En Argentina, durante el último tramo del siglo XIX, se llevó adelante la llamada “Campaña del Desierto”: las personas de los pueblos indígenas fueron capturadas y llevadas vivas al Museo de Ciencias Naturales de La Plata con lo que se consideraban “motivos científicos”. A medida que fueron muriendo, sus esqueletos pasaron a integrar la colección que se exhibía en las vitrinas del museo.
En los últimos años, a la par de los cambios de paradigma de la ciencia, un grupo de antropólogos/as se dedicó a identificar los más de diez mil restos humanos que se encontraban en los depósitos del Museo de La Plata y, también, en otros museos del país, con el objetivo de restituirlos a sus comunidades de origen para que puedan ser sepultados de acuerdo a sus creencias y sus ritos.
La serie Cautivos de la ciencia –conducida por la actriz y cantante Charo Bogarín– relata las trágicas historias de estos hombres y mujeres para explicar en qué consistió el exterminio de los pueblos indígenas, a la vez que explica las transformaciones de las miradas sobre los pueblos originarios que posibilitaron el comienzo de la restitución de los restos a sus comunidades de origen.
Se trata de una producción de Canal Encuentro realizada por La Lechuza.
CAUTIVOS DE LA CIENCIA – Con la conducción de Charo Bogarín
Serie documental
4 capítulos – 26 minutos
Estreno: 13 de noviembre a las 21:00
CAPÍTULO 1:
La llegada de los cautivos de la ciencia
Las ideas científicas imperantes durante finales del siglo XIX avalaron que, durante la llamada “Campaña del Desierto”, se capturase a hombres y mujeres de pueblos indígenas y fuesen llevados como prisioneros al Museo de Ciencias Naturales de la Plata para ser exhibidos como piezas de una colección viviente. El cacique Inacayal constituyó uno de los casos emblemáticos, ya que fue capturado y llevado al museo junto a su familia. La restitución de sus restos a su comunidad de origen en 1994 fue la primera ordenada por ley. Pero, a inicios del siglo actual, un grupo de jóvenes estudiantes de antropología de la Universidad de La Plata descubrió un macabro hallazgo en los sótanos del Museo de la Plata: se conservaban restos de Inacayal y su familia que no habían sido devueltos a su comunidad. Estas tareas de identificaciones y restituciones ‒que terminan con el legado del genocidio‒ emanan de la Ley Nacional 25517, del año 2006, que ordenó la restitución de los restos mortales de museos a los pueblos indígenas que los reclamaran, además de tratar con el debido respeto a los que no se entregaran.
CAPÍTULO 2:
Prisioneros del fin del mundo
Un grupo de antropólogos/as descubre que el esqueleto con el que habían estudiado en las clases de la Universidad de La Plata tenía un nombre y una identidad. Se trataba de Seriot, un integrante de la comunidad selknam asesinado en Tierra del Fuego y trasladado al Museo de La Plata. A partir de ahí, el Colectivo GUIAS (Grupo Universitario de Investigación en Antropología Social) comenzó un camino para lograr su restitución a la comunidad de Rafaela Ishton en 2016, 118 años después de su muerte.
Otro de los cautivos fue Maish Kensis, quien era un joven yagán del siglo XIX que fue capturado en una misión científica realizada en Ushuaia. En 1886 lo trasladaron al Museo de La Plata, donde vivió prisionero y fue obligado a trabajos forzados. Luego de su muerte, sus restos fueron exhibidos en las vitrinas del museo hasta el 2006. Fue el último de los “prisioneros” en ser retirados de la vista del público. El pueblo yámana reclama su restitución.
CAPÍTULO 3: El robo de niños
Damiana Kryygi fue capturada con solo 2 años de edad durante el siglo XIX. Fue obligada a trabajar como criada en la casa del filósofo y psiquiatra Alejandro Korn. Los antropólogos Herman ten Kate y Robert Lehmann-Nitsche la tomaron como objeto de estudio y la fotografiaban desnuda.
A los 14 años murió, realizaron una disección de sus restos y trasladaron su cabeza a Berlín para ser estudiada y exhibida.
En este capítulo, se expone el largo proceso de la restitución de su cuerpo desde el Museo de La Plata a su comunidad de origen en Paraguay en 2010 y de su cráneo desde Alemania en 2012.
El debate existente sobre la exhibición de restos humanos y el pedido de restitución de las comunidades originarias continúan hoy con el polémico caso de las llamadas “momias de Llullaillaco”, encontradas y profanadas en 1999 en una expedición a 6700 metros de altura y exhibidas al público posteriormente (hasta el día de hoy) en el Museo de Alta Montaña de Salta.
CAPÍTULO 4:
Imágenes encontradas: Las expediciones científicas del Museo de La Plata
En 1906 un grupo de científicos/as y naturalistas del Museo de Ciencias Naturales de La Plata realizó un viaje de estudios ‒encabezado por el antropólogo alemán Robert Lehmann-Nitsche‒ al ingenio La Esperanza, en Jujuy. El entomólogo Carlos Bruch tomó más de trescientas fotografías de los integrantes de la comunidad wichí, quienes eran sometidos a trabajo esclavo en el ingenio. Durante más de un siglo, esas imágenes estuvieron perdidas, pero finalmente fueron recuperadas de los sótanos del Museo de La Plata.
En este capítulo, la increíble historia de su recuperación y el rol del Colectivo Guias, en las negociaciones para restituir a tres integrantes de la comunidad wichí, asesinados entre 1881 y 1921 en los ingenios de Ledesma y La Esperanza.
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