¿Qué se sabe acerca del «globo espía» chino?

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Ese supuesto “globo espía” de los chinos, que derribaron en los Estados Unidos, según lo que se sabe, era un globo realmente enorme, de 60m de alto y unos 40m de diámetro en su parte más ancha. Y en su gran barriga hueca contenía algo así como 30 mil m³ de una mezcla livianísima de gases, al parecer de nitrógeno con helio e hidrógeno, que lo elevaba a unos 12 mil m de altura, llevando una carga, además, de algo más de 300kg.

Si alguna vez Ud. ha tenido un globo de juguete, de esos de niño, de esos que flotan y se elevan en el aire, sabrá muy bien que no se puede manejar el globo para que vaya en una dirección como lo haría un avioncito de papel. No. El globo simplemente se va flotando en la dirección en que sople la brisa.

Ahora, si Ud. quisiera ponerle un motorcito de esos de avión de juguete, vería que igual nomás el globo, si es que logra levantar su peso, igual no podría moverse contra la brisa. ¡Y qué decir si en vez de brisa hay viento!

Bueno, un motor para que el globo gigante pudiera avanzar manteniendo su rumbo contra un ventarrón… ¡tendría que ser hasta más grande y más pesado que el motor de un avión de pasajeros!

Creo que está clarísimo que ni el más tonto de los tontos de toda la China habría tratado de recorrer con un globo gigante inmanejable el territorio de los Estados Unidos recolectando con precisión hasta los datos más secretos de sus bases de misiles nucleares.

Sin embargo, el poderoso periódico estadounidense The Wall Street Journal, el jueves publicó un sesudo artículo basándose en información proporcionada por un supuesto “alto funcionario del Departamento de Estado”, cuyo nombre, por supuesto, debe mantenerse en secreto.

Según esa información, el globo gigante estaba equipado con antenas y otros instrumentos electrónicos de espionaje, y la empresa que lo fabricó, fíjese Ud., tiene “estrecha relación con el Ejército chino”.

Bueno, la “narrativa”, o sea “el cuento”, de la prensa estadounidense señala que aviones de la Fuerza Aérea se mantuvieron permanentemente escoltando y espiando de cerca al globo gigante durante los ocho días que se demoró en dejarse llevar por el viento rumbo al sur-este sobre territorio estadounidense hasta ser destruido con un misil sobre el Atlántico.

El Gobierno chino mantuvo, desde el primer momento, su explicación de que se trata de uno de los muchos globos de investigación meteorológica que en estos momentos están desplazándose sobre los cinco continentes, a gran altura, miles de metros más alto que las rutas de aviación comercial, siguiendo los llamados cuatro grandes “ríos” de viento que circundan la tierra de poniente a oriente.

Esos “ríos” de viento son una poderosísima influencia sobre el clima y los regímenes climáticos que hay sobre cada zona del planeta y, por lo tanto, son fundamentales para investigar los cambios climáticos y permiten predecir desde las sequías desastrosas hasta las lluvias torrenciales, entre muchas otras alteraciones.

El “río” de viento más septentrional corre rumbo al este, a unos 15 mil m de altura, sobre una franja geográfica que cruza el norte de Rusia y el estrecho de Bering sobre el océano Pacífico Norte, y sigue por Alaska y Canadá hacia Groenlandia, para cruzar el Atlántico Norte, Escandinavia y Finlandia hasta retornar a Rusia.

Sin embargo, en esta ocasión se produjo un inesperado contragolpe de poderoso y glacial viento norte, cuando el globo meteorológico se aproximaba a las islas Aleutianas, entre Rusia y los Estados Unidos, el 2 de febrero, y por supuesto el vendaval lo arrastró hacia el sur cruzando la frontera estadounidense.

La explicación china estaba plenamente confirmada, desde el primer minuto, por los propios informes meteorológicos americanos y canadienses que incluso reportaron otros efectos desastrosos del inesperado vendaval del norte hacia el sur.

