El último avión militar norteamericano abandonó Kabul a las 23:59 del 30 de agosto, cerrando así una invasión de casi 20 años de los Estados Unidos y sus aliados en suelo afgano. Los talibanes inmediatamente tomaron el control del aeropuerto, anunciando que el Emirato Islámico es ahora una “nación libre y soberana”. Un vídeo, grabado por ellos y difundido por varias agencias mostraba a los combatientes entrando en el aeropuerto después que las últimas tropas estadounidenses habían despegado. El portavoz talibán Zabihullah Mujahid declaró “no tenemos ninguna duda de que el Emirato Islámico de Afganistán es una nación libre y soberana. Estados Unidos ha sido derrotado, y en nombre de mi nación queremos tener buenas relaciones con el resto del mundo”. La operación militar en Afganistán ha sido la más larga que ha llevado a cabo los Estados Unidos y cobró la vida de unos 240 mil afganos, con un costo estimado de 2 billones de dólares.
Una salida deshonrosa, un movimiento geopolítico acertado
El presidente Joe Biden, en un comunicado, defendió su decisión de mantener la fecha límite del 31 de agosto para la retirada de las fuerzas estadounidenses y añadió que el mundo debe obligar a los talibanes a respetar su compromiso de permitir el paso seguro de quienes quieran abandonar Afganistán. Biden, ha recibido fuertes críticas de los republicanos y de algunos de sus compañeros demócratas por su gestión de Afganistán desde que los talibanes tomaron el poder de Kabul el 15 de agosto, tras un avance relámpago y el colapso del gobierno afgano respaldado por Washington.
El senador Ben Sasse, miembro republicano del Comité de Inteligencia del Senado, se refirió a la retirada de Estados Unidos en los términos de “vergüenza nacional” y la calificó como “el resultado directo de la cobardía y la incompetencia del presidente Biden”. En cambio, el senador demócrata Sheldon Whitehouse publicó en la red social Twitter “Bravo por nuestros diplomáticos, militares y agencias de inteligencia. Un transporte aéreo de 120 mil personas en esa situación peligrosa y tumultuosa es algo que nadie más podría hacer”.
El retiro de las tropas no es ni era una novedad, Biden no ha ocultado en sus discursos y declaraciones que las prioridades estratégicas norteamericanas han cambiado. Evidentemente han pasado a estar en primer lugar Rusia y China, al puesto del Medio Oriente y Asia Central, y el Pacífico, en lugar del Mediterráneo. Además, entra en el juego geopolítico el hecho de dejar el país sumido en el caos lo cual podría beneficiar a Estados Unidos en la confrontación global con China y Rusia. En este sentido Washington está moviendo el tablero geopolítico obligando a Pekín y a Moscú a intervenir en este país puerta del Asia Central.
Basta solo con pensar que China y Rusia son potencias terrestres que comparten fronteras “porosas” con Afganistán, a través de las cuales podría extenderse el terrorismo suicida, amenazando la seguridad nacional de ambas. Por ello el avance del ISIS en Afganistán se convierte en un instrumento, sobre todo porque no es explícito, para desviar los recursos rusos y chinos de la competencia global con Washington. A nivel interno los talibanes reciben una país destruido, con recursos minerales que no han podido ser explotados. El gobierno talibán debe reactivar una economía desmantelada por décadas de guerra, sin poder contar con los miles de millones de dólares de ayuda extranjera que llegaron a la anterior administración. Sin embargo, estos recursos sirvieron para alimentar la corrupción sistémica que ha dominado el país y que abarca todos los niveles, incluido mayoritariamente el sector militar. De hecho, recientemente la Ministra de relaciones exteriores de Alemania declaró que “no le vamos a dar otro centavo si los talibanes toman el control del país y reintroducen la ley sharía”. La población que vive fuera de las ciudades ya se enfrenta a lo que los funcionarios de la ONU han descrito como una situación humanitaria catastrófica, agravada por una grave sequía. Es decir, política y económicamente el gobierno talibán debe enfrentar una serie desafíos tras los cuales se desconoce si serán capaces de superarlos. De lo que no cabe duda es que la teoría del caos en la política exterior de los Estados Unidos está cumpliendo un papel preponderante, dejando a su paso su estela imperialista de violencia y destrucción.
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Yoselina Guevara Corresponsal venezolana de Correo del Alba en Italia
