Cómo funciona la «narrativa» occidental contra Rusia

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El devenir de los hechos que vienen haciendo la Historia de nuestros días, se nos presenta cada vez más lleno de contradicciones. Y los que somos “gente común”, que sentimos una especie de “hambre” de informaciones confiables, comenzamos a desconfiar de que sean confiables muchas de las informaciones que nos entregan.

¿Qué está pasando con la pandemia del Covid-19? ¿Va a estallar la Guerra Mundial contra China, Rusia y sus aliados?

Y, sobre todo… ¿por qué las noticias del mundo aparecen tan contradictorias?

Quisiéramos saber a qué atenernos, cómo prever los presagios sombríos que parecen plagar nuestro futuro, y las noticias generalmente nos llegan como las piezas desordenadas de un rompecabezas, cada una de las cuales cobra algún sentido real recién cuando encaja sin contradicciones con las demás piezas.

Solo entonces los fragmentos comienzan a formar un conjunto comprensible, un conjunto inteligente.

Vamos viendo lo que está ocurriendo ahora mismo en los tres temas más angustiosos que enfrentamos todos.

Avances de la pandemia y la vacunación

El viernes pasado, en Washington, el presidente Joseph Biden anunció que, pese a todo, ha resuelto autorizar el uso de la controvertida vacuna Johnson y Johnson, elaborada en Estados Unidos, pese a que las comprobaciones médicas sólo indican que protege realmente a algunas de las personas en muchos de los casos.

Eso porque ya se acepta como indispensable que la población total del país sea vacunada. Solo así se puede parar, en términos reales, la propagación de la enfermedad que, al paso de los días, sigue evolucionando en variantes que pueden burlar las vacunas, variantes que son más agresivamente contagiosas y que dejan un saldo de mortalidad mucho mayor, matan más gente.

En la mayor parte de Europa, en tanto, los gobiernos aun sabiendo que son impopulares, tienen un altísimo costo en la economía y exasperan a la población, aplicando medidas policiales para frenar los contagios mediante cuarentenas y aislamiento.

En Sudáfrica, en la India y Brasil, ya se ha detectado el surgimiento de cinco nuevas variantes del virus, lo que demuestra que tiene una vigorosa capacidad de modificarse haciéndose invulnerable a la acción de las vacunas… Y el número de contagios está haciendo colapsar todo el sistema hospitalario… a lo que se agrega la macabra saturación de los cementerios, sobre todo en la India y en Brasil.

De hecho, para muchos de los biólogos investigadores de la pandemia, se teme que ya haya alcanzado un nivel de evolución que volverá invulnerables a los virus, haciéndolos capaces de ocultarse de los sistemas de inmunología. Es decir, que tendremos que aceptar que la pandemia no será erradicada por completo, al menos durante varias décadas.

En la semana que pasó se dio a conocer al público, con bastante honradez, las características de las principales vacunas elaboradas hasta ahora. Primero, en términos de efectividad real, comprobada por médicos y bioquímicos estadounidenses, las vacunas válidas son: Pfizer, con 95% de eficacia y un precio de 20 dólares por unidad. Moderna, con 94% de eficacia y precio de 15 dólares, la estadounidense Johnson y Johnson solo tiene un 66% de protección garantizada, y cuesta 10 dólares la unidad.

Siguen la AstraZeneca, sueco-británica, con solo un 62% de protección garantizada y un precio de cuatro dólares por unidad. La rusa Sputnik V, con un 95.6% de eficacia y un precio de cinco dólares por unidad;  la china Sinovac, con un 91.2% de eficacia también a cinco dólares; y la Covaxin, producida en la India, con un 81% de protección y un precio de alrededor de tres dólares, pero esta última no ha sido verificada ni en Europa ni Estados Unidos.

Todas estas vacunas requieren ser almacenadas a temperaturas del orden de los -30ºC, y pueden ser conservadas durante corto tiempo, no más de 12 horas, a una temperatura ambiente fresca.

En estos momentos, solo China y Rusia están exportando centenares de miles de vacunas al resto del mundo, y a ello Rusia ya agrega la instalación en otros países, incluyendo Argentina y Cuba, de laboratorios para la elaboración local de sus vacunas.

En el caso de la India, la actual tercera oleada de la pandemia ha sido tan enorme que su producción local de vacunas ya es insuficiente y ha tenido que importarlas desde Europa y Rusia.

El surgimiento de mutaciones del virus en Sudáfrica ya se propagó por 20 estados norteamericanos, incluyendo California y Texas, y por otros 42 países, y se ha verificado que la efectividad de las vacunas ante esa variante ha disminuido entre un 14% y un 12%.

Paralelamente, el doctor Anthony Fauci, consejero en jefe del presidente Biden para enfrentar la pandemia, ya descalificó las afirmaciones del gobierno de Donald Trump respecto de que el virus del Covid-19 se hubiera originado en laboratorios de la ciudad china de Wuhan. El doctor Fauci señaló que el virus, que originariamente afectaba a ciertos animales, estaba presente desde varios meses antes, lo que le permitió evolucionar y contagiar también a los seres humanos.

Por su parte, la doctora Leana Wen, excomisionada de Salud de la ciudad de Baltimore, descalificó  a los que lanzaban acusaciones contra China, y exigió que quienes lancen tales acusaciones presenten pruebas reales y científicas y no simples sospechas infundadas.

Tensión entre Unión Europea, Estados Unidos y Rusia

En el otro campo de incertidumbre y contradicciones, esta semana bajó bruscamente el tono amenazante que habían asumido Washington y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) frente a Rusia, sobre el tema de las provincias orientales de Ucrania que se mantienen rebeldes contra el gobierno ferozmente antiruso que asumió el poder tras el derrocamiento del presidente legítimo Víktor Yanukovich.

Aunque no hay declaraciones oficiales de jefes de gobierno de los países de la Unión Europea (UE), resulta bastante claro que ninguna nación europea parece dispuesta a ir a la guerra contra Rusia para defender los intereses de Ucrania.

«La ‘narrativa’ de la gran prensa que controlan las transnacionales trasciende incluso el alcance de los grandes periódicos, las agencias noticiosas y las grandes redes transnacionales de televisión»

Obviamente, pesa en ello el hecho de que la OTAN obedece a la estrategia de Washington, sin consultar realmente a los jefes de gobierno europeos, sino que se limita a los aparatos burocráticos que rigen tanto a la OTAN como a la UE.

Rusia, que había respondido a las amenazas iniciando maniobras militares en la frontera ucraniana, puso término a los ejercicios programados y ya retiró el grueso de sus efectivos, aunque anunció, en duros términos, que no permitirá que buques extranjeros naveguen en sus aguas territoriales sobre el Mar Negro.

Concretamente, señaló que sus fuerzas navales y costeras harán ejercicios de guerra, utilizando munición y misiles reales, que harán que cualquiera intrusión en esas aguas pueden resultar prácticamente suicidas.

Sin embargo, Moscú anunció también que mantendrá abierto el paso a buques mercantes por el estrecho de Kerch, que une el Mar Negro con el golfo ucraniano llamado “Mar de Azov”, sobre el cual Rusia construyó un inmenso puente multiuso uniendo sus territorios asiáticos con la península de Crimea, ya reincorporada a Rusia por plebiscito.

Paralelamente, aunque no se lo menciona, el cambio de tono aparece vinculado con la reiteración de Alemania y otras naciones europeas, de que este año definitivamente entrará en funciones el gran gasoducto Corriente Norte 2, que une a Rusia con Alemania a través del Mar Báltico, y que duplicará la venta a Europa de gas natural ruso.

El tema de las relaciones entre Rusia, la UE y Estados Unidos, implicó dos temas candentes, agrandados y dramatizados por la gran prensa que controlan las transnacionales de Occidente: el tema de la autodeterminación de los pueblos incluso ante una determinada estructura política; y el dramatizado caso del dirigente y abogado ruso Alexei Navalny, quien estaba realizando una huelga de hambre en la prisión donde cumple una condena a tres años de cárcel por apropiación fraudulenta de dinero.

Según la gran prensa, Navalny llevaba ya tres semanas de huelga de hambre, sin comer nada, y finalmente accedió a ingerir alimentos en abundancia, para no cometer suicidio. Las fotografías del momento lo muestran, sin embargo, asombrosamente rozagante tras tres semanas en que supuestamente solo ingirió agua.

Pero lo más significativo de este episodio supuestamente heroico, es que coincide con la huelga de hambre de los 10 jóvenes prisioneros irlandeses, en una cárcel de Londres, que mantuvieron en protesta contra el gobierno de la conservadora primera ministro británica Margaret Thatcher, y que se prolongó durante tres semanas, sin que la Thatcher accediera a ninguna de las demandas de los huelguistas, hasta el 4 de agosto de 1981, en que los 10 muchachos murieron de inanición, sin abandonar la huelga de hambre.

