Gazprom, el coloso gasífero ruso, notificó a Polonia y Bulgaria que suspende su suministro de gas a través del gasoducto de Yamal, debido a que estas naciones no realizaron los pagos en rublos. Hasta ahora Varsovia y Sofía no han realizado el procedimiento anunciado por Moscú a finales de marzo de crear una doble cuenta de conversión de moneda en Gazprombank. De acuerdo al portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, la petición rusa de cambiar a pagos en rublos es el resultado de la congelación de los activos rusos en divisas, una de las sanciones que ha impuesto Estados Unidos y sus aliados a la Federación. La negativa a cambiar a la moneda rusa refleja el deseo de Occidente de «castigar a Rusia a cualquier precio, incluso a costa de sus propios consumidores, contribuyentes y productores». Por su parte Austria, a pesar de estar dispuesta a abandonar el suministro de gas ruso en 2027, ha sido uno de los países que ha aceptado el nuevo método de pago para seguir recibiendo el suministro gasífero. Tras el anuncio de la interrupción de los flujos, el precio del gas en Europa subió hasta un 34%, para luego establecerse en un +10%.
Esta acción rusa tiene un alto componente político y puede ser en realidad una advertencia para los países occidentales, pero especialmente para Alemania. El mensaje de Moscú a Berlín es para que este último asuma una posición menos frontal en el conflicto en Ucrania. En Alemania, de acuerdo a encuestas, el grueso de los políticos está a favor de enviar armas pesadas a Kiev; al contrario, una mayoría del pueblo trabajador y sobre todo el tejido industrial del país parecen más interesados en evitar el colapso de las actividades productivas y la crisis social derivada del boicot a los hidrocarburos rusos.
Cumbre Ramstein: una provocación
La medida del Kremlin no llega en un momento casual, se produce tras la cumbre de Ramstein, la base militar estadounidense en Alemania. Esta reunión extraordinaria se celebró con el fin de apoyar a Ucrania, fue convocada por Washington y a la misma asistieron los ministros de Defensa de cerca 40 países. Es interesante que no sólo había miembros de la OTAN, Ucrania y los candidatos a ingresar (Suecia y Finlandia), sino también países no europeos entre otros, Japón, Australia, Corea del Sur, Israel, Qatar, Kenia. Esto nos puede dar una dimensión parcial de las fronteras del Occidente ampliado que Washington está estrechando a su alrededor para convertirlo en un instrumento contra Rusia y, sobre todo, para tratar de romper el eje de Moscú con Pekín.
En esta cumbre de Ramstein se determinó que el tiempo no está del lado de Ucrania, por lo cual los Estados Unidos instó a sus aliados al envío masivo de armamento a Kiev. Fue tal la presión de Washington que el gobierno alemán anunció el envío de sistemas antiaéreos blindados, unos cuarenta Gepard, que de acuerdo a fuentes no están operativos desde hace diez años, además de comprometerse con el entrenamiento de soldados ucranianos en Alemania.
El Reino Unido tampoco se queda atrás en la carrera guerrerista, James Heappey, Secretario de Estado de las Fuerzas Armadas del Reino Unido, declaró que Londres no tiene problemas si Ucrania utiliza armas británicas para atacar “objetivos legítimos” (logística, líneas de suministro etc.) en “territorio ruso”. Sin duda, se trata de una forma de influir en Estados Unidos y de hablar en nombre de los países de Europa del Este, que desde hace semanas presionan a Washington para que endurezca su enfoque de la guerra. Pero, además, son declaraciones provocadoras, sobre todo en este contexto en el cual se está a pasos de un conflicto mundial. Estados Unidos ha reafirmado su posición y prometió “mover cielo y tierra” para ayudar a Ucrania a detener el avance ruso sobre el terreno e incluso hasta reducir la maquinaria bélica del Kremlin en los próximos años.
Respuesta desde Moscú
El presidente Putin, este miércoles 27 de abril, en una reunión con los miembros del Consejo Legislativo del parlamento del país, aseguró que si alguien interviene, desde el punto de vista militar, en el conflicto con Ucrania, la respuesta de la Federación Rusa será veloz. El jefe de Estado subrayó “nuestra respuesta a los contraataques será rápida como un rayo. Tenemos herramientas que nadie más tiene, las utilizaremos”. Estas declaraciones confirman las acusaciones de Rusia contra la OTAN, la cual ha convertido el conflicto en «una guerra por delegación»; desde el inicio de la operación se conocía el accionar detrás de bastidores de la Alianza Atlántica, desde el entrenamiento de tropas por oficiales OTAN, el envío y pago de mercenarios y armas, además de los despliegues de servicios de inteligencia occidentales colaborando con Kiev en el terreno.
Según fuentes de información, no confirmadas, recientemente llegaron a Ucrania dos pelotones de fuerzas especiales francesas que manejarían defensa antiaérea y artillería. De acuerdo a la opinión de expertos militares, esto podría ser el inicio de una introducción regular de la Alianza del Atlántico Norte en el conflicto ucraniano, pero para otros sería un intento por desviar la opinión pública occidental sobre el descubrimiento de los oficiales de la OTAN atrapados en los laberintos de la Siderúrgica de Azovstal en Mariúpol. El Ministerio de Defensa francés no ha confirmado ni desmentido la información sobre el desembarco de fuerzas especiales francesas.
Todos estos elementos apuntan a que lo que está ocurriendo es un conflicto entre Rusia y la OTAN, donde la Alianza Atlántica representa los consabidos intereses de los Estados Unidos y sus aliados occidentales. En este sentido la situación en Ucrania cada vez se está complicando más, lamentablemente lo que se avizora es una enfrentamiento bélico que lejos de finalizar tiene todas la características de alargarse en el tiempo, y sus consecuencias se vivirán en todo el orbe. Quizás esté más cercano de lo que pensamos que se involucren frontalmente los países que conforman la OTAN los que insisten en enviar más y más armas ofensivas sin apoyar la búsqueda de una resolución pacífica a través de la diplomacia y la negociación. Por parte de Rusia, la advertencia está hecha. Pero, como siempre, en Occidente muchos fingen no oírla; esperemos que en el mundo no se produzca en los próximos días o meses un brusco despertar.
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Yoselina Guevara López Corresponsal en Italia
