«Vamos a morir a Lima por lo que es justo”, se lee en un mensaje de chat que circulaba ayer 19 de enero en las redes. Miles de personas, organizadas en delegaciones de distintas regiones del país desde la sierra, la costa, el sur, Puno, Juliaca, donde la represión se ensañó hace poco días con sus habitantes, llegaron a la capital. Ciudad donde se concentra la riqueza despiadada y la pobreza como condición impuesta por los privilegiados para seguir existiendo. Nadie es pobre por opción.
Más de 11 mil efectivos policiales les esperaban en el centro de la ciudad. Fueron recibidos con bombas lacrimógenas, los manifestantes respondieron al ataque con piedras o cualquier cosa a su alcance. No tienen armas.
El Perú atraviesa por un momento constitutivo, como el que vivió Bolivia 2003, Chile 2019, Colombia el mismo año, es el estallido de la gente postergada, las y los indígenas que dicen ¡basta!, se organizan para hacer frente a los años de injusticia social, relegación, estigmatización y miedo. Se supera este sentimiento y se lucha por el cambio.
Por eso las movilizaciones continúan impulsadas por la indignación, sobre todo en el sur del país. Ayer, durante las marchas hacia el centro de Lima se registraron dos muertos en Arequipa, región de Puno, durante el intento de la toma del aeropuerto de la ciudad. Con estos dos asesinatos las victimas suman más de 50 en el lapso de un mes y medio, la mayoría de ellas en manos de las fuerzas de seguridad.
Dina Boluarte, actual presidenta del país dio un mensaje a la nación, con tono amenazante refirió que el gobierno tiene la situación bajo control y advirtió a los manifestantes. «A los que marchan diariamente, ¿quién los financia? Quieren generar caos y desorden para tomar el poder de la nación. Y están equivocados. Desde el Gobierno les decimos que la situación está controlada porque actuaremos con todo el peso de la ley».
Todo el peso de la ley que los persigue como terroristas, que aplica la represión de manera brutal. Ayer se vieron incidentes inéditos como la subversión por parte de los reservistas en contra de la policía, fuerzas de seguridad que actúan para salvaguardar los intereses de unos cuantos poderosos pero que provienen de clases populares, pobres, de la barriada, así le gritaba el pueblo de Juliaca a los represores.
Entre las demandas y las consignas se escuchaba el pedido de renuncia de la presidenta Boluarte, la sanción para los responsables de los más de cincuenta muertos por disparos de las fuerzas de seguridad, el cierre del Congreso controlado por la derecha, elecciones para este año 2023 y una Asamblea Constituyente, replicadas por las calles del centro de Lima en la multitudinaria manifestación que continúa.
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Correo del Alba