Estados Unidos continúa tratando de frenar desesperadamente la expansión del gigante asiático en el mundo, esta vez una delegación estadounidense encabezada por Daleep Singh, viceconsejero de Seguridad Nacional del presidente Joe Biden, inició desde la semana pasada una gira por Suramérica para presentar el Build Back Better World (B3W Volver a construir un mundo mejor) y supuestamente escuchar a sus interlocutores. Aunque es bien sabido que será más que oír, imponer líneas de acción que sus vasallos deberán llevar a cabo. Este periplo de los norteamericanos incluye la visita a Colombia, Ecuador y Panamá en un claro acercamiento de Washington en clave anti-China.
B3W un dique a la expansión china
La iniciativa estadounidense Build Back Better World, anunciada en junio en el último G7, tiene el objetivo preciso de ofrecer una alternativa a las nuevas rutas de la seda China. Para ello los Estados Unidos a través del B3W tratará de satisfacer las enormes necesidades de infraestructuras de los países de renta baja y media. La gira norteamericana visitará en primer lugar Colombia, donde el jefe de la delegación Singh se reunirá con el Presidente Iván Duque. Posteriormente será el turno de Panamá, en la cual China ha ganado terreno consiguiendo el reconocimiento diplomático.
La gira finalizará en Ecuador, en el cual la administración estadounidense está posicionándose al haber pagado un tramo de la deuda que Quito tiene con China, alrededor de unos 6 mil 500 millones de dólares, probablemente para evitar que Pekín se aproveche de la insolvencia. En este milenio, China ha aumentado enormemente su participación en las economías latinoamericanas en forma de préstamos, inversiones y comercio.
El poder blando de los Estados Unidos
Los hacedores de la política norteamericana saben que están enfrentando, desde hace unos años, una fase de debilitamiento por la entrada en la palestra mundial de potencias como China y Rusia. En virtud de ello están recurriendo a lo que por mucho tiempo ha sido su caballo de batalla “el soft power”. Es decir, a un ejercicio real del poder que están seguros de tener, en la zona que han denominado históricamente como su “patio trasero”, para orientar de manera “indirecta” las decisiones de las naciones ubicadas en esos territorios hacia posiciones que favorezcan los intereses imperiales.
China entró con facilidad en Latinoamérica debido a la menor atención prestada por Estados Unidos. La supuesta guerra contra el terrorismo, tras el atentado de las Torres Gemelas, que ha enmascarado las invasiones militares norteamericanas, desplazó la atención de Washington al Medio Oriente. Cuando Joe Biden anunció la retirada definitiva de Afganistán, después de 20 años de una guerra inútil, habló del interés nacional en centrarse en otras amenazas, sobre todo el expansionismo chino.
El gigante asiático se expande a Latinoamérica
La presencia de China crece cada día más en Latinoamérica y como era de esperarse los Estados Unidos no pueden quedarse de brazos cruzados. El gigante asiático, a pesar de una civilización ajena a la región, puede ofrecer un modelo alternativo al capitalismo. El punto de fuerza de China en su política exterior está encaminada a la construcción de puertos, conexiones, y vías en la nueva ruta comercial asiática; tanto Suramérica como Centroamérica se encuentra en este mapa comercial.
Ya existen indicios de esta cooperación a nivel de puertos, por ejemplo, Pekín está intentando financiar a Nicaragua para lograr posicionarse a ambos lados del Canal de Panamá, desde allí abastecería todo el frente atlántico. Por otra parte, la nueva ruta de la seda no es el único objetivo chino, lo es también la búsqueda de materias primas que ha obligado a China a poner sus ojos en la región. Así, para Brasil, Chile, Perú y Uruguay, Pekín se ha convertido en el primer socio comercial, y desde hace quince años está estableciendo relaciones con muchos otros países sudamericanos.
Resalta la estrecha cooperación entre el Gobierno venezolano y chino, en diferentes ámbitos tanto en salud, como en infraestructura, transporte, etc. De 2005 a 2019, las inversiones del gigante asiático en Latinoamérica ascendieron a 130 mil millones de dólares, de los cuales casi la mitad fueron con Brasil, en su mayoría, se trata de proyectos energéticos (56%) y mineros (28%). Los préstamos en el periodo 2005-2020 también fueron sustanciales, ascendiendo a 137 mil millones de dólares. Esta visita de Daleep Singh, el emisario imperial, evidencia que la conquista de los mercados latinoamericanos por parte de China es un problema geopolítico para Washington. El gigante asiático está muy lejos de abandonar el espacio donde poco a poco está logrando posicionarse, no hay duda que ha llegado para quedarse.
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Yoselina Guevara Corresponsal venezolana de Correo del Alba en Italia