¿Vos matarías a Anahí para convertirte en otra? ¿O para parir a otra que sea como Anahí, pero verdaderamente libre?
Me hice estas preguntas al terminar de leer Nuestra Señora de la Soledad, novela de la que contaré porque sedujo mi psiquis y acarició mi corazón.
Un juego de espejos para las mujeres
Nuestra Señora de la Soledad es la quinta novela de la escritora chilena Marcela Serrano, y aunque no se lo haya propuesto en esta obra las mujeres podemos encontrar un juego de espejos.
La escribió en 1999 en México, y al llegar a la última página me impresionó sentir que más de 20 años después las temáticas que toca están más presentes que nunca en los universos de las mujeres.
A partir de las protagonistas, Carmen Ávila, que desaparece, y Rosa Alvallay, quien la busca, nos acerca un poquito a muchas de nuestras emociones.
¿Quién no ha sentido alguna vez tener una fisura, un desgarro? ¿Quién no ha sentido el desamparo o no se ha cansado de sí misma? ¿Quién no ha sentido que pertenece más a otros que a una misma? ¿Quién no tiene secretos íntimos que solo viven dentro? ¿Quién no ha intentado rescatarse aunque eso signifique renuncia?
La fisura que tenía Carmen era la falta de coincidencia de su tiempo interno con el tiempo externo.
El desgarro que tenía Carmen era el desamparo.
¿Cuál es nuestro desgarro?
La desaparición y las pistas
Carmen Ávila, escritora chilena, ha desaparecido y el enigma debe resolverlo Rosa Alvallay, de 54 años. La única pista es la última frase que dejó la desaparecida: “Me siento como una princesa en un minarete”.
Rosa, la detective, decide empezar la investigación de la desaparición de C. L. Ávila (como la nombraba el archivo que le entregaron) comprando las cinco novelas que escribió en 12 años.
Vuelve a las fechas de publicación y revisa detenidamente las dedicatorias en cada una.
La primera, Los muertos no tienen nada que decir, de 1984, dedicatoria: “A mi amor, mi tonto, mi niño”.
La segunda, Azolada, diezmada y yerma, dedicatoria: “Para Vicente y Aunt Jane: Indivisibles” (su hijo y su tía).
La tercera, Entre las bellas rosas, dedicatoria: “Para Tomás: ¡Por Fin!” (Tomás era su esposo cuando desapareció).
La cuarta, Algo próximo pero dormido, dedicatoria: “Para Tomás, esta vida y la otra y la que vendrá”.
La quinta y última, Un mundo raro, dedicatoria: “Para Jill, donde quiera que sea” (Jill era su única gran amiga).
En las noches que tenía libre, en el tiempo de investigación, Rosa se recostaba en cama a repasar las novelas de la desaparecida para encontrar claves allí.
El personaje: Para exorcizar, para disfrazar, para escapar
Pamela Hawthorne era el personaje protagónico de las novelas policiacas de C. L. Ávila, su estilo era tenso, violento y subversivo.
C. L. Ávila hizo de su protagonista, Miss Hawthorne, una investigadora de San Francisco, Estados Unidos.
En una entrevista, cuando le preguntaron si su primera novela estaba basada en hechos reales, respondió: “Sí, cuando llegó el momento de escribir sabía que si no exorcizaba esa historia no sería capaz de echar a volar la imaginación. Así inventé a Pamela Hawthorne”.
C. L. Ávila presenció un asesinato cuando era una niña, una niña que fue abandonada por sus padres no por falta de amor de estos, sino por exceso de aventura. Ellos querían explorar el mundo, ella quería una familia. Ellos nunca tuvieron un lugar estable y ella nunca tuvo una familia, un lugar.
Para exorcizar los dolores creó a su personaje que se convirtió en su disfraz.
A través de sus novelas exorcizó sus contradicciones y rupturas; mediante ellas predijo y anunció su salvación.
Una investigación impecable para una desaparición impecable
C. L. Ávila desaparece en un aeropuerto, nadie tiene registro de lo que pasó después.
Rosa investiga escuchando a su instinto. Un investigador hombre no lo habría hecho así jamás.
Relee sus novelas, entrevista al esposo que busca desesperado porque siente que se fue algo que le pertenecía, a la amiga cómplice que se muestra reacia, al amigo escritor que vomita todo lo que sabía, a la empleada que la veía todos los días, a la hija política que la despreciaba. Viaja a México tras una pista que su corazón le anunciaba.
Y así fue tejiendo su hipótesis: Carmen no estaba muerta, no la habían secuestrado, no la habían asesinado; Carmen Ávila había matado a Carmen Ávila para convertirse en otra.
Salvarse a sí misma y salvar a la otra para cuidar la esperanza de todas
La compasión, empatía y admiración entre mujeres puede ser mucho más grande y fuerte que la envidia a la que nos han inducido por siglos, eso no enseña el final de esta novela.
De regreso de México a Chile, en el avión Rosa dice: “…pero no, yo no quisiera que algún día otra mujer me delatara si en mí se llegara a aventurar la esperanza”.
Sin ser amigas, Rosa cuidó de la que fue Carmen y con esa decisión salvó la esperanza de todas las que alguna vez hemos sentido las ganas de morir y parirnos otra vez.
Autora: Marcela Serrano
Género: Novela
Editorial: Debolsillo, 2022
Páginas: 240
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Anahí Alurralde Molina Boliviana, feminista, escritora y cientista política