Un nuevo ataque perpetrado por las fuerzas de seguridad invasoras de Israel al campo de refugiados en Yenín, Palestina, el pasado lunes, dejó un saldo de 10 muertos, más de cien personas heridas y unas tres mil personas desplazadas por la violencia desplegada bajo la orden de desarticular un supuesto centro de almacenamiento terrorista en la operación Casa y Jardín, con una amplia demostración militar que incluía bombarderos y armas de alto calibre.
La orden fue dada por el primer ministro Benjamín Netanyahu, que añade a su larga lista de crímenes contra el pueblo palestino una más, de las tantas masacres en nombre de la tranquilidad de los israelíes, a costa de la vida y la seguridad de ese pueblo flagelado desde hace muchos años.
Ante la provocación, la Yihad islámica y Hamas anunciaron que responderán a esta agresión contra el campo de refugiados. En este sentido, el Primer Ministro palestino acusó a Israel de querer exterminar la vida de las personas que se encontraban en el lugar, por lo que exigió a la opinión pública internacional que condene y sanciones estos hechos.
Por su parte, Israel asegura que continuará la operación militar y que no permitirá que ese campamento sea refugio para terroristas. Según diversas fuentes periodísticas, en el lugar dentro de una instalación subterránea habrían sido encontrados un lanzacohetes, equipo militar y otros materiales explosivos, aun así, todas las víctimas eran civiles.
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Nahir González Correo del Alba