Por Yoselina Guevara López
El Segundo Comité de la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó el miércoles 18 de noviembre una resolución que define al régimen sionista de Israel como “potencia ocupante” y considera inválido cualquier cambio de fronteras en los territorios ocupados después de 1967. Esta importante declaración ha pasado desapercibida por las grandes cadenas de noticias en su afán por invisibilizar las resoluciones de la ONU, que incomodan a Estados Unidos e Israel.
El documento de cinco páginas fue aprobado con 153 votos a favor, seis en contra (Canadá, Estados Unidos, Islas Marshall, Israel, Micronesia, Nauru) y 16 abstenciones (Australia, Brasil, Camerún, Chad, Costa de Marfil, Guatemala, Haití, Honduras, Kiribati, Madagascar, Papua Nueva Guinea, República Centroafricana, Samoa, Togo, Tonga y Tuvalu), una votación que nos proporciona una idea de los gobiernos cuya balanza se inclina a favor de Israel. Pero además la resolución es de una gran importancia porque reafirma la soberanía permanente del pueblo palestino sobre sus territorios, ocupados de manera ilegal por Israel, incluida Jerusalén Oriental, y el derecho de la población árabe en el Golán sirio sobre su recursos naturales.
Israel: potencia ocupante
Los miembros de la Asamblea General de las Naciones Unidas en el documento citado expresan “su preocupación por la explotación por Israel, la potencia ocupante, de los recursos naturales del territorio palestino ocupado, incluida Jerusalén Oriental, y otros territorios árabes ocupados por Israel desde 1967”. Junto a la “extensa destrucción por parte de Israel, la potencia ocupante, de las tierras agrícolas y los huertos en los territorios ocupados de Palestina”. Por otra parte, indican su interés por “la grave situación medioambiental y económica la destrucción generalizada causada por Israel, la potencia ocupante, a la infraestructura vital, incluidos los conductos de agua, las aguas residuales y redes eléctricas, en el territorio palestino ocupado, en particular en la Franja de Gaza”.
También advierten de las consecuencias por la continua construcción de asentamientos israelíes que atentan contra los derechos civiles, políticos, económicos, sociales y culturales del pueblo palestino en todos los territorios ocupados, incluida Jerusalén Oriental. El documento finaliza con un amplio exhorto al Estado de Israel a «cumplir estrictamente con su obligaciones en virtud del derecho internacional, incluido el Derecho Internacional humanitario, y a cesar de inmediato y completamente todas las políticas y medidas destinadas a la alteración del carácter y el estatuto del territorio palestino ocupado, incluido el Jerusalén oriental”.
Legalidad de Palestina e ilegalidad de Israel
Contrariamente a las resoluciones de la ONU, el régimen sionista, con el apoyo de Estados Unidos, continúa sus acciones ilegales y ocupando los territorios palestinos y construyendo asentamientos judíos. Esta actividad se ha intensificado durante la administración Trump, ya que ha reconocido que los asentamientos están justificados o son legítimos (en tierras pertenecientes a los palestinos). Con esta última resolución de la Asamblea General de la ONU se confirma:
1) La total ilegitimidad de los asentamientos israelíes en tierra palestina, independientemente de la “legitimidad” proporcionada por Washington, ya que el Derecho Internacional no lo imponen estos.
2) Que la resistencia palestina (contra las fuerzas de ocupación) debe considerarse completamente legítima ya que, como establece la Carta de las Naciones Unidas, contra la ocupación ilegítima de un territorio sigue estando el derecho de la población a resistir con las armas a una ocupación tan injusta que perjudica los derechos del pueblo. De esto se desprende que es absurda cualquier paridad entre el terrorismo y la resistencia palestina que sea, de hecho, comparable a otras formas de resistencia que han tenido y tienen lugar en cualquier otro contexto.
Plan del “Gran Israel”
Detrás de todas las acciones existe un plan, y en este caso todo nos indica que para el sionismo es la conformación del «Gran Israel» por parte del gobierno de Netanyahu. Un proyecto edulcorado con pasajes de La Biblia, cuyo mapa geográfico estaría sustentado en el libro de Génesis 15:18-21. Según uno de los padres fundadores del sionismo, Theodore Herzl, el área del Estado judío se extiende: «Desde el arroyo de Egipto hasta el Éufrates». Según el rabino Fischmann: «La tierra prometida se extiende desde el río Egipto hasta el Éufrates, incluyendo partes de Siria y el Líbano».
Visto en el contexto actual, incluido el asedio de Gaza, el plan sionista para el Medio Oriente tiene una relación íntima con la invasión de Irak (2003); la guerra del Líbano (2006); la intervención militar de Libia (2011); y las guerras en curso en Siria (2011) y Yemen (2015). Esto puede justificar la actuación en dupla de los Estados Unidos e Israel. En apoyo a este plan, la Casa Blanca ha expresado su reconocimiento de la soberanía israelí sobre los Altos del Golán, con lo cual pretenden anexionar toda Cisjordania al Estado de Israel.
Evidentemente el plan del “Gran Israel” niega a los palestinos y palestinas todos sus derechos territoriales y deroga el derecho al retorno de los palestinos, naturalizándolos como ciudadanos del Líbano, Jordania, Siria, Irak y otros lugares de la región donde residen. Pero tal apoyo del gobierno norteamericano a este proyecto no significa que el plan es estrictamente sionista para el Medio Oriente, es además de ello una parte integral de la política exterior de Estados Unidos y hasta ahora de la administración Trump, cuyo objetivo estratégico es extender la hegemonía de su país y fracturar y balcanizar el Medio Oriente. Existe una alta probabilidad que esta política exterior tenga una continuidad con el nuevo presidente Joe Biden, dados sus vínculos con la administración Obama.
El proyecto «Gran Israel» consistiría en debilitar y eventualmente fracturar los Estados árabes vecinos, como parte de una estrategia expansionista de Estados Unidos e Israel, con el apoyo de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN)y Arabia Saudita. En este sentido, el acercamiento saudí-israelí es, desde el punto de vista de Netanyahu, un medio para ampliar las esferas de influencia de Israel en el Oriente Medio y para enfrentar a Irán. No hace falta decir que hoy en día, el proyecto del «Gran Israel» es consistente con el diseño imperial norteamericano.
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Yoselina Guevara López Corresponsal en Italia