¿Por qué un país pudo llegar a tener más armas que habitantes, un país que se alza como el paradigma de la democracia en el mundo, que señala a otros países u organizaciones como terroristas y los persigue y ataca?
A los hechos me remito: en Estados Unidos hay 120 armas por cada 100 personas, por eso alrededor de cada tres días se produce un incidente que involucra armas de fuego en los centros educativos del país y al menos una persona muere a la semana por un tiro. Hemos sido testigos con estupor de dos matanza en cuestión de días, la última en una escuela de Uvalde, estado de Texas, en que fueron asesinados 19 niños y niñas y dos profesoras. El sábado 14 de mayo un tiroteo en Buffalo, en el que murieron al menos 10 afroamericanos en un supermercado donde un tirador supremacista disparó a mansalva.
En el plano político, un desastre se desató el 6 de enero de 2021, cuando agitadores armados convocados por el expresidente Trump, vía Twitter, asaltaron el Capitolio de Estados Unidos con el fin de detener la certificación del recuento de votos de las elecciones presidenciales. Cinco personas murieron y más de 600 fueron acusadas por el ataque. Entre los matones había supremacistas blancos y milicianos antigubernamentales de la extrema derecha.
Las cifras de los tiroteos masivos en Estados Unidos son aterradoras, el año 2021 se registraron 692 y en lo que va de este año ya se cuentan 213. Pero, las armas en la sociedad norteamericana también son utilizadas por las y los ciudadanos para atentar contra su propia vida, la cifra es altísima: en 2020 un 54% del total de muertes fueron suicidios por tiro.
La doble moral del Imperio se deja ver día a día, racismo, pobreza, retroceso en las políticas de libertad social como el aborto, exacerbación de la xenofobia, es decir, todos los males que una sociedad puede arrastrar se encuentran de manera exagerada en el cuerpo social norteamericano. Es un Imperio en decadencia, que no se cansa de hacer daño a otras poblaciones sin atender la suya.
En cuanto al racismo, las comunidades negras, latinas y nativas norteamericanas han sido lejos las más afectadas por los efectos negativos de la pandemia de Covid-19, que ha profundizado las injusticias raciales existentes en materia de atención sanitaria, vivienda, empleo, educación y acumulación de riqueza. Aunque la pobreza se redujo en general gracias a los cheques de estímulo y a las ayudas al desempleo, es decir, medidas socialista donde el Estado interviene, persistió la brecha de riqueza entre comunidades blancas y negras, que sigue tan profunda como en 1968. Esto no lo digo yo, sino un informe de Human Rights Watch.El mismo informe dice que el Gobierno no consiguió frenar (suponiendo que quisieran frenarlo) la propagación del virus que causa el Covid-19, y en septiembre de 2021 la pandemia se había convertido en la enfermedad infecciosa más mortífera de la historia del país, con 676 mil muertes, el 94% de las cuales fueron de personas mayores de 50 años y entre las que se encontraban al menos tres mil 600 profesionales sanitarios, la mayoría personas afrodescendientes. Y prosigue, Estado Unidos continúa registrando las tasas de encarcelamiento penal más altas del mundo, con casi dos millones de personas recluidas en cárceles y prisiones estatales y federales en un día cualquiera, y millones más en libertad condicional y vigilada. Y como corolario dice que, históricamente, Estados Unidos es el país que más ha contribuido a la crisis climática que está cobrando un creciente número de víctimas en todo el mundo, y sigue siendo uno de los principales emisores mundiales. Sin embargo, Biden anunció que se comprometía a adoptar una política exterior “centrada en la defensa de la democracia y la protección de los Derechos Humanos”. Hay que ser muy, pero muy sinvergüenza e inmoral, y lo más increíble es que hay quienes creen que este Imperio quiere salvar a la humanidad y al planeta. Como si de alguna manera respetaran los Derechos Humanos y la vida en general.
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Cris González Directora de Correo del Alba
