Emprendedor venezolano, el zapatero Antonio: “El Estado me dio un crédito y con eso impulsamos nuestra fábrica de zapatos”

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A la pequeña y mediana industria venezolana, le ha tocado vivir un papel protagónico en el desarrollo y adaptación de tecnologías para poder paliar el bloqueo y la crisis a la que está sometido el país por economías foráneas. En ese subsistir, la creatividad y el empuje de la gente es impresionante, desde procesos individuales, familiares y colectivos, apostando al crecimiento de la economía nacional, retribuyendo las inversiones que el Estado impulsa a través de políticas públicas de protección a la producción local, las que han generado trabajo y diversificación en el campo manufacturero.

Para saber más de este proceso de dinamización de la producción nacional, Correo del Alba entrevistó  a Antonio López un emprendedor-artesano zapatero quien nos contó su experiencia en el área del calzado y en la que decidió crecer. Una empresa que se inicia como un proyecto familiar y que ha logrado posicionarse a nivel nacional como una de las indispensables en este rubro en Venezuela.

¿Cómo llegaste a ser zapatero?

Llegué a ser zapatero por cuestiones fortuitas, llegué al Inces (Instituto Nacional de Capacitación Socialista) a los dieciséis años, para estudiar algo con lo que pudiera trabajar, que me diera los instrumentos necesarios para tener una profesión rápidamente, porque teníamos necesidades en el hogar. Empecé a estudiar costura de calzados, con lo cual inicié, estudié un año y trabajé como ayudante, y después costurero. A los dieciocho años me compré una máquina, para trabajar desde mi casa y ya estaba perdidamente enamorado de la zapatería. Entonces estudié diseño de zapato y me hice diseñador, aparte de ser costurero.

Junto a mi hermano, montamos un tallercito de costura y fuimos tratando de empujar ese negocio, pero como éramos muy jovencitos, a la gente le costaba darnos trabajo, teníamos que demostrar que éramos responsables, que sabíamos hacer las cosas y éramos serios, nos costó mucho.

Fábrica.

¿Al principio hacían sus propios calzados o trabajaban en una fábrica?

La primera vez empecé cociéndole a una empresa y después nos montamos ese taller de costura para empezar, pero fracasamos porque me conseguí un socio que era mucho mayor que yo y era el que conseguía los clientes, metimos ocho trabajadores, fue una época dura, porque nos quedamos sin recursos y no supimos manejar ese surgimiento.
Después, trabajé asociado con otra persona más. Unos años después, con mis hermanos, decidimos arrancar nuevamente el proyecto familiar y prestar servicios de costura.

¿Cómo surge esta iniciativa de empresa?

Siempre pensaba en la experiencia de los italianos, que bueno, construyeron parte de la industria del calzado en el país y pensaba: ¿por qué ellos pueden tener una empresa y yo no?, no veía la razón. Capacidad y mano de obra, la inventiva y constancia la teníamos, para mí era pensar que yo hacía diez zapatos y los vendía, la semana siguiente podía hacer doce y venderlos, era avanzar de a poco, era un esfuerzo por crecer que tenía fijado, que nos planteamos como familia.

Yo llevé ese amor hacia esta profesión y la compartí con la familia, para dedicarnos en colectivo, desde lo más pequeño hasta esto que hemos logrado y que nos llena de orgullo, porque somos una empresa que creció con la economía y bajo las bases de aprender, de enseñar y de retribuir ese amor que nos dieron a nosotros al creernos y apoyarnos.
No fue sencillo, pero fuimos creciendo y prestando servicio a empresas más grades, hasta que nos decidimos a fabricar nuestro propio calzado.

¿De qué calidad es tu calzado?

No hay pulpero que no alabe su queso, sin embargo, nuestros calzados son unos de los mejores en el país en el campo escolar y zapato deportivo. Hemos exportado calzados para los Estados Unidos.

¿Cuántos modelos de zapatos tienen ustedes?

Se trabaja más que con modelos, con combinaciones, hemos diseñado desde botas de dama, sandalias, de caballeros, de bebés, cualquier tipo de calzados que demande el mercado. Ahorita estamos desarrollando un zapato deportivo para la disciplina de esgrima de alta competencia. Es un zapato con mucha tecnología, especializado y estamos en pleno estudio para realizar. Es un zapato costoso a nivel mundial, nosotros queremos hacerlo aquí en Venezuela para cubrir la demanda nacional y que el zapato cubra las expectativas y no salga tan costoso como el importado.

¿Cuántos trabajadores tienen actualmente en la fábrica y cómo ha sido el proceso de formación de los trabajadores?

Veintiséis fijos y cuando hay zafra se aumenta la cantidad de trabajadores al triple. En la formación nosotros mismos formamos a nuestro personal, trasladamos nuestra experiencia a los nuevos, es un constante aprendizaje-enseñanza, una especie de escuela. De hecho, la carta de presentación de muchos extrabajadores nuestros es haber adquirido experiencia en “Gianlop C.A”, por nuestro trabajo hemos logrado ser una referencia en nuestro mercado.

¿De qué forma ha apoyado el gobierno a su empresa?

