El 6 de junio, el canciller ruso Sergei Lavrov, se dirigía a Serbia cuando su avión tuvo que dar la vuelta y regresar a Moscú porque tres estados negaron el permiso de uso de su espacio aéreo: Bulgaria, Macedonia del Norte y Montenegro. El jefe de la diplomacia rusa calificó el hecho como “una decisión hostil y sin precedentes”, restando importancia a la decisión y señalado que “los titiriteros de Bruselas, no quisieron darnos un foro para exponer y reafirmar nuestras posiciones en las cuestiones de Kosovo y Bosnia-Herzegovina”. Además invitó a su homólogo serbio a Moscú, esperando “que su viaje no se vea obstaculizado”.
De acuerdo a Moscú el bloqueo de los tres países balcánicos al vuelo del canciller Lavrov, no impedirá a Rusia cultivar las relaciones con los países amigos. De hecho, apoya a Serbia en sus difíciles relaciones con los Estados independientes que limitan con Belgrado; el Kremlin es, junto a China, uno de los pocos gobiernos del mundo, aparte de Serbia, que no reconoce a Kosovo como Estado-nación.
El portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov refirió que el incidente “puede ralentizar el programa diplomático”; es decir, puede ser una señal para bloquear la diplomacia rusa. En este sentido el senador ruso Vladimir Dzhabarov, a través de su canal Telegram, propuso suspender el suministro de energía a los tres países «sí para estos estados, el gas natural ruso no es en absoluto tóxico, mientras que el sobrevuelo de un avión con un ministro ruso es una fuente de grave preocupación. La cuestión que se plantea es que quizá no merezca la pena suministrar energía a estos países”.
Desde Belgrado la reacción del presidente serbio, Aleksandar Vucic, fue contundente señalando que quienes impidieron la llegada del ministro ruso a Belgrado “no quieren la paz y sueñan con la derrota de Rusia”. Agregando que “el mundo en el que los diplomáticos no pueden buscar la paz es un mundo en el que no hay paz. Serbia está orgullosa de no formar parte de la histeria antirrusa, mientras que los países que sí lo están, tendrán tiempo de avergonzarse de ello”.
Aislamiento de la Federación rusa
El objetivo declarado de los Estados Unidos es el aislamiento internacional de Rusia; de allí la acción de estos tres países miembros de la OTAN, Bulgaria, Macedonia del Norte y Montenegro, por supuesto subyugados a las decisiones de Washington.
No obstante, esta operación de bloqueo de la federación rusa en todos los ámbitos, sólo ha tenido éxito en Europa, ya que muchos países de otros continentes no se han colocado automáticamente del lado de Occidente, como demuestran las votaciones de la ONU sobre el conflicto en Ucrania. Un caso interesante es el de Indonesia, que ha invitado a Putin a asistir a la Cumbre del G20 prevista en el archipiélago en noviembre. En consecuencia, el aislamiento debe aplicarse con más fuerza y dureza en Europa, aprovechando el dominio norteamericano en el bloque europeo y el hecho de que Serbia no tiene acceso al mar.
Inestabilidad de los Balcanes
De lo que no cabe duda es que este incidente diplomático no quedará sin consecuencias, sino que está reabriendo viejas heridas y líneas divisorias que nunca se borraron tras las guerras relacionadas con el colapso de la antigua Yugoslavia en la década de 1990.
Serbia conserva el amargo recuerdo de los bombardeos de la OTAN, en 1999 sobre Belgrado, Priština, Novi Sad y Podgorica. La Alianza Atlántica arrojó nueve mil 160 toneladas de bombas, una parte de las cuales contenían uranio empobrecido cuyos efectos sobre el medio ambiente y la salud de quienes se vieron expuestos aún son difíciles de evaluar y sus consecuencias continúan surtiendo efecto, aún hoy, después de 23 años. La OTAN Llevó a cabo estos bombardeos sin tener la autorización del Consejo de Seguridad de la ONU, en desconocimiento de la Carta de las Naciones Unidas, lo cual puede considerarse como una agresión contra un Estado soberano. Cerca de cuatro mil víctimas civiles perdieron la vida sin que aún se tengan cifras exactas como parte del silencio imperial. La Alianza Atlántica atacó de manera cruel centros poblados, fueron objetivos: numerosos edificios civiles como la Radio Televisión Serbia y hospitales. Llegando inclusive a violar el espacio territorial de las misiones diplomáticas, siendo destruida la embajada de China en Belgrado, donde perdieron la vida tres periodistas.
Fue un periodo de una violencia, durante el cual los países miembros de la OTAN atacaron despiadadamente a la antigua Yugoslavia durante 78 días consecutivos sin que hayan sido juzgados y sancionados los responsables, por el contrario continúan estando impunes. El 10 de junio de 1999, el dirigente serbio Slobodan Milosevic ordenó a sus fuerzas que se retiraran de Kosovo. La provincia serbia fue colocada en julio, bajo administración de la ONU y en 2008 proclamó su independencia, que como señalamos anteriormente Belgrado, Moscú y Pekín actualmente no reconocen.
Los Estados Unidos y Europa parecen haber olvidado este ignominioso ataque, pero, para Serbia, el horror vivido en 1999 continúa latente. Si bien Belgrado ha condenado la operación militar rusa en Ucrania, después de numerosas presiones, no se ha unido a las sanciones contra Moscú. Son muchas las afinidades culturales y religiosas entre Rusia y Serbia, y de acuerdo a algunas encuestas, la mayoría de los serbios apoyan a la Federación Rusa en el conflicto de Ucrania. Pero, no olvidemos que Serbia está tratando de mantener un equilibrio al ser candidata a adherirse a la Unión Europea, de allí la ambigua neutralidad del presidente Vucic, pero la cual puede romperse en los próximos días, inclinándose hacia Moscú.
En este contexto inestable, el presidente francés Emmanuel Macron presentó el mes pasado su propuesta de “comunidad política europea” para ofrecer una estructura de acogida a los países balcánicos, pero también a Ucrania y sus vecinos, con la esperanza de abrir las puertas de la Unión Europea en un futuro más lejano. Una iniciativa que trata de frenar el dominio ruso presente en la región de los Balcanes; este es uno de los objetivos privilegiados de la batalla diplomática que libra Moscú desde hace años, contrarrestando los lazos con la OTAN y la UE, tratando de mantener a estos países en una línea favorable a Rusia.
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Yoselina Guevara López Corresponsal en Italia