«El Gobierno chino mantuvo, desde el primer momento, su explicación de que se trata de uno de los muchos globos de investigación meteorológica que en estos momentos están desplazándose sobre los cinco continentes»

De hecho, el propio presidente Joseph Biden inicialmente consideró el asunto como un incidente de poca importancia. Hasta desestimó que el gran globo hubiese podido capturar imágenes y señales electromagnéticas. En sus palabras, señaló que la acumulación de datos por las agencias de espionaje o inteligencia militar de todos los países y en todo el mundo es tan enorme que llega a ser abrumadora, está casi de sobra.

Pero agregó que, como fuere, el globo se había metido a territorio de los Estados Unidos y estos pueden hacerle a ese globo lo que quieran.

El Ministerio de Relaciones Exteriores de China declaró la gravedad de la situación creada por la destrucción de un dispositivo aéreo civil no tripulado, que claramente había penetrado en el espacio aéreo estadounidense en forma accidental.

Más aún, el Gobierno de China desde el primer momento se comunicó con Washington representando la situación que condujo al globo hacia un rumbo no previsto.

Con ello quedó en claro que, antes de que estallara la situación como escándalo de prensa, ya se había producido un contacto entre ambos gobiernos para buscar una salida razonable, como la de 2001, cuando un avión espía estadounidense colisionó con un caza de la fuerza aérea china y tuvo que aterrizar de urgencia en la isla china de Hainán.

En esa ocasión, pese a que claramente el avión americano estaba realizando espionaje, como lo demostró el material capturado por el Ejército chino, Washington y Beijing llegaron a un acuerdo incluyendo la liberación de los tripulantes y la devolución del avión que ya había sido minuciosamente desarmado, estudiado y analizado. De hecho, los chinos lo devolvieron desarmado, con todas sus partes ordenaditas, puestas en cajones de embalaje.

Pero, en este caso, en cambio, la oposición de los republicanos, reforzada por el ala guerrerista de los demócratas y la prensa ávida de una “narrativa” terrorífica, hicieron imposible para la Casa Blanca mantener un tono conciliatorio.

Ya se había desatado una tempestad periodística de sanguinario patriotismo por todas las cadenas de tv y la gran prensa escrita. Oponerse a ella sería la muerte política de Joseph Biden, que piensa presentarse a la reelección el próximo año.

De hecho, el diputado republicano Michael MacCaul, de Texas, presidente del Comité de Relaciones Exteriores de la Cámara de Representantes, se dirigió a Biden diciéndole a gritos: “Esos chinos solo entienden una cosa… y esa cosa es la fuerza, la demostración de poder. Debemos demostrar nuestro poder y nuestra fuerza frente a ese Partido Comunista de la China”.

Bueno, admitamos que fue una notable muestra de elocuencia de la ultraderecha guerrerista de los Estados Unidos… y también de los equipos de lobby de las grandes empresas de armamento, que son las únicas que han aumentado su capacidad industrial en el país.

De hecho, en el mismo rubro de los globos, ya se informó que en el nuevo presupuesto del Pentágono, de 857 mil 900 millones de dólares para 2023, se contempla la producción de un número no específico de globos similares al gran globo chino, capaces de mantenerse a una altura de entre 20 y 30 mil m, formando un enjambre de vigilancia sobre posibles ataques con misiles hipersónicos lanzados por Rusia o por China.

Según el Instituto Hudson, con sede en el Distrito de Columbia, Washington, esos globos estratosféricos constituirían una cortina de “casi satélites” de defensa.

¿No suena eso a un retroceso hacia el decrépito armamento, con globos, gases, aviones biplanos y tanques flamantitos que se usaron en la Primera Guerra Mundial?

Como fuere, aunque decrépito, el negocio del armamento sigue siendo muy rentable para la industria estadounidense.

Y eso de la rentabilidad, ¿cuán cara puede volverse la plata cuando se gana a costa de cualquier cosa?

«La oposición de los republicanos, reforzada por el ala guerrerista de los demócratas y la prensa ávida de una ‘narrativa’ terrorífica, hicieron imposible para la Casa Blanca mantener un tono conciliatorio»

Quizás el más dramático caso de muchísimo dinero demasiado caro ha sido el de los pavorosos terremotos de Turquía, con su saldo más de 28 mil muertos y la pérdida de más del 50% de todas las viviendas y edificios en la zona afectada.

Ocurre que, en Turquía, luego del devastador terremoto de 1999, se creó un fondo equivalente a más de cinco mil millones de dólares para reforzar las viviendas y edificios y a la vez regular las futuras edificaciones garantizando su calidad asísmica.

Sin embargo, desde el comienzo del siglo XXI, la mayor parte de esos recursos fueron canalizados a aumentar el número de grandes edificios y otras viviendas en toda Turquía, siguiendo la racha mundial generalizada de altos precios de los bienes raíces.

Inevitablemente y disimuladamente, los recursos destinados a la calidad asísmica de las construcciones fueron derivando al financiamiento de nuevas construcciones, numerosas construcciones, ignorando muchas de las exigencias técnicas.

Más aún, luego de la tragedia reciente ha comenzado a revelarse el repugnante nivel de corrupción generalizada en el área de la construcción, donde los funcionarios del Gobierno permitían que grandes edificios y conjuntos habitacionales enteros fuesen aprobados como asísmicos, por inspectores venales que, sin revisión alguna, cobraban un porcentaje del precio de la edificación.

Se estima que con ese subterfugio fueron sobornados prácticamente seis mil millones de dólares en coimas y sobornos.

De ahí que en un doble terremoto de magnitud entre siete y ocho la destrucción masiva y el número de víctimas fatales o gravemente heridas haya sido monstruosamente mayor que en los terremotos similares o incluso más intensos que se han producido, por ejemplo, en Chile.

De hecho, en Chile el terremoto de 1960 que afectó las provincias de todo el centro-sur del país, entre Cautín y Chiloé, alcanzó la magnitud 9.5, o sea, fue el terremoto más fuerte que jamás se ha registrado en el mundo. Sin embargo, las víctimas fatales fueron menos de un centenar, y de ellas muchas perecieron no por derrumbes, sino porque el terremoto provocó tsunamis devastadores sobre las aldeas costeras.

A partir del terremoto de 1928, de Talca, se aplicó rigurosamente en Chile una Ley General de Construcciones y Urbanización, y luego, en 1939, tras el devastador terremoto de Chillán, se creó la Corporación de Fomento y Reconstrucción, que estableció definitivamente la calidad asísmica de todas las construcciones y se proporcionó tecnología para la aplicación de las normas por parte de las empresas privadas.

Oiga, no es que los chilenos seamos tan impecables y sanitos, no… pero, llegado el caso, sabemos tomar en serio lo que es serio.

Ojalá en Turquía lo hayan aprendido esta vez.

El peligro, a nivel mundial, en estos momentos, parece en un punto crítico de dolor, de rabia, de desorientación y también de fea vulgaridad a la moda.

Niños pequeños de pronto de vuelven verdugos torturadores, incluso asesinos… Policías enloquecidos perpetran brutalidades casi sin darse cuenta de lo que hacen… En Lima, Perú, una juez se negó a cumplir un fallo de la Corte Suprema de su país, porque a ella le pareció que fue una orden indecente y de mal gusto, fíjese.

La verdad es que estamos en una realidad que se ha vuelto dolorosa. Como dijo la gran antropóloga que fue Margaret Mead, siempre es posible que en el dolor esté escondido el consuelo, y que las soluciones se hacen evidentes en cuanto nos limpiamos de los ojos la polución del miedo y de la envidia.

Hasta la próxima, gente amiga. Cuídense. Hay peligro, hay dolor. Pero quizás sea el dolor de parto de un buen futuro que quizás está a punto de nacer.

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Ruperto Concha Chileno, analista internacional

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