¿Será que estamos haciendo el negocio de Judas?

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Por Ruperto Concha

El viernes 25 de septiembre, el diario británico The Guardian reveló la existencia de una genial maquinita asesina desarrollada por Estados Unidos, que fue estrenada sobre seres humanos en Siria. Es un dron, un robot que funciona sin explosivos. Tiene unos agudos ojitos electrónicos para detectar dónde hay seres humanos vivos que le parezcan sospechosos, y se les echa encima desplegando un remolino de hojas afiladísimas que en un santiamén dejan a sus víctimas reducidas a pedacitos chicos. Y, como los estadounidenses tienen mucho sentido publicitario, bautizaron su flamante maquinita como la Katana voladora o R9X. Lo más genial es que esa maquinita casi no mete ruido. A lo más lo que se escucha son los gritos de las víctimas que han sido condenadas a muerte por el atroz delito de “parecer sospechosos”.

En el curso de los últimos dos años, Estados Unidos ha mostrado extraordinario ingenio para desarrollar su industria militar, derivando generosamente cientos de miles de millones de dólares a las industrias dedicadas al rubro de matar y destruir. Ya el año pasado la Cámara de Representantes, donde tiene mayoría el opositor Partido Demócrata, le aprobó a Donald Trump un presupuesto militar de 740 mil 500 millones de dólares, equivalente al 3.2% del Producto Interno Bruto (PIB) de Estados Unidos.

China, Rusia y los países de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), por su parte, también han hecho inversiones enormes en tecnología y fabricación de armamento. De hecho, la brutal contracción económica mundial no le ha restado ni un céntimo a las privilegiadas sociedades anónimas del rubro masacre de seres humanos.

Y, en la cumbre mundial de las Naciones Unidas, realizada la semana pasada mediante contacto digital, parece haberse producido, al fin, un primer atisbo de que la clase política comenzó a darse cuenta de que estamos al borde mismo de la muerte de la especie humana.

El viernes, el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, dirigiéndose a los representantes de los 193 Estados miembros de las Naciones Unidas, declaró en tono dramático que el mundo entero está en crisis y que las cosas están a punto de ponerse todavía peores.

Concretamente señaló: «No se trata solo de lo ocurrido en los últimos meses por el coronavirus. Se trata de lo que hemos hecho en las últimas décadas. ¡Nosotros hemos creado esta crisis!»

En su dramático discurso, Trudeau dijo que la pandemia del Covid-19 es un llamado de alarma, es un síntoma de una perniciosa mentalidad nacionalista que ha debilitado o incluso ha anulado las posibilidades de colaboración internacional eficaz e inteligente, basada en el Derecho y no en la fuerza, como se había logrado, mediante las Naciones Unidas, en las décadas que siguieron al fin de la Segunda Guerra Mundial.

Dijo Trudeau que el planeta en que vivimos ya está exigiéndonos una rendición de cuentas, y que la desastrosa incapacidad de los gobiernos de llegar a una acción internacional basada en el Derecho y no en la fuerza, nos tiene paralizados e impotentes.

Finalmente señaló: «Tenemos que darnos cuenta de cómo y dónde estamos. El sistema político está quebrantado y el mundo entero está en crisis. Y las cosas van a ponerse mucho peor si seguimos incapaces de cambiar».

Torpeza imperial

En tanto, la revista noticiosa Counterpunch publicó el mismo viernes un impactante análisis de la antropóloga y periodista estadounidense Eva Ottenberg, bajo el título de “Provocación en Alta Mar: Las aventureras acciones navales de Estados Unidos al borde de las aguas territoriales de Rusia, de China y de Irán”.

En su análisis, Ottenberg señala que finalmente la llamada “guerra contra el terrorismo” está llegando a su fin. Y, sin embargo, Estados Unidos está empeñado en mantener bases militares en Irak y Afganistán, sin prestar atención al hecho de que, tras la partida de las tropas de ocupación, los que se queden en esas bases estarán en peligro de muerte.

