Trump navideño y la amenaza de una Tercera Guerra Mundial

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Por Ruperto Concha

Muy mal están tratando al todavía presidente Donald Trump en Estados Unidos. Nadie parece estar tomando en cuenta de que, aún en el caso de que el Poder Judicial no acepte sus denuncias de fraude electoral en su contra, todavía es posible que, de acuerdo a la Constitución de ese país federal, los parlamentos estaduales donde los Republicanos tienen mayoría, eventualmente puedan resolver ordenar que los votos electorales de esos estados vaya en favor de Trump… Eso, aunque la mayoría de votos populares haya sido en favor de Biden.

Por cierto, nadie cree que el Partido Republicano tenga la osadía de desafiar tan crudamente la votación popular, a pesar de que hay precedentes históricos que muestran que invariablemente son los congresos de cada estado los que disponen para quién van los votos electorales.

En cambio, en el campo de los vencedores militantes Demócratas ya hay una jauría rencorosa que anuncia que, el 21 de enero, cuando ya Trump pierda su inmunidad de presidencial, le caerá encima un vendaval de querellas por fraude, corrupción y operaciones dolosas en sus negocios privados, sobre todo en Nueva York. Y, al parecer, contarían con pruebas suficientes como para meterlo preso por muchos años. Por demasiados años, si se toma en cuenta que Trump ya es un hombre viejo y su salud es precaria.

En otras palabras, como lo señala el comentarista político Ted Rall, en OpEdNews, están poniéndolo en la disyuntiva de, o bien pasarse el resto de su vida en un presidio, o bien declarar la ley marcial y quedarse apernado en el poder.

Trump hasta el último instante mantendrá en sus manos las riendas del Gobierno. Él no pretende cambiar nada. Quiere dejar las cosas tal como están. No necesita el apoyo de las Fuerzas Armadas. Pero sí cuenta con el apoyo de muchísimos sindicatos de policías, además de la policía estatal federalizada y de muchísimos milicianos paramilitares muy bien armados. Además, en los últimos días Trump se rodeó de colaboradores fieles y ya destituyó a otros que le parecieron demasiado quisquillosos con los asuntos legales.

En esas circunstancias, medio en serio y medio en broma, el comentarista Ted Rall aconseja a los Demócratas: dejen tranquilo a Trump, díganle que no se asuste. Que vuelva a sus negocios… Que nadie lo va a meter a la cárcel.

Oiga, ¿qué tan en broma se lanza una voz de alarma tan alarmante?

¿Insurrección en Estados Unidos?

En realidad están surgiendo a la luz pública elementos muy serios que se mantenían en secreto, y que muestran que las Fuerzas Armadas de Estados Unidos y todo el aparato de seguridad del Estado, teme que en su país esté incubándose un peligrosísimo sustrato social, en las grandes ciudades, que involucra a millones de personas y que puede volcarse en un caótico movimiento insurreccional de carácter terrorista.

Ya en 2016, la Fundación Acta de Libertad de Información dio a conocer que la Universidad de Operaciones Especiales del Pentágono estaba entrenando a sus uniformados estudiantes con un video instructivo que mostraba un futuro al parecer inevitable, en que la miseria, el desempleo, la corrupción y el deterioro de los servicios públicos llevaría a una situación social “distópica” incoherente, ante la cual el Estado tendría que actuar en forma defensiva.

El video se titula “El futuro urbano, la emergencia compleja”. Y allí se exhibe un campo de operaciones laberíntico y subterráneo, donde grupos humanos se gobernarán con sus propios códigos, similares a los códigos de conducta de los hampones y las cárceles.

Ese mismo año, 2016, la Academia de Guerra de los Estados Unidos emitió otro reporte titulado: “Contingencias militares en las megaciudades y sub-megaciudades”, en el que se señala que el deterioro de la economía está provocando el surgimiento de grupos de jóvenes sin trabajo, que se agrupan en pandillas y procuran obtener algún dinero en forma criminal.

Esos grupos pueden incorporarse a estrategias terroristas. O sea, el submundo de miseria en las grandes ciudades de Estados Unidos podría generar una fuerza criminal y posiblemente bien armada. Y con ello, los barrios de miseria podrían ser futuros y muy difíciles campos de batalla.

