La dolarización y el eje  Estados Unidos/Israel/Argentina

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Salvo el primer círculo de poder del  nuevo presidente de la República Argentina, el  «anarco-capitalista”, neoliberal Javier Milei, la mayoría de actores y analistas políticos, financieros y mediáticos nacionales e internacionales coinciden en que la propuesta de dolarizar la economía gaucha es inviable y va camino al fracaso.

Pese a que el aventajado defensor de los postulados ultra liberales de la Escuela Económica de Austria y los seguidores del economista Milton Friedman y  su fórmula pinochetista, siguen defendiendo  la propuesta «mileinista» para  Argentina, la misma es inconveniente para su soberanía y llega en el peor momento de la economía  y la situación social rioplatense,  azotada por una inflación anualizada del 153 por ciento, 130 mil millones de deuda externa,  contracción productiva, aumento del desempleo, déficit fiscal y un creciente malestar social que luce antagónico al programa de shock brutal que pretende imponer el outsider político que «encanto» a las  masas de trabajadores y pequeños empresarios desencantados del populismo vacilante del peronismo centroderechista del expresidente Alberto Fernández.

Pero ¿dónde se encuentra el creciente sionismo global con Milei, su dolarización y cambios en las relaciones internacionales argentinas, pendiente de ingresar al grupo  Brics el próximo 30 de enero?

El punto de conexión nace con la derrota estratégica del globalismo impulsado por el Occidente colectivo, dirigido por Estados Unidos que condujo a la Administración de  Barack Obama a colocar el eje Asia-Pacífico – influenciado por China y Rusia como el nuevo espacio de confrontación geopolítica mundial y, a su sucesor, Donald Trump, a replantear sus relaciones económicas-financieras con la Unión Europea. Saludando la salida del Reino Unido de ese espacio rival, promoviendo la repatriación de las grandes  corporaciones de Estados Unidos y promoviendo las inversiones de capitales europeos en ese país, mediante políticas de incentivos fiscales  proteccionistas y creando la asociación tecnológica-militar- financiera Aukus (integrada por Australia, Reino Unido y Estados Unidos), dirigida a frenar la amenaza «militar» y económica China y presionar a Rusia, apoyados en aliados subalternos como Japón, Corea del Sur, Filipinas, Tailandia y otros países de esa región; cambios que fueron ratificados y extendidos por la administración Biden en la «Guerra Proxis» (Guerra por Delegación) de Ucrania contra Rusia y el sacrificio de sus relevantes relaciones con las  monarquías petroleras del Golfo Pérsico y el Medio Oriente – en proceso de unirse a grupo Brics – , apoyando el criminal e inmoral ataque a la población civil palestina de la Franja de Gaza que ya eleva las bajas a más de 18 mil civiles asesinados por sus bombardeos, incluyendo a seis mil niños, niñas y adolescentes.

Milei, que  profesa la fe católica, es economista de profesión y nada ha tenido que ver con la vida militar salvo su relación política con su vicepresidenta Victoria Villararruel – hija de un alto oficial militar de la dictadura argentina, condenado por graves violaciones de derechos humanos – pero, su filosofía política y su doctrina económica está en línea directa con el viraje  geopolítico global del Occidente colectivo. Sus iniciales,  declaraciones, sus medidas económicas y financieras,  confirman la deriva hacia el pensamiento conservador del Club del Bilderberg, el Foro de Davos y la Corporación RAND, de Estados Unidos, las cuales  nutren y dominan el pensamiento de la élite gobernante en estos países y tienen como apoyos a los grandes grupos bancarios y financieras judíos, las corporaciones del complejo militar-industrial y grandes empresas  petroleras judíos, asociadas políticamente al sionismo político y a su instrumento internacional: el Estado de Israel.

La publicitada , «bendición» de un rabino argentino, su inmediato viaje a Washington y el homenaje personal que realizó  en la tumba del fallecido rabino judío  Schneerson, al este de New York y, especialmente,  su declaración pública de que la prioridad en sus relaciones exteriores eran Estados Unidos e Israel – mostrando poco interés por el grupo Brics al cual ingresaría a finales del mes de Enero de 2024 – muestran que no se trata de simples simpatías personales ni de conversión religiosa sino de la firme decisión de adherirse a la reconfiguración geopolítica mundial al lado de menguado hegemón gringo, pero asociado estrechamente con los capitales judeo-sionistas afectados por la emergencia económica global de la República Popular China.

El fin sería convertir a la República Argentina en una «cabeza de playa»  de este viraje global en  América Latina. Teniendo como base operacional un país con 46 millones de personas, una élite económica, política y militar alineada tradicionalmente con Estados Unidos-pese a su apoyo al Reino Unido en la Guerra de las Malvinas de 1982, con un parque industrial que, pese a las circunstancias actuales, llegó a ser la octava economía mundial a mediados del siglo XX, y con una población de cientos de miles ciudadanos de confesión judía con una elevada presencia en la economía, la academia, la cultura, la intelectualidad y  la política argentina; lo que pretendería convertir a la Argentina en el Estado de Israel de este subcontinente; muro de contención de la expansión económica  y militar de China y Rusia y de neutralización de los partidos y movimientos sociales de izquierda, históricamente contrarios a la presencia dominante de Estados Unidos y sus aliados subalternos en la región.

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Yoel Pérez Marcano Venezolano, exembajador en San Vicente  y las Granadinas y Belice

Las opiniones expresadas en esta sección son de exclusiva responsabilidad del autor/a

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