Simultáneamente, los intereses de los burócratas del Pentágono y de las empresas de armas y tecnología militar, ya se están asegurando de que el clima de guerra inminente se mantenga, ahora enfrentando a Rusia y China, incluyendo, por cierto, a las naciones aliadas como Irán, Siria, Bielorrusia, Venezuela y Nicaragua, que podrían súbitamente detonar en forma explosiva, casi por casualidad, en una tercera guerra mundial.

Para cualquier analista lúcido y bien informado, desde el principio resultaba claro que la estrategia de amedrentamiento y agresión iniciada por George W. Bush, que llevó a la destrucción e invasión de Afganistán e Irak, y luego durante el gobierno de Barack Obama, a la destrucción de Libia y la crisis de Ucrania, necesariamente tendría por efecto hacer que esos países amenazados y agredidos tuvieran que buscar alianza y protección en Rusia y China.

De hecho, en el caso de Irán, la brutal política de estrangulamiento económico por sanciones de Estados Unidos, llevó de inmediato a un formidable acuerdo y alianza de Irán y China, con una inversión de más de 400 mil millones de dólares en inversiones industriales, bancarias, de transportes y de armamento.

En tanto, Estados Unidos realiza cada vez mayores intromisiones en el Pacífico junto al Mar de la China, y en el Mar Negro, junto a la península rusa de Crimea.

La analista pregunta entonces, ¿qué haría Estados Unidos, si China comenzara a realizar patrullajes en el Golfo de México?

El efecto de esa política torpemente imperialista de Estados Unidos ha sido, por lo pronto, que tanto China y Rusia como sus aliados en estos momentos están armados hasta los dientes.

Con cierta ingenuidad, algunos analistas del Tercer Mundo siguen creyendo que el volumen de la inversión en dólares que hace Estados Unidos en sus Fuerzas Armadas y la industria de las armas, que más que duplica las inversiones de China y Rusia, tendría que mostrar que el poderío militar estadounidense sería también el doble. Pero los hechos muestran algo muy distinto. De hecho, ya Rusia y China han desarrollado su propia tecnología en todo sentido, desde súpercomputadores cuánticos hasta un armamento dotado de misiles hipersónicos con los que lleva una considerable delantera que está obligando a Estados Unidos a intentar mediante sanciones económico-militares frenar la evidente delantera que aquellos han alcanzado.

«Estados Unidos ha mostrado extraordinario ingenio para desarrollar su industria militar, derivando generosamente cientos de miles de millones de dólares a las industrias dedicadas al rubro de matar y destruir»

De hecho, la tan vilipendiada vacuna contra el Covid-19 desarrollada en Rusia ya ha sido adquirida por una veintena de países, incluyendo Chile, totalizando hasta ahora muchos millones de unidades.

En estas circunstancias, resulta ostensiblemente claro que el antagonismo militarizado de Estados Unidos no ha sido bueno para nadie. Ni siquiera para el mismo Estados Unidos, donde los propios operadores de las bolsas de valores y de la banca, hasta anteayer, sábado, advertían que la recesión económica de Estados Unidos puede ser incluso peor de lo que se había previsto.

Por lo pronto, el viernes se dio a conocer que el número de nuevos cesantes en Estados Unidos este mes, había aumentado en 875 mil.

Y la incidencia del consumo interno, el poder de compra de la gente, equivale al 70% de la economía total de Estados Unidos. O sea, cuando se acabe la plata distribuida como auxilio a los cesantes, puede producirse un hundimiento fatal de toda la economía del país.

Naciones Unidas

Esta última Asamblea General de las Naciones Unidas, por teleconferencia, en realidad ha mostrado niveles de inquietud y de cambios políticos mucho mayores que en las cumbres anteriores.