El reporte de la Academia de Guerra llega a señalar que esas áreas de submundo de las grandes ciudades pueden ser poderosas bases operacionales enemigas, ante las cuales poco se puede hacer más allá de desplazar a todos los habitantes y pasar una aplanadora sobre todo el lugar. ¿Hacia dónde se llevarían a los habitantes? ¿Hacia campos de concentración?

¿Qué implican esos informes de las principales academias de Guerra del Pentágono?

¿Un futuro de miseria en las megaciudades de Estados Unidos, en donde el pueblo mismo pasa a ser el enemigo?

La cruda realidad

Como veíamos en estas crónicas hace un par de semanas, no ocultan su inquietud los máximos líderes de las máximas empresas y las más prestigiosas personalidades del mundo occidental, que participan en el Foro Económico Mundial de Davos.

Ellos, sin entrar en detalles, aceptan la cruda realidad de que la gran crisis mundial de 2008 fue demasiado grave y no se pudo curar. Todas las respuestas de los economistas y los políticos neoliberales no pasaron de ser paliativos que finalmente han sumido a la economía mundial en una bancarrota generalizada donde finalmente  la pandemia del Covid-19 llegó a darle la extremaunción.

Ya en el seno de los países más ricos del llamado “Mundo Occidental” se está volviendo inocultable el número creciente de personas pobres y sin esperanzas de salir adelante.

Ante eso, los supermillonarios del Club de Davos creen que es preciso abocarse a desarrollar una economía, una cultura y una política que sean completamente nuevas y se basen en el conocimiento y el respeto de la naturaleza humana. Ellos llamaron “Un Restart”, como cuando hay que apagar y reencender el computador que ya no está andando bien.

Sin embargo, la mayoría de los políticos y operadores de los negocios mundiales creen que eso es una exageración y que de algún modo se podrá volver a la vieja prosperidad de antes.

Bueno, al parecer, ese “algún modo” puede implicar la famosa y vieja fórmula de  los mafiosos mexicanos cuando le dan a elegir a su víctima… ¿querís plata o querís plomo?… ¿Elije tú!

O sea: “Hagamos negocios como yo quiero, o, si no, te pego un balazo y te mato”.

Pues bien, en estos momentos, en todos los puntos álgidos de la estrategia militar sobre nuestro planeta, se está promulgando, como una ley de bandidos, un llamamiento a producir de algún modo una guerra mundial o casi mundial, como fórmula para arreglar los negocios.

Para ello, es necesario, primero, fabricar los enemigos; luego, fabricar el armamento; y en tercer lugar, fabricar los argumentos, las noticias y los pretextos para que el perraje vaya a la guerra creyendo que es su deber sagrado por la patria.

Para muchos analistas, en este final del gobierno de Donald Trump en Estados Unidos hay una aceleración febril de las maniobras orientadas a que el nuevo gobierno se encuentre desde el primer momento metido en una guerra sangrienta o, al menos, en una situación de guerra inevitable.

Incluso maniobras que parecieran pacifistas en realidad ocultan un secreto designio sanguinario, como, por ejemplo, el inesperado enamoramiento político del gobierno israelí con los emires o reyezuelos árabes.

De hecho, los informes de las agencias noticiosas internacionales coinciden en que esa apasionada amistad entre esos gobernantes solo está siendo tolerada a regañadientes por la base social árabe, que advierte que esa amistad improvisada implica sacrificar el destino del pueblo palestino.

Incluso en países árabes que desde antes mantienen relaciones diplomáticas y comerciales, incluyendo acuerdos tácticos con Israel, como es el caso de Egipto, el Líbano y el Reino de Jordania, los respectivos gobiernos se han negado a celebrar el acuerdo de paz de los emiratos, y de hecho han endurecido sus posiciones en favor de Palestina y en contra de Israel, llegando a expresiones abiertamente antijudías.

Eso, porque los respectivos gobiernos son conscientes del resentimiento de sus bases sociales en contra de Israel.

De hecho, en el Asia Occidental, Irán aparece como el único país que se ha alzado como baluarte contra el control de la dupla de Estados Unidos e Israel. Primero, Irán humilló a Estados Unidos con la toma y ocupación de la embajada de Washington en Teherán, donde un grupo de fanáticos islámicos saquearon el edificio y se apoderaron de documentación valiosísima para Washington, que no pudo hacer nada, hasta que el gobierno de Ronald Reagan negoció diplomáticamente un acuerdo.

Después, con enormes aportes de dinero y armamento sofisticado proporcionado por Estados Unidos y sus aliados de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), se provocó artificialmente la guerra entre el dictador de Irak, Saddam Hussein, e Irán, bajo el régimen del Ayatollah Khomeini.

Fue una guerra ruinosa, en la que Hussein trató de ocupar territorios iraníes sin obtener más resultado que un empate sangriento.

Después, las dos guerras del Golfo culminaron con la invasión a Irak por fuerzas de Estados Unidos y la OTAN, cuyo resultado fue, finalmente, una alianza entre Irán e Irak, desde la base social y religiosa de ambas naciones.

Irán fue también un poderoso respaldo para Siria y el Líbano, dos naciones trágicamente afectadas por sus guerras con Israel.

Se entiende así que, en la perspectiva de Israel, Irán pasó a constituir el eje mismo y el foco activo de la resistencia contra el dominio y las invasiones de Estados Unidos en alianza con Israel. Para Israel, Irán debe ser aniquilado como potencia militar, y debe ser reducido a acatar las condiciones que se le impongan desde Israel y Estados Unidos.

Durante el gobierno de Donald Trump, su yerno Khared Kushner, que tiene doble nacionalidad, israelí y estadounidense, fue el agente gestor de las acciones políticas y militares de Washington en el Medio Oriente, incluyendo el desarrollo de las acciones militares de Estados Unidos en Siria, la ocupación y saqueo de los yacimientos petrolíferos sirios, y de la aprobación tácita de los ataques de bombarderos israelíes contra instalaciones militares en Siria, supuestamente ocupadas por aliados iraníes del presidente Al-Assad, y, luego, ya este año, el 2 de enero, el asesinato del general iraní Qasem Suleimani, en momentos en que era recibido como invitado del gobierno de Irak.

Asimismo, Israel realizaba sucesivas incursiones de terrorismo y sabotaje dentro de Irán, que culminaron el 27 de noviembre con el asesinato de científico nuclear iraní Mohsen Fakhrizadeh, considerado el padre de la tecnología nuclear persa.

«Es el momento de entender que los acuerdos mundiales que sean buenos, que vayan a favor de lo que sanamente los seres humanos tenemos ganas de disfrutar, pueden reemplazar con largueza todo eso que creemos que solo se puede conseguir mediante dominio y sumisión de otros seres humanos»

Según informó el prestigioso periódico Business Insider, hay indicios claros de que tanto el asesinato perpetrado por Estados Unidos en Irak contra el general Suleimani, como el perpetrado por asesinos israelíes contra el científico Fakhrizadeh, en Irán, fueron acciones apuntadas a provocar el estallido de una guerra de Estados Unidos contra Irán.

Más aún, el diplomático estadounidense Mark Fitzpatrick, que es miembro del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos, señaló que hay evidencias muy fuertes de que el gobierno de Donald Trump conocía de antemano el plan israelí de asesinato del científico y le dio en secreto su aprobación.

De hecho, matar a Fakhrizadeh, no afectaba ni en lo más mínimo el desarrollo de la tecnología nuclear iraní, incluyendo la posibilidad de fabricar una bomba atómica.

El propósito del asesinato fue directamente crear una situación de extrema gravedad con peligro de guerra inmediata, para involucrar al nuevo gobierno que encabeza Joseph Biden, en una situación de guerra inevitable. Y eso, claro está, luego de los anuncios del presidente electo de que se proponía aceptar el Tratado de Paz con Irán y el término de las sanciones impuestas por Estados Unidos.

De hecho, hasta el asesinato del científico, el gobierno de Irán se había mostrado bien dispuesto a reanudar negociaciones diplomáticas para restablecer relaciones con Washington y la Unión Europea (UE).

Ahora bien, en estos momentos Irán tiene un tratado militar, industrial y comercial con China, y ya hay cientos de expertos militares y técnicos chinos en territorio iraní. Claro está que un ataque militar de Estados Unidos contra Irán necesariamente involucrará a China como un acto de guerra. Es decir, la maniobra derivaría hacia el estallido de la Tercera Guerra Mundial.

