Cientista político, actual vocero de la Presidencia, escritor y académico, Jorge Richter confiesa que nunca pensó estar en la palestra política, a la cual saltó en pleno gobierno de facto. Sus análisis críticos transmitidos a través de las redes sociales representaron un gran aporte en momentos en que la prensa y opiniones contrarias al régimen de Áñez eran censuradas: su denuncia pertinente le valió el cariño del pueblo boliviano, que sufrió las consecuencias del golpe de Estado. Para conversar acerca de esos y otros temas, Richter conversó en exclusiva con Correo del Alba.
¿Quién es Jorge Richter y cuáles son sus principales preocupaciones?
Es muy complejo hablar de uno. En realidad soy un politólogo con dos preocupaciones expresas: la primera de ellas, la cuestión social, Bolivia es un país de enormes asimetrías sociales irresueltas y con unos márgenes de exclusiones y de desprecio por los sectores populares aterradores; la segunda preocupación, en el análisis político, está en aquellos factores de conflictología irresueltos en el país, estudio eso; animándome a señalar algunos elementos que urge resolver para que tengamos una coexistencia tranquila.
He sido una persona de ideas progresistas, humanistas y socialistas, esa es mi formación; y estoy preocupado por la conflictología del país.
Usted tuvo un rol fundamental en 2020, incluso hay quienes han dicho que es uno de los “salvadores” del Proceso de Cambio. ¿Cómo recuerda ese tiempo?
En realidad, el Proceso de Cambio fue salvado por millares de personas que resistieron aquel tiempo. Yo miré el golpe de Estado en el anonimato de mi casa. Ya salía en los medios como analista, ese último tiempo había señalado algo que sí impactó en la sociedad: “Si es que hay fraude electoral, presenten las pruebas”. Esto porque no hay forma de que haya fraude electoral en un sistema manual, como es el boliviano. En un sistema manual lo informático interviene solamente como base de datos para hacer el conteo final, nada más. Por eso dije: “Si tienen las pruebas y denuncian el fraude monumental, pues acrediten esas pruebas”, algo que no han hecho hasta el día de hoy. Eso me dio una connotación en los medios y ahí empezó todo.
Después vi un elemento que es esencial en mi formación política: la ruptura de la democracia mediante un golpe de Estado. Entonces señalé desde el primer día que en Bolivia hubo un golpe de Estado y que también había que resolver eso, porque se hablaba mucho de pacificación. Y esa resolución pasaba por considerar el “factor Morales”, es decir, la presencia de Evo Morales como la representación mayor del bloque social y popular en el país, que no se podía prescindir de él porque iba a crear conflicto. Y, verdaderamente, mientras han tratado de acordonar ese bloque social y popular han generado conflictos, los que solo se podían liberar a través de un proceso electoral. En la primera etapa yo lo señalaba de forma clara: la convivencia de una democracia intercultural con una democracia republicana y liberal. Esas dos democracias hoy en día conviven en Bolivia.
Luego vino la pandemia y con ella un intento de estructurar un Estado policial. Yo deconstruía cada uno de los intentos de Áñez y los exponía. Pero, igualmente, el poder político en un determinado momento buscó invisibilizar a los críticos del golpe, de la dictadura de Áñez. Entonces tomé una decisión, en el exilio pandémico, cuando cada uno dentro de nuestras casas y la detención domiciliaria forzada que teníamos los bolivianos, anuncié que lo que decía en los medios lo iba a comenzar decir por las redes sociales. Empecé a producir unos videos y estos circularon muchísimo, porque sintonizaron con el pedido popular, con la resistencia; y circulaban en los grupos de WhatsApp y en las redes sociales. Posteriormente me llevaba mucho tiempo hacer los videos, entonces dije que haría transmisiones directamente. Y estas empezaron a tener una buena cantidad de gente que se conectaba y escuchaba, más tarde las editaban y las reproducían. Todo eso me generó una visibilización impensada, no planificada, y un ingreso a la política igualmente impensado.
«Si no se construye un proceso de pacificación con complementariedad social, este país no tiene posibilidades y seguirá en conflicto permanente»
¿Cuál es su balance del primer año del gobierno del presidente Luis Arce?
El balance es positivo en la medida en que los bolivianos y las bolivianas hemos recuperado la institucionalidad electoral, la democracia, la vigencia de la Constitución, las libertades y la posibilidad de reconstruir nuestra economía. Estos elementos son fundamentales y, en mi visión, sobre todo las libertades y la posibilidad de retomar otra vez el concepto y la idea de igualdad en nuestra sociedad y de sostener el principio de la inclusión que está en la Constitución de 2009, en la plurinacionalidad. Tener esto ya en el primer año, después de un golpe de Estado, es bastante, porque si esto fuera solo en un cambio de gobierno, en una transición a otro, podríamos decir que es poco. Pero tras un golpe de Estado y un intento regresivo hacia los modelos neoliberales excluyentes, es verdaderamente importante.
¿Cómo evalúa el estado actual y el accionar de la oposición?
En años anteriores, unas cinco décadas, dominaban en Bolivia los sectores oligárquicos y los sectores de clase de dominante, estaban unidos, y quienes resistían estaban disgregados. Hoy eso se ha invertido, quienes entonces resistían están unidos y quienes dominaban hoy están dispersos. Esto quiere decir que hay una derecha errática, que no ha podido reconstruirse después de un ciclo político: en Bolivia los ciclos tienen más o menos 18 años. Desde el año 2006 hasta la fecha van a ser 16 años, no han podido reconstituirse como opción política con visiones de país o una compresión de lo que han significado estos años, que no son solamente de la gestión de un gobierno, sino que han removido las estructuras sociales fundamentalmente identitarias, han creado elementos de pertenencia muy importantes.
Hoy la derecha se ha reorganizado de forma dispersa, víctima de un propio mal que ellos crearon. Cuando estaban llegando a la etapa final de la vieja partidocracia, para poder seguir teniendo vigencia y como los partidos entraban en una crisis inexorable e inevitable, crearon agrupaciones ciudadanas para poder ellos mismos rehacerse de forma individual, pero carecen de estructura política partidaria, territorial, terminan siendo solamente referencias unipersonales: Camacho con Creemos, Mesa con Comunidad Ciudadana (CC), Doria Medina con Unidad Nacional (UN), y algunos otros todavía menores.
En la mirada económica, no saben más que repetir tres o cuatro conceptos de inversión privada respecto a la propiedad privada, como si nosotros la afectáramos. Apertura de las exportaciones, pero no miran los cupos internos; y por supuesto, alianzas con las grandes potencias a las cuales se han sometido históricamente. Es una lógica de colonialismos externos que nunca han combatido, salvo aquello que es lo tradicional, y es a lo que Sergio Almaraz siempre se refería, lo dijo el 11 de mayo de 1969, momentos antes de morir: ¿Por qué nos ha ido tan mal a los bolivianos siempre? Por estas miradas tan superficiales, tan cortas, tan antibolivianas.
¿Cuál es el Estado ideal para Bolivia?
Un Estado socialista, de fuerte connotación social, con salud, educación, seguridad social, oportunidades, que haya logrado construir un proceso de pacificación de complementariedad social, con inclusión. Si no se construye un proceso de pacificación con complementariedad social, este país no tiene posibilidades y seguirá en conflicto permanente.
La complementariedad significa que haya diversidad, pluralidad. Hay un interminable bagaje cultural en nuestro país que tiene que ser complementario y debemos respetar todo, pero hay que trabajar ese proceso que lleva años construir: no es un decreto y no es una reunión de fin de semana. Lleva años construirlo y no hemos empezado, no tenemos experiencia, nunca lo hemos hecho los bolivianos ya que siempre hemos trabajado en lógicas de dominación y de acuerdos circunstanciales. Pero creo que, sin lugar a dudas, tiene que haber una vía boliviana de socialismo, nuestra, propia, de grandes solidaridades.
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Cris González Directora de Correo del Alba