En el 2010, la situación estuvo un poco compleja, nuestro socio italiano se fue del país en 2009 y nos dejó endeudados, él era quien llevaba la parte financiera de la empresa, los cobros, se fue y nos dejó las deudas. Nosotros recibimos un crédito del gobierno de manos del entonces presidente Hugo Chávez y eso nos sirvió muchísimo, fue un gran apoyo y desde ahí se generó el compromiso de venderle nuestros productos al Estado. Después recibimos otro crédito del Banco Bicentenario.

Con la pandemia, el apoyo vino del Plan Z, que es un impulso del gobierno de Nicolás Maduro para las Pymes (Pequeña y Mediana Empresa) que consiste en la elaboración final de unos 20 millones de pares de zapato para ser distribuidos en diferentes instancias como: bases de Misiones Sociales, Consejos Comunales, Comunas, entre otros.

Esto fue un reimpulso para ganar-ganar, nosotros por nuestro lado levantábamos la producción nacional, porque fueron unas ochenta empresas privadas beneficiadas con este desarrollo y, a la vez, la retribución se hizo al pueblo con la entrega de un producto subvencionado a nivel nacional, con la relación calidad-precio justo. El Estado compró gran parte de nuestra producción, eso incentivó la industria del calzado venezolano.

¿Cuál consideras que ha sido el aporte de tu empresa a Venezuela?

Con nuestra producción hemos ayudado al crecimiento y fortalecimiento de la industria de calzado. Pero, además, hemos  logrado realizar donaciones, eso ha sido un aporte social, participamos en ferias populares, vendiendo a precios accesibles, porque somos conscientes del momento económico que vivimos. Creo que el aporte más grande que damos, y queremos seguir dando, en eso tenemos una alianza con el Inces para enseñar a la generación de relevo, la preparación para las nuevas generaciones, enseñar el uso e implementar el nuevo sistema de producción que se llama strobel y string line, que es un gran aporte en transferencia de conocimientos tecnológicos para la industria nacional y para el país.

Ahora soy director en el Inces de “Calza-Pymes” en la parte de control de las nuevas  tecnologías, desde la cámara del calzado firmamos hace pocos meses, esa alianza con esta institución del Estado, estamos involucrados varios fabricantes que nos interesa dejar el legado a los que vienen, para no irnos con los conocimientos.

¿Esa alianza también pasa por la Misión Chamba Juvenil?

En estos momentos no, pero como estamos en la vía de formar jóvenes, no descartamos nuevas integraciones, nuestro pensamiento es generar emoción en la juventud, que se enamoren de este oficio, que en el futuro sean ellos los que les toque dejar algo al país, que entiendan que sí hay futuro para la industria, que en Venezuela se puede.

Publicidad de la empresa.

¿Cómo les afectó la pandemia y cómo les afectó a ustedes el bloqueo económico y las sanciones impuestas al país?

Ha sido una de las principales trabas para la producción nacional, para el crecimiento, hemos vivido la crisis de cerca, aguantamos y sobrevivimos, aquí todo se trancó, prácticamente no había manera de traer materias primas, de comercializar, no había fluidez de dinero, el poder adquisitivo cayó muchísimo, no teníamos las posibilidades de exportar nuestros productos, porque era difícil la transferencia y movimientos en bancos en el exterior, solo estamos cubriendo el mercado nacional, así que nos ha tocado sobrellevar la situación desde 2017 y cuando pensamos que ya salíamos de la crisis, llegó la pandemia.

La Ley Antibloqueo, ha resuelto en gran medida la compra de materia prima, el Estado ha sabido manejar eso. Los materiales los traemos de China, Colombia, Brasil, ya no hay tantas limitaciones como al inicio del bloqueo. Ahora estamos evaluando la posibilidad de exportación de calzados a países que tienen alianza con el país todo gracias a la implementación de esta Ley. Tenemos capacidad de producción, sobre todo hay meses específicos que podemos hacer producción con estos fines, que son los meses que no hay zafra.

Con la pandemia tuvimos que cerrar la empresa casi un año, quedarnos con poco personal, porque todo era incierto y no podíamos laborar, con el Plan Z y el plan escolar, esa inyección de dinero pudimos solventar otra vez y reactivarnos.

¿Qué opina de la ley antibloqueo y como beneficia a la inversión extranjera?

Sí, beneficia, aquí luego del bloqueo, quedamos con muchas carencias y necesidades, hay empresas que tienen que reactivarse y renovar maquinaria que ha quedado obsoleta, también materia prima que no tenemos en el país, la Ley ha permitido la importación de algunos rubros y beneficia también la apertura e inversión extranjera.

¿Qué mensaje le das a las personas que desean invertir en el país?

Venezuela es un gran país con un tremendo potencial, jóvenes y grandes inversionistas que deseen apostar al país, que sepan que aquí hay mucho  por hacer y mucho por desarrollar, en todos los ámbitos desde el calzado hasta el turismo, es muy diversa la oportunidad que se ofrece. Aquí hay gente valiosa, somos del tamaño del compromiso que se presenta, gente luchadora que sabe reponerse de las caídas. Aquí hay un espacio abierto para el y la que quiera invertir, desde cero, no es sencillo, pero no es imposible, si amas lo que haces, las horas y días se hacen cortas porque el trabajo se realiza con cariño.

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Nahir González Analista política

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