El senador demócrata Chris Murphy, de Connecticut, del Comité de Relaciones Exteriores del Senado, declaró por Twitter que el asesinato de ese hombre de ciencias iraní es un atentado contra la paz mundial y hace difícil restablecer el Tratado de Paz con Irán.

Pero, ¿es la posibilidad de una guerra con China algo que Estados Unidos realmente quiere evitar? El mismo análisis de Business Insider señala que si realmente el nuevo gobierno que encabeza John Biden desea restaurar el tratado de paz con  Irán, sería necesario que ahora mismo el expresidente Barack Obama emitiera una enérgica declaración condenando el asesinato del científico iraní, tal como lo hizo antes cuando condenó el asesinato del general Suleimani.

Como sea, quedan todavía 54 días para que Trump tenga que abandonar la Casa Blanca; e Israel, sin duda, hará uso de esos días para nuevas acciones de provocación apuntadas a una guerra.

Amenazas a China

En tanto, en el seno de la OTAN, se acordó una declaración que sería publicada recién el martes próximo, cuyo contenido es alarmantemente belicoso. De hecho, la alianza militar encabezada por Estados Unidos destacó que el objetivo principal de la OTAN sigue siendo la supuesta amenaza de Rusia, pero que junto a ello, los ejércitos aliados deben prepararse para enfrentar a China, cuyo poderío militar es cada vez mayor.

En palabras de un político europeo de muy alto nivel, que pidió que se mantuviera en secreto su nombre y su nacionalidad: “La OTAN ya tiene claro que China no es el bonachón comerciante que creíamos y que ahora es el poderío de mayor crecimiento en nuestro siglo”.

Y bueno, como ratificando esas palabras de un jerarca político europeo, dos noticias de China impactaron al mundo occidental este fin de semana. El sábado, el diario británico The Independent dio a conocer que un equipo de físicos chinos reportó haber concluido con éxito la construcción de una supercomputadora cuántica, capaz de realizar operaciones y cálculos casi 100 mil millones de veces más rápido que las otras supercomputadoras más avanzadas que existen en el resto del mundo.

El aparato de computación cuántica, llamado Jiuzhang, es capaz de detectar, analiza, y experimentar con partículas llamadas “bosones de Gauss” a tal velocidad y con tanta precisión que las otras supercomputadoras existentes en el mundo simplemente no lograrían ni siquiera comenzar.

Con ello, se prevé que el avance de China en la física cuántica se adelantará enormemente al de las demás naciones.

Igualmente, el jueves 3, en la ciudad de Chengdu, China central, entró en funcionamiento la primera estación generadora de energía a partir de la fusión nuclear de hidrógeno y otros isótopos, generando una temperatura de casi 150 mil grados Celsius, o sea, más que la temperatura en el interior del sol.

La planta de fusión nuclear, llamada HL2M Tokamak, ya produjo su primera emisión de plasma con una carga de energía limpia, sin residuos radiactivos, que parece estar probando el comienzo de un abastecimiento de electricidad enorme a un costo comparativamente muy bajo, que revolucionará la actividad industrial y doméstica en todo el mundo, sin provocar contaminación atmosférica.

A diferencia de la “fisión nuclear” aplicada hasta ahora, que se basa en la desintegración del átomo y deja un venenoso residuo radiactivo, la “fusión nuclear” se basa en la integración de átomos que se fusionan en un nuevo átomo más pesado, liberando energía sin dejar residuos.

Así pues, estamos al borde de un mundo nuevo. De una nueva civilización. Es el momento de entender que los acuerdos mundiales que sean buenos, que vayan a favor de lo que sanamente los seres humanos tenemos ganas de disfrutar, pueden reemplazar con largueza todo eso que creemos que solo se puede conseguir mediante dominio y sumisión de otros seres humanos.

Bueno, recordemos una vez más que fue el filósofo chino Confucio, que, 500 años antes de Cristo, pronunció la frase clave del cristianismo, esa que dice: “No le hagas a los demás lo que no quieres que te hagan a ti. Y no le impongas a los demás lo que a ti te parece inaceptable”.

Supuestamente la China de hoy está tratando de hacer las paces con Confucio. Quizás lo consigan. Quizás nosotros entenderemos que fabricar enemigos no es un buen negocio.

Hasta la próxima, gente amiga. Cuídense, hay peligro.

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Ruperto Concha Analista internacional

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