Esta vez, desafiando las presiones de Washington, las Naciones Unidas reconocieron al presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, como representante legítimo de su país, sin hacer caso de las presiones de Washington para que se diera lugar al diputado Juan Guaidó como autoproclamado jefe de Gobierno.

Guaidó solo consiguió que se transmitiera un breve discurso fuera de la sesión, mientras que Maduro se extendió reafirmando la legitimidad de su mandato, la invitación a observadores de las Naciones Unidas en las próximas elecciones, y la denuncia de lo que él llamó “una agresión inhumana contra el bienestar de la nación venezolana, a través de saqueos, sanciones y esquemas de violencia subversiva en las fronteras de Colombia y Brasil”.

Asimismo, se estableció con claridad que el demoledor informe emitido por la llamada “Misión Independiente de las Naciones Unidas”, no es coherente con los informes emitidos por la propia Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas (CDH).

Más aún, se estableció taxativamente que el informe de la supuesta “Comisión” o “Misión Independiente” contradice los antecedentes emitidos por la CDH, y ha llegado incluso a calificar como “víctima” al oficial desertor Óscar Pérez, quien, en junio de 2017, se robó un helicóptero militar y con él disparó ráfagas de ametralladora y varias granadas contra las instalaciones del Poder Judicial en Caracas.

También en esta sesión de las Naciones Unidas quedó en claro que las naciones árabes de Irak y Jordania se oponen terminantemente a la permanencia de tropas de la OTAN en sus territorios, y más aún a que Estados Unidos intente desde sus países acciones bélicas en contra de Irán.

En la propia Unión Europea (UE) quedó también en claro que ya no hay una dirección centralizada capaz de imponer sus decisiones sobre todos los países de Europa. Incluso el jefe de Gobierno de Hungría, Víctor Orban, siendo él un político de derecha, declaró que a juicio de su Gobierno ya es necesario poner término a las sanciones contra Rusia.

Y, en América Latina, los escándalos sangrientos de México, Colombia y Bolivia, provocan estupor por el silencio de Europa, que parece casi cómplice de la violencia y el estropajeo de los procedimientos judiciales latinoamericanos. Solo la semana pasada, hubo 11 muertos en las protestas en Bogotá, Colombia, por el bestial asesinato del abogado Javier Ordoñez, mientras era torturado por la Policía.

Según la alcaldesa de Bogotá, Claudia López, hasta ahora hay 326 personas heridas a bala por los enfrentamientos con la Policía. Y de los muertos y heridos, la mayor parte son jóvenes.

En estos momentos hay abundante documentación en castellano sobre los dramáticos hechos que se están produciendo en México, El Salvador, Colombia y Bolivia. Una valiosa fuente informativa es la revista venezolana Red Angostura, cuya dirección en la red es “redangostura.org.ve”.

En tanto, en Estados Unidos, ya hasta la misma prensa proDemócrata está aceptando que el resultado de las elecciones de noviembre próximo realmente sigue siendo impredecible. Ya no se da por seguro que Donald Trump vaya a ser derrotado o que los Demócratas logren alcanzar la mayoría en las dos cámaras del Congreso.

Y junto con ello, la prensa y las redes sociales están exhibiendo miedo por los efectos de esas elecciones en al futuro democrático del país considerado el principal foco generador de la democracia en el mundo occidental contemporáneo.

Si se rompiera la democracia estadounidense, ¿se rompería también la democracia de los países “clientes” de América Latina?

¿Podría Chile derivar a una dictadura en defensa de la democracia?

Hasta la próxima, gente amiga. Cuídense, hay peligro. Y si nos llega lo peor… ¡tendremos que culparnos a nosotros mismos por haber sido incapaces de darnos cuenta de qué es lo que realmente necesitamos y qué es lo que queremos dejar para los que hoy son niños.

Recordemos que Judas Iscariote creyó que estaba haciendo un buen negocio… por una buena suma de dinero, 30 monedas de plata por traicionar a Jesús.

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Ruperto Concha Analista internacional

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