Por Correo del Alba
Para todo candidato o candidata, las encuestas son relevantes. Es una métrica que les permite ver cómo va su desempeño a ojos de la opinión pública y de sus votantes. No siempre son certeras, a veces fallan estrepitosamente, pero otras aciertan con una exactitud increíble.
Para Donald Trump, al menos en este último año, las cifras importan mucho. Es un personaje que, por medio de redes sociales y en discursos, se vanagloria de sus resultados. Ya sea el índice de inversión, del Producto Interno Bruto (PIB), de empleo, todos cobran relevancia para el presidente de Estados Unidos y no es algo raro considerando que es un año electoral y se juega su reelección.
Pese a lo anterior, en los últimos meses cada sondeo lo presenta en desventaja con su rival, el demócