Aida Quilcué: “Descolonizar el odio sembrado dentro de los ciudadanos colombianos es un trabajo a largo plazo”

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La senadora por la Circunscripción Especial Indígena de la República de Colombia, hermana Aida Quilcué, estuvo en Bolivia para participar en el Gran Encuentro de los Pueblos Originarios de la Región Andina, convocado por el Parlamento Andino.

En 2021 se encontraba en la ciudad de La Paz cuando fue acreedora del Premio Nacional a la Defensa de los Derechos Humanos en Colombia en la categoría “Defensa a Toda una Vida”.

Quilcué pertenece al Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC) y ha sido consejera de los Derechos Humanos y Paz por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).  Su labor, reconocida internacionalmente, no la protege de quienes quieren acallarla, de modo que ha recibido más de 100 amenazas de muertes y hace pocas semanas salvó ilesa de un atentado que estuvo cerca del objetivo de quitarle la vida. Pero los ancestros y ancestras la cuidan y la hermana del pueblo nasa de la región del Cauca sigue trabajando sin dejarse intimidar.

En esta oportunidad volvimos a dialogar con Aida, a objeto de saber acerca de su labor en el Legislativo, lugar –nos dice– al que nunca habían llegado los pueblos indígenas de su país.

En la entrevista anterior para Correo del Alba, en 2021, no había sido electa senadora de la República. ¿Qué cambios ha experimentado con este nuevo rol?

Primero quisiera saludar a los ancestros y ancestras de este territorio que me han permitido llegar a lugares sagrados como el que estuvimos hoy, la Apacheta.

Ahora, respondiendo a su pregunta, creo que cambié en el sentido en que he estado más en un proceso de carácter político organizativo, social, comunitario, y las agendas son más de libertad en el marco colectivo, pero más orgánico. Ha cambiado esto en relación a que hoy llegamos al Parlamento de la República y tenemos que ceñirnos a las normas de la Constitución, incluso para legislar debemos cumplir con parámetros que establece la normativa que rige en Colombia, que es la Ley Quinta.

Por eso ha cambiado, porque es un proceso donde participamos en los espacios de manera pública y tiene que ver con construir normas que permitan transformar el país en el marco del Plan de Gobierno planteado por el presidente, Gustavo  Petro,  y la vicepresidenta, Francia Márquez. Las agendas son mucho más rígidas y nos impiden movernos con mayor facilidad a los territorios, porque tenemos que responder a una agenda que está establecida en el primer periodo legislativo, como base del segundo. Ahora hay que concentrarse en reformas que son estructurales y que responderán a ese primer paso del Plan de Gobierno.

¿Qué significado tiene su representación en el Legislativo para el pueblo indígena?

En la medida en que el Gobierno pueda implementar los programas para resolver algunas situaciones será un avance. Sin embargo, en tan corto tiempo vemos pasos importantes: por ejemplo, se está construyendo el Plan Nacional de Desarrollo, que debe estar listo para mayo, con diálogos regionales vinculantes con los pueblos indígenas, en el marco del derecho fundamental de la consulta previa. Esperamos que ese derecho sea recogido y que, más allá de una elaboración de un plan de desarrollo, se le ponga recursos económicos, se materialice, porque en otros gobiernos quedó todo lo establecido en letra muerta, nunca se cumplió. Esa es la esperanza que tienen nuestras comunidades, y no solamente indígenas sino el país.

“A pesar de los obstáculos vale la pena volver a nuestras raíces, a nuestros orígenes de la Madre Tierra”

Nunca en la historia del Parlamento de la República de Colombia habíamos llegado los indígenas; y no solamente la llegada mía, hay otras muchas mujeres que hemos caminado en el marco social, defensores y defensoras de los Derechos Humanos, y claro que le da un nuevo oxígeno, una nueva propuesta al país. No somos la solución, pero sí el camino que se abre para construir esa paz total por la que hoy apostamos en Colombia.

¿Cómo se explica que en un gobierno progresista siga habiendo asesinatos de líderes sociales, particularmente de dirigentes y dirigentas indígenas?

Creo que el paso a la paz es muy difícil, porque descolonizar el odio sembrado dentro de los ciudadanos colombianos es un trabajo a largo plazo y no es solamente un sector el que debe trabajar por la paz de manera aislada; aquí se tienen que integrar muchos proyectos y programas que confluyan en ese proceso.

Nos parece fundamental que esa paz, que hoy el Gobierno ha manifestado y que instalaron en una mesa en Venezuela con el Ejército de Liberación Nacional (ELN), muestra en la práctica la viabilidad de que cese la guerra en los territorios. Pero vemos situaciones contrarias, hay mucha gente que aún, en ese modelo ideológico de guerra, se ensaña, porque quieren controlar el territorio y porque también está el narcotráfico como combustible de la guerra, además de otros factores que inciden.

Los pueblos indígenas, las demás organizaciones sociales, gremiales y sindicales del país estamos apostando a la paz, porque creo que este es un trabajo no solamente del Gobierno, sino desde nosotros, y podemos  decir que hay experiencias muy bonitas desde los territorios donde, a pesar de la guerra, se le apuesta a la paz. Se está generando otro tipo de iniciativas que contribuyen a este caminar al que estamos apostando todos y todas.

¿Cómo se percibe el gobierno de Petro y Márquez hasta ahora?

Creo que es muy poco tiempo para medir cómo le ha ido, sobre todo después de más de 200 años en que ha gobernado la derecha o hubo un solo sector que mantuvo este poder. No será fácil, pero ha dado pasos importantes, por ejemplo, con la Ley de la Paz Total. Igual en las apuestas por proteger a la Madre Tierra en el marco del cambio climático, y no solamente para Colombia, sino para el mundo.

Hay muchas cosas que faltan, que tienen vacíos, que no es lo que quiere la gente, tenemos una oposición fuerte en Colombia. Seguirá siendo un reto para este Gobierno y para el Parlamento avanzar más; y este es un reto de hecho para las organizaciones sociales estudiantiles y populares que nos inclinamos por estos cambios.

Finalmente, quería pedirle que pronuncie unas palabras a las juventudes bolivianas y latinoamericanas.

Decirle a la juventud que, de esa adrenalina de explorar el mundo y de tejer su propio camino, es imprescindible no renunciar a los sueños. A pesar de los obstáculos vale la pena volver a nuestras raíces, a nuestros orígenes de la Madre Tierra, de nuestra cosmovisión. No dejemos de luchar por lo que somos. Luchar no es en contra del otro; luchar significa que reafirmemos nuestra forma de ser desde la danza, la música, el conocimiento ancestral, y que a partir de ahí nos sigamos proyectando en la orientación de nuestras organizaciones. Pero igual les aconsejo ser parte de esa estructura del Estado, del poder, del Gobierno, no para avasallar al pueblo, sino para ser parte de ese pueblo en construcción, ese que le apuesta al Buen Vivir del Abya Yala y del mundo.

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Cris González Directora

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