El sistema monetario y financiero global está cambiando drásticamente con el uso, cada vez mayor, de nuevas tecnologías asociadas al dinero electrónico y a las criptomonedas. En un escenario de pandemia, estas tecnologías se han ampliado y demostrado que son necesarias e importantes para lograr una mayor eficiencia en las transacciones y ahorrar tiempo y dinero en las mismas. En el caso de los países llamados en vías de desarrollo, con una baja cobertura del sistema financiero, han servido para agilizar y facilitar las transacciones, logrando, de manera gradual, una mayor inclusión financiera.
En algunos casos, la expansión de este tipo de monedas o dineros electrónicos está motivado o administrado por los bancos centrales, que buscan crear un sistema de gestión de pagos más eficiente, que incluya a la mayor parte de la población de manera fácil, sencilla, intuitiva, dado que son plataformas accesibles; de uso cotidiano y de costos bajos para la mayoría de las usuarias y los usuarios.
En febrero de 2014, la Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) en La Habana discutió sobre la moneda única de la Región. Su objetivo principal era el de romper el bloqueo impuesto por los Estados Unidos a Cuba. Para Venezuela, en ese momento, tenía una connotación especial el tema, en el marco de una crisis económica producto de la dolarización de su economía y la dependencia de una estructura económica extractivista y rentista, basada en la generación de divisas casi exclusivamente a partir de la exportación petrolera. Todas las economías de América Latina y el Caribe son dependientes de la divisa dólar y unas se encuentran más comprometidas que otras al estar 100% dolarizadas, como el Ecuador y El Salvador (este último aprobó el uso del Bitcoin como moneda de curso legal).
Uno de los mecanismos para esta moneda única en la Celac era el Sistema Unitario de Compensación Regional de Pagos (Sucre), creado como un medio de pago para facilitar el intercambio comercial sin la mediación del dólar. En este contexto, al ser una Unidad de Cuenta Común conformada por la canasta de monedas de los Estados parte y ser controlada por los bancos centrales, el Sucre no se vería afectado ante las variaciones en el mercado cambiario. Sin embargo, no logró consolidarse por factores geopolíticos regionales.
En el caso del Petro, que es el primer criptoactivo para el intercambio de bienes y servicios reconocido y respaldado por un Estado soberano, fue creado como un instrumento financiero-digital basado en la tecnología blockchain. Diseñado, emitido y promovido por el Banco Central de Venezuela (BCV). Al ser el Petro canjeable por dinero fiduciario u otros criptoactivos, el BCV quiere asegurar al inversionista un precio de recepción en el pago de obligaciones al Estado, cuya referencia será el precio de un barril de petróleo, de la cesta petrolera del país. El objetivo del Petro es el de convertirse en un activo de reserva de valor estable y en un medio de pago internacional que permita disminuir la demanda interna de divisas, lograr el abastecimiento de medicinas, alimentos, entre otros, además de minimizar riesgos geopolíticos como los bloqueos que ahora sufre Venezuela.
Con el uso de estas nuevas tecnologías, el pago entre exportadores e importadores se realiza de manera instantánea y de forma directa, sin ningún tipo de intermediación que pueda condicionar la transacción. Los pagos con la tecnología blockchain son sencillos, con solo suministrar una dirección de la billetera electrónica (Wallet) se emite el pago ágilmente. Sumado el uso de contratos inteligentes, facilita el intercambio comercial entre importadores y exportadores. El dinero disponible en los monederos de los exportadores podría ser utilizado como parte de pago en nuevas transacciones, sin necesidad de intermediación bancaria. En este escenario las empresas podrán realizar pagos electrónicos directos, confiables e irrevocables sin necesidad de utilizar el sistema bancario tradicional, dado que esta tecnología es autónoma y descentralizada por lo que ningún país externo o institución financiera puede llegar a controlarla.
Las sanciones económicas y bloqueos impuestos por Estados Unidos y Occidente a países que no tienen la misma orientación política han promovido, intensificado y ampliado el uso de monedas y sistemas de pago diferentes del dólar o el Euro. A tal punto que ha obligado a poner en marcha un sistema de pagos alternativo al Swift. El bloqueo financiero ha creado las condiciones para desarrollar una nueva institucionalidad que conducirá gradualmente a la desdolarización de las economías y sistemas de pago con el uso de estas nuevas tecnologías.
El dilema de esta transición financiera y monetaria está en mantener la participación del Estado a través de sus bancos centrales (conservadores y neoliberales alineados en su totalidad a las directrices del Fondo Monetario Internacional), por un lado; o quedar expuestos al interés privado, que sin control estatal socave los intereses comunes, por el otro.
El desarrollo de nuevos mecanismos y sistemas tecnológicos que garanticen la independencia del dólar y su variabilidad es una necesidad para promover el desarrollo regional, la estabilidad macroeconómica y una mayor independencia de los poderes políticos y económicos globales.
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Ramiro Lizondo Díaz Economista
