La vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris, concluyó el martes 8 de junio su primer viaje oficial a Guatemala y México. Harris informó que considera al presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, un aliado para abordar el problema de la migración; por ello, ambos acordaron profundizar los lazos económicos e invertir en la mejora de las condiciones de Centroamérica.
La Vicepresidenta también dijo que las conversaciones con López Obrador fueron “francas”, ya que se trataron temas de actualidad como la seguridad, las vacunas y el manejo de la pandemia, destacando que “ha comenzado una nueva era de relaciones bilaterales”.
Por su parte, el presidente mexicano confirmó que su Gobierno está muy interesado en mantener buenas relaciones con Washington y expresó su agradecimiento a la Vicepresidenta por la cooperación en la vacunación de Covid-19. Ambos países reafirmaron su compromiso de avanzar de forma coordinada y conjunta contra la pandemia.
Harris inició el 6 de junio su periplo oficial a Centroamérica. Durante su estancia en Guatemala, se reunió con el presidente Alejandro Giammattei, con quien mantuvo una conversación tratando temas como la lucha contra la corrupción, la delincuencia y la violencia. Asimismo, firmaron tres acuerdos bilaterales, que incluyen los ámbitos de seguridad fronteriza y desarrollo económico.
El defensor del pueblo guatemalteco, Jordán Rodas, denunció un acelerado retroceso en cuanto a Derechos Humanos en su país y pidió a Harris presionar al gobierno de Giammattei.
Inversión económica y una oferta engañosa
La Vicepresidenta estadounidense había anunciado el 27 de mayo que una docena de empresas y organizaciones estadounidenses activarán nuevas inversiones en Guatemala, Honduras y El Salvador. Entre los participantes en el nuevo programa se encuentran los gigantes corporativos Mastercard y Microsoft, así como una organización denominada Pro Mujer. En un acto para anunciar la iniciativa, Harris expresó que las empresas privadas desempeñarán «un papel muy importante en la creación de puestos de trabajo, el fomento de las oportunidades económicas y el proceso de desarrollo a largo plazo».
El objetivo del programa es apoyar a las poblaciones vulnerables, como las mujeres y los jóvenes, e invertir en programas de formación laboral y en la lucha contra la escasez de alimentos. Además, el Gobierno estadounidense apoyó la propuesta de proporcionar siete mil millones de dólares en ayuda a Guatemala, El Salvador y Honduras, para hacer frente a la pobreza y la violencia, situaciones que empujan a la gente a migrar a Estados Unidos. Pero esto no deja de ser una oferta engañosa ya que está ampliamente comprobado que, en la mayoría de los casos, estas empresas transnacionales incumplen los derechos laborales y someten a los trabajadores y trabajadoras, sobre todo mujeres, a pésimas condiciones de trabajo. Se genera empleo, pero son puestos de trabajo caracterizados por enormes déficits en derechos, en condiciones precarias que llegan a ser inhumanas en numerosos casos. Es una inversión extranjera realizada en las mejores condiciones para los capitalistas y en las peores para los trabajadores y trabajadoras. Pero además de ello se trata de un modelo de producción y organización del trabajo que se basa en la feminización de la precariedad, la inestabilidad laboral, la ausencia de derechos y de la vulnerabilidad de las mujeres para crecer y desarrollarse en todos los ámbitos con una amplia escasez de oportunidades que les permitan superar las situaciones de desventaja social en las cuales se encuentran.
Esta política económica de Estados Unidos, edulcorada con las buenas intenciones del freno a la migración, está directamente relacionada con los vínculos del dúo Biden-Harris con Wall Street y el Estado profundo, no olvidemos que la nueva administración norteamericana, de acuerdo a diferentes analistas, es una coalición de ultrarreaccionarios en línea con los neoconservadores republicanos de la era Bush, esto para desilusión de los sectores de izquierda que continúan viendo a Biden como un antifascista.
Es necesario no dejarse engañar por las demostraciones mediáticas de apoyo a los afrodescendientes y latinos, en la raíz de la actual administración Demócrata hay notables nombres que están asociados a lo más rancio del fascismo financiero de Wall Street, como Michele Flournoy. Además las conexiones de Kamala Harris con los neoconservadores republicanos y el clan Clinton son múltiples y no dejan lugar a la fantasía ya que en política las relaciones de poder cuentan. Allí están los dueños de transnacionales, los creadores de maquilas, los amos y señores del capital explotador; no es de extrañar que Harris esté más a la derecha que el propio Trump.
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Yoselina Guevara López Corresponsal en Italia
