La persecución de defensores de derechos humanos e intelectuales antirracistas ha alcanzado niveles alarmantes en República Dominicana. Lautaro Rivara, periodista y sociólogo argentino, ha sido objeto de amenazas de muerte y linchamiento mediático tras denunciar las deportaciones masivas y violaciones de derechos humanos contra migrantes haitianos. Rivara, miembro del Grupo de Trabajo Clacso «Crisis, respuestas y alternativas en el Gran Caribe», ha dedicado años a documentar la situación de esta población vulnerable, pero su compromiso lo ha puesto en la mira de sectores ultranacionalistas y xenófobos.
Organizaciones extremistas como la Antigua Orden Dominicana, vinculada a discursos de odio y prácticas paramilitares, han liderado los ataques contra Rivara. Estos grupos promueven un clima de intolerancia y violencia que no solo amenaza a activistas como él, sino también a académicos locales e internacionales que critican el racismo sistémico y el antihaitianismo.
Rivara, ha sido acusado de «injerencia extranjera» por señalar la militarización y deportaciones masivas en la frontera, prácticas que organismos como la ONU han calificado como contrarias a los derechos humanos. Según informes, estas expulsiones carecen de procesos adecuados, lo que exacerba la crisis humanitaria en la isla.
La persecución de Rivara, se suma a una preocupante tendencia regional donde las voces críticas enfrentan creciente hostigamiento. Desde académicos hasta representantes de Naciones Unidas, muchos reportan amenazas que buscan silenciarlos. Este contexto pone en evidencia un deterioro del espacio cívico en República Dominicana, impulsado por políticas excluyentes y discursos de odio normalizados.
Lautaro Rivara no es el único en peligro. Activistas locales como Maribel Núñez y académicos internacionales que denuncian el racismo y la exclusión enfrentan amenazas similares. Incluso representantes de la ONU han reportado obstáculos y amenazas al intentar abordar la crisis humanitaria en la isla, lo que demuestra el riesgo que corren quienes intentan abordar las desigualdades históricas en la región.
Las deportaciones masivas, que según informes de organismos internacionales carecen de procedimientos adecuados y violan normas internacionales, son solo la punta del iceberg en un contexto de políticas que buscan deshumanizar a la población haitiana. Estos actos no solo vulneran los derechos de los migrantes, sino que también reflejan una postura sistemática de exclusión y rechazo hacia la herencia afrocaribeña, en contradicción con los principios de justicia social y equidad defendidos por Paulo Freire.
El caso de Rivara, entre otros, refleja un desafío más amplio: el de proteger el pensamiento crítico y los valores de justicia social en un entorno hostil. La pedagogía de Paulo Freire, basada en la educación como herramienta de liberación, cobra especial relevancia en este momento. Rivara y otros intelectuales representan esta lucha, pero su persecución demuestra cuán frágil puede ser la defensa de derechos fundamentales en sociedades polarizadas.
Ante estas amenazas, numerosas organizaciones han mostrado su respaldo a Rivara, incluyendo Acción Afro-Dominicana, Fuerza de la Revolución y redes académicas de Clacso. Estas entidades han condenado enérgicamente los ataques y han hecho un llamado urgente a garantizar la seguridad de defensores de derechos humanos.
Es imperativo que la comunidad internacional actúe para garantizar que los derechos humanos y la dignidad no sean sacrificados ante la intolerancia y el autoritarismo. La solidaridad con quienes luchan por un mundo más inclusivo y justo debe ser una prioridad ineludible.
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Jackson Jean Haitiano, periodista