Por supuesto, nadie, ningún gran periódico, ninguna institución internacional de Derechos Humanos, mencionó ni la más mínima amenaza de sanciones en contra de la jefe de gobierno británica que simplemente los había dejado morir.

¿Tan poco valían esos 10 muchachos de Irlanda del Norte? ¿Cómo es que la más bien moderadita huelga de hambre de Alexei Navalny fue convertida en una especie de epopeya heroica, que conllevaba amenazas terribles en contra de Rusia?

También en este caso, la diferencia está en lo que en la prensa actual se llama la “narrativa” periodística. ¿Cuáles son los hechos reales en relación con Alexei Navalny, a quién grandes medios informativos como la británica  BBC y la muy alemana Deustche Welle, llaman “el más importante crítico del régimen autoritario de Vladímir Putin en Rusia”?

El caso Navalny

En realidad, Alexei Navalny es considerado, incluso por la mayoría de los jóvenes rusos, como un elemento sospechoso que ha recibido abundantes recursos financieros de organizaciones de Estados Unidos, de marcada orientación antirusa. De hecho en estos momentos recibe sueldo como corresponsal de la revista financiera Forbes, de Nueva York, y su organización política ha recibido aportes importantes de fondos como la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid), supuestamente destinados a apoyar actividades democráticas.

Ya en 2010, Navalny fue agraciado con una muy generosa beca para asistir durante seis meses a la Universidad de Yale, en Nueva York, con financiamiento de la “Yale World Fellows”, una organización de ricos empresarios exalumnos de esa universidad, orientada a formar y abrirle camino a personas promisorias que integren una red internacional de líderes liberales y libertarios.

Navalny se presenta como si fuera miembro del partido político Yábloko, de tendencia liberal centro derechista, aunque dándole importancia a la intervención del Estado en la planificación y control de la economía.

Este partido Yábloko había alcanzado cierta relevancia, con numerosos diputados elegidos en la Duma o Parlamento, tanto de la Federación Rusa, como de los estados o Repúblicas Unidas.

Sin embargo, Yábloko fue perdiendo relevancia, y en las elecciones de 2011 solo alcanzó una votación del 3%, por lo cual perdió sus últimos escaños en la Cámara, que exige una votación mínima del 7% por cada diputado.

Fuera de eso, el mismo partido Yábloko no considera que Navalny sea un verdadero militante, aunque en el pasado sí estuvo inscrito en los registros del partido.

Más aún, se le critica por haber hecho declaraciones ultranacionalistas y xenófobas, que son rechazadas por los sectores liberales incluso de la oposición rusa contra la coalición de partidos que apoyan a Vladímir Putin.

El año 2013, Navalny fue investigado y procesado por una situación de malversación de fondos, a raíz de lo cual fue condenado a cinco años de cárcel. Sin embargo, el tribunal le otorgó que pudiera cumplir la pena en su domicilio y, fuera de ello, se le autorizó para participar como candidato a la alcaldía de Moscú, donde solo finalmente obtuvo un 27% de los votos.

«El derecho y el deber fundamental del periodismo es entregar información verdadera, y entregar también la perspectiva de opinión, no para manipular la realidad, sino para invitarnos a pensar en esa realidad»

En 2017 fue nuevamente acusado de malversación de fondos y una vez más recibió una condena de cinco años, aunque le mantuvieron los términos de libertad vigilada.

Alexei Navalny clamó ser una víctima de persecución política, y declaró ante la prensa occidental que había sido condenado para impedirle presentarse como candidato presidencial en las elecciones de 2018.

Aunque los observadores occidentales admiten que el movimiento protestatario organizado por Navalny es eficiente, diversos analistas concuerdan que no parece tener él capacidad para movilizar un apoyo popular significativo, más allá de Moscú y algunas otras ciudades.

La mayor parte de las denuncias de corrupción contra el régimen encabezado por Putin se canaliza a través de una agencia noticiosa británico-estadounidense llamada Bellingcat, o sea, “el gato con cascabel”, que distribuye a los grandes periódicos material noticioso de origen no especificado.

Son esas noticias que dicen ser “obtenidas de fuentes bien calificadas”, que no son ni identificadas ni se pueden verificar.

¿Puede compararse el supuesto heroísmo democrático de Alexei Navalny, con el tremendo heroísmo del periodista Julian Assange, quien fue condenado en 2019, por los tribunales británicos, a 50 semanas de cárcel  por haber eludido una orden de detención por una demanda en Suecia, que ya había sido desestimada?

