencia no es prioritaria para la clase social menos favorecida, la que se moviliza por el derecho de todas y todos  a comer, a la educación, a estar, a tener dignidad.

«Para la abogada la forma de defensa ante las sanciones son la justicia y la memoria, y para eso propone que se conozcan los nombres de todas las víctimas del bloqueo»

Asegura Bracho que con esa paradoja histórica califican a Venezuela como un país violador de los DD.HH., obviando la existencia de un bloqueo criminal e intencionado, aun cuando el Estado garantiza planes sociales para cubrir las necesidades básicas de la población.

En su ponencia la abogada mencionó a la  Organización de Estados Americanos (OEA) y a su secretario general, Luis Almagro, al Alto Comisionado de la Corte Interamericana de los Derechos Humanos (CIDH), acusándoles de no pronunciarse con dureza sobre la violencia en Chile, cuyo Gobierno en los últimos meses ha practicado sistemáticamente la persecución y atentados contra la humanidad, propiciando que más de 200 personas pierdan la vista.

Los DD.HH. de las venezolanas y venezolanos los violan las sanciones

La joven abogada expuso que el país no tiene acceso a denunciar algunas cosas que se han dicho abiertamente; por ejemplo, una publicación de New York Time reconoció que 40 mil personas han muerto en Venezuela a causa de las sanciones. Mientras que la investigadora  Pasqualina Curcio estimó que el daño patrimonial equivale a lo que se necesita para una inversión en salud –en todos los niveles– de al menos 10 años, o para una inversión en educación –desde preescolar hasta nivel universitario– para toda la población por al menos 26 años, o para la compra por siete años de mercancía y medicinas.  

Señala Bracho que el Gobierno de Nicolás Maduro no tiene patrimonio propio, sino que administra el de las venezolanas y venezolanos y que, en consecuencia, cada sanción impuesta está dirigida directamente contra el conjunto del pueblo, la que podemos traducir en una hora más de espera en el Metro, una persona que no accede al sistema de salud o un niño o niña que pierde la escolaridad.

Para la abogada la forma de defensa ante las sanciones son la justicia y la memoria, y para eso propone que se conozcan los nombres de todas las víctimas del bloqueo, que cada consultorio que ha sido cerrado sea inscrito en una lista y se le diga al mundo que estamos en contra de esta situación.

Las sanciones a Venezuela comenzaron en 2014 y, según la Casa Blanca, eran contra individuos, aunque cuatro años más tarde el senador Marco Rubio confesó que el propósito de la política estadounidense era generar el mayor sufrimiento posible a las venezolanas y los venezolanos; declaraciones  reafirmadas en 2019 por el diplomático estadunidense William Brownfield, quien amplió: “Haremos de Venezuela una agonía hasta que salga Maduro”.

Desde la REDH, Bracho fija posición y hace un llamado al pueblo venezolano a oponerse al bloqueo en varios niveles, porque si se quiere seguir los pasos de Chávez, el primer nivel de debate es el que se hace en colectivo, en la comunidad, la escuela, en el espacio comunal, en los urbanismos de la Misión Vivienda. Finalmente, acaba su alocución manifestando que con el chavismo el pueblo dejó de ser espectador para ser protagonista, dando paso a una democracia participativa y protagónica plena.

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