Cuando Luisa Vásquez describió que el feudalismo construyó la base de explotación a partir de patriarcado planteó la inquietud donde el patriarcado se constituye como el primer sistema de explotación hacia nuestros cuerpos; de este mismo van a desprenderse otros y transmutando hasta llegar al capitalismo.
El patriarcado se basa en el no-reconocimiento, subordinación, explotación, expropiación y la eliminación del cuerpo de las mujeres, los cuerpos feminizados y los hombres; está compuesto por una base piramidal desarrollada desde los planos: económico, histórico, político, social, cultural, ideológico y psicológico. Esta misma se organiza desde lo público (instituciones públicas, escuelas, colegios, universidades, Fuerzas Armadas, Policía), privado-corporativo (empresas privadas, ONGs, organismos internacionales), instituciones religiosas y lo privado-personal (familia, amistades y relaciones).
Entonces ¿qué es la despatriarcalización? Pues, es desmontar aquella base piramidal de subordinación, ejercida desde el poder masculino, para plantearnos otro mundo posible; aquella que no está en el terreno de la negociación con los agresores, violentadores con la heterosexualidad normativa y, sobre todo, creer en nosotras por todos los años que nos ha invisibilizado el patriarcado.
Llegar al 2022 con la declaratoria del «Año de la Revolución Cultural para la Despatriarcalización» fue un gran reto fundamentalmente como un primer encuentro de tiempo que no será corto, por lo tanto, implicará incomodar a toda una estructura institucional para cuestionarse ¿por qué las mujeres son el segundo sexo?, ¿por qué las políticas públicas tienen un efecto inmediato en la población masculina y no así en la misma medida que en la femenina? O ¿por qué les cuesta tanto al conjunto de personas asumir un conglomerado de personas desde el sustantivo masculino como universal aun teniendo idea que hay más mujeres que hombres en ese espacio? Sí, ¡fue un gran reto!
Audre Lorde describía que los espacios en los cuales las mujeres hemos sido históricamente oprimidas hemos encontrado formas de desobedecer y sublevarnos al sistema. Estos sitios trasmutaron en microdispositivos de rebeldía. La cocina se convierte en un lugar de intercambio de sabiduría –únicamente– de mujeres, en el cual la oralidad permitió construir puentes de sabiduría como denuncias al sistema (desde violencia, acoso hasta proyectos de vida).
La concepción de este microdispositivos de rebeldía tuvo su gran articulación –cual si fuesen luces moradas que se prendieron por si solas– para construir un gran tejido entre compañeras. Es por ello por lo que cada programa que surgió este año tuvo rostro y semilla de mujeres, de los cuales quiero nombrar las siguientes:
1. El “Programa de brechas digitales de género” tuvo el primer vuelo, quizás el más clave del año. Estamos caminando una época tan importante (como debió ser la revolución del vapor) que es la alfabetización en las Tics comprendiéndola desde las áreas Steam (ciencia, tecnología, ingeniería, artes y matemáticas) para transformar la vida de las personas, sobre todo de las mujeres aquellas que desde el estudio realizado por Agetic, Unicef y ONU Mujeres pudo constatar que hay un gran porcentaje de niñas que abandonan estas áreas por falta de vocación, los roles de género, el poco incentivo y por la violencia que ocurre alrededor de sus cuerpos. El programa puede comprenderse desde lo institucional como una revolución cultural para la educación; desde la empatía lo entendemos como un motor de resiliencia para todas aquellas mujeres que en algún momento nos subestimaron, pues, la imaginación puede calar tanto la mente como para crear proyectos como: Una prótesis de brazo, construido por una adolescente de 15 años; un sistema de riego a base de baterías por una joven de 17 años; y un robot hecho con un panel solar que le permite moverse a control remoto nombrado «Wallie bebé», construido por una niña de nueve años.
2. El programa Domitila Barrios nació coincidentemente en las líneas del feminismo interseccional. Lleva tres componentes que para plantear la dignidad de la autonomía económica de todas las mujeres: “Mujer BDP”, “Huertos urbanos” y “Banca mujer”. Para mediados de diciembre florecieron los huertos de las compañeras de Pockechaca, nos sembrarnos, a través de su sabiduría, formas de comprender: la autoorganización entre mujeres como componente de la sororidad, los ciclos de la producción de los alimentos como soberanía alimentaria. Desmitificando los huertos, no todos se han construido desde el privilegio de clase.
3. «El ABC de la despatriarcalización» nació como un tejido de ideas para convertirse en herramientas para respondernos ¿qué es despatriarcalizar? ¿y el patriarcado tocó la puerta de mi vida? Las personas que se sumaron dejaron de su energía/ajayu al proyecto en los seis pilares para plantear que si bien hemos crecido con un sistema de valores impuesto somos responsables de tumbarlo a partir de la desobediencia, de navegar contra la corriente: no continuar con las reglas masculinas, construcción de círculos de mujeres bajo la idea de sororidad, confianza en los proyectos (porque el apoyo supone el capital) y desmontar los roles de sexo/género en la forma de expresión.
Mencionar tres proyectos no es suficiente cuando la lista de abarca un expediente largo de programas, proyecto y actividades; el proceso de desmontar el patriarcado de los espacios continúa siendo una tarea de mujeres, para mujeres y por mujeres ya que las mismas acciones fueron impulsadas por nosotras mismas pensadas desde la opresión que viven nuestros cuerpos, nuestros espacios y la posibilidad que existe detrás de la desobediencia para transformar.
Este año fue posible gracias a compañeras, empezando por la ministra de la Presidencia, María Nela («Nelita») Prada, quien desde el destello de confianza en los proyectos de mujeres han podido germinar increíbles ideas, continuando por Anahí, Miriam, Wendy, Roxana, Claudia, Khantuta, Zonia, Carla, Verónica, a quienes la historia les debe la mención por encarar este gran año.
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Mayra Navarro Manrique Boliviana, cientista política