Por Sebastián López
Son varias las veces en las que se dijo que el cine iba a morir pero, como siempre, el séptimo arte supo sobrevivir a todo.
Los Lumière, los padres del cinematógrafo y de lo que conocemos como cine, dijeron sobre su invento básicamente que no duraría mucho, y que se quedaría en un status de curiosidad circense.
Cuando llegó el sonido a las películas, comenzaron las voces a decirnos que el cine estaba destinado a morir, ya que el séptimo arte debía ser mudo, y si se incluía sonido era otro tipo de arte.
Incluso con la llegada del color se empezó a hablar de la muerte del cine, aunque se cree que esto era un rumor esparcido por los grandes jefes de compañías cinematográficas a los que les resultaba mucho más caro producir a color que en blanco y negro.
Después dijeron que el cine fenecería al llegar el televisor, que el empleo de cintas de reproducción casera como los VHS o los Betamax, y posteriormente el DVD, serían la tumba de las salas de cine. Que los videoclubs donde se arrendaban películas serían la lápida del invento de los Lumière. El más reciente augurio se teje alrededor de las plataformas de streaming que, como vemos, tampoco afectó al cine.
Sin embargo, estamos en un periodo en el que, junto al crecimiento exponencial de las plataformas de streaming, llegó la pandemia del Covid-19, que hizo necesaria la toma de ciertas medidas sanitarias que harían que asistir al cine fuese considerado un riesgo para la salud.
Como vemos, si alguna vez el cine ha estado a punto de morir, esta sería sin duda la época más cercana a ello.
¿La industria se nos muere?
Hemos visto anonadados las cifras que han perdido las industrias como Hollywood, Chinawood y Bollywood, al evitar estrenar películas debido a la cuarentena y otros optando por presentar sus producciones por medio de plataformas de streaming.
Ha sido realmente un duro golpe a aquellas grandes industrias, aunque lo más preocupante es que además afecta considerablemente a las industrias emergentes de países en vías de desarrollo.
Sorpresivamente, en el caso de Argentina, el presentar sus películas por medio de plataformas de streaming facilitadas por el Estado ha conseguido recaudar más ingresos que cuando las mismas se estrenaban en los cines.
Al parecer, las opciones de visionado online podrían ser una buena alternativa para el cine independiente y de autor.
Desde aquí sale otra pregunta y es que medios de comunicación hablan sobre como con la cuarentena y la facilidad e inmediatez que nos aportan las plataformas de streaming la gente va a mal acostumbrarse y que ya no pagarían una entrada para asistir al cine en caso de que se vuelva a la normalidad.
Pero, ¿el cine morirá?
En mi opinión, no. El cine seguirá siendo un panorama popular. Y no creo que la gente vaya a mal acostumbrarse y deje de asistir a espacios como salas de cine.
El streaming es cómodo, es inmediato y proporciona una gran cantidad de opciones entre qué ver, junto con proporcionar la libertad para pausar o adelantar partes de una película o serie. Cosa que en el cine no ocurre y, de cierta forma, la gente valora el ritual de ir al cine, que va desde el ambiente generado por las luces, los aromas, la propia gente, hasta el a veces molesto cuchicheo o mucho más molesto brillo de celular en medio de la oscuridad.
El ver cómo una sala llena de personas muy distintas logran sentir las mismas emociones que uno; las risas, el lagrimeo, el horror. Uno paga para ir al cine, pues esto es una experiencia. Hay mejor sonido e imagen que en cualquiera de las televisiones más modernas.
El escritor, crítico y docente David Vera-Meiggs, considera que el cine es lo más parecido al acto que nuestros ancestros tenían de refugiarse en una caverna, iluminada por una antorcha, para escuchar las historias del más sabio de la tribu.
Pero dejando de lado romanticismos. ¿El cine comenzará a ser territorio exclusivo de películas taquilleras hollywoodenses, útiles solo para apagar el cerebro y divertirse viendo efectos y explosiones? Creo que en parte sí, pero hay que considerar que antes ya lo era.
Este monopolio de salas de cine, que es más un terrorismo cultural en el que las opciones a ver siempre son películas hollywoodenses, ya era un fenómeno que veíamos hacía tiempo. Incluso antes de las plataformas de streaming. Esto, claro, hablando de los cines convencionales, pues las salas de cine arte (que igual se han visto afectadas en este tiempo, llegando algunas incluso a cerrar) seguirán con su labor de ofrecernos la alternativa ante la hegemonía cultural del cine norteamericano.
En definitiva, no morirá. El séptimo arte seguirá y continuará con fuerza, pues se adaptará.
No digo que el cine resistirá y se convertirá en una curiosidad o un pasatiempo solo para nostálgicos. No, creo que cuando por fin podamos volver a las salas con naturalidad, estas se llenarán tanto como antes.
El cine, en el aspecto del marketing, vende experiencias, y experiencias como el hecho de ir al cine hay pocas.
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Sebastián López Cineasta