Esa condena quedó cumplida en febrero del año pasado, pero se le mantiene en presidio, en confinamiento solitario, desde donde solo se le permite salir a un patio cerrado una hora cada 24 horas, y eso sin que haya cometido delito alguno en Gran Bretaña. Es decir, lo mantienen preso porque Washington “podría iniciar trámites para su extradición a Estados Unidos”.

¿No es esa una violación del principio de Habeas Corpus, que exige que haya una acusación real, ante un tribunal  calificado y por algún crimen específico, como lo establece el fundamento mismo de la justicia?

¿Cómo podría compararse el casi cómico asunto de Alexei Navalny con el dramático caso de Julián Assange?

La “narrativa” de la gran prensa que controlan las transnacionales trasciende incluso el alcance de los grandes periódicos, las agencias noticiosas y las grandes redes transnacionales de televisión.

Y esa narrativa es por esencia una operación orientada a proyectar sobre la gente común una versión de la realidad que va mucho más allá de lo que es legítimamente una opinión, una tendencia sana para interpretar los hechos.

No. La actual “narrativa” de esa prensa transnacional apunta a hacer que la gente común acepte como si fuera la realidad verdadera lo que no es más que un cuento que intenta reemplazar la realidad.

Por ejemplo, comenzando por una versión entregada por el New York Times y replicada por cientos de otros periódicos y medios informativos, y además por participantes a sueldo en las redes sociales, sobre la supuesta muerte de un policía durante las protestas que invadieron el Congreso el 6 de enero…

Esa versión, según el diario, fue “entregada por testigos presenciales”, no identificados, por supuesto, y afirmaba que el policía Brian Sicknick había sido brutalmente golpeado por los trumpistas que invadían el Capitolio. De hecho, señalaban que lo habían golpeado con un extinguidor de incendios, hasta matarlo.

Bueno, un mes después de esa versión, el 90% de la gente seguía creyendo que Sicknick fue asesinado. Sin embargo, solo una semana después de la primera noticia difundida por el New York Times, el análisis forense ya había señalado que el policía no tenía ninguna herida ni señal interna o externa que hiciera suponer que había sido atacado a golpes.

Al parecer, el policía sufrió un paro cardíaco que le causó la muerte.

Pero, hasta hoy más de un 40% del público sigue creyendo que Brian Sickick murió asesinado. O sea, la “narrativa periodística” reemplazó a la realidad.

Y hay otro caso, todavía más estridente, de una narrativa que reemplaza a la realidad. Es el caso de las denuncias de supuestas violaciones atroces de los Derechos Humanos de los musulmanes Uighures en el Sinkiang, en la China.

Casi todo el mundo cree que es cierto que los Uighures están sometidos a un régimen atroz de lavado de cerebros y de trabajos forzados.

Pero, fíjese Ud., aquellas acusaciones están siendo desmentidas nada menos que por los representantes de las grandes empresas occidentales que están instaladas allí, en el Sinkiang, por ejemplo la Apple, también el ya legendario Elon Musk, de Tesla, y Stephan Wollenstein, jefe máximo de la Volkswagen que está abriendo su nueva línea de automóviles eléctricos allí, en el Sinkiang.

Este Wallenstein no solo negó categóricamente que existiera ese cuadro horrendo que presenta la “narrativa” antichina. Además enfatizó ante los periodistas que “nosotros contratamos a nuestros trabajadores, dialogamos con sus dirigentes sindicales, y nada sabemos, ni directa ni indirectamente, sobre esas supuestas violaciones a los Derechos Humanos”. ¿Qué tal?

Oiga… el periodismo tiene la obligación de exponer la verdad tan cabal y responsablemente como se pueda. Y eso, por cierto, implica dos cosas: una, que lo que se expone sea cierto. Y dos, que en esa exposición, honestamente, se tome la perspectiva de opinión que tenga el periodista y el medio para el que trabaja.

El derecho y el deber fundamental del periodismo es entregar información verdadera, y entregar también la perspectiva de opinión, no para manipular la realidad, sino para invitarnos a pensar en esa realidad.

Hasta la próxima, gente amiga. Cuídense. ¡Hay peligro!… Ocultamiento y engaño son mortalmente peligrosos. Recordemos que la palabra “Diablo” viene del griego “diábolos”, y significa, exactamente, “el mentiroso”.

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Ruperto Concha Analista internacional

Juan José Peralta Ibáñez
Fotógrafo documentalista, fotoperiodismo, naturaleza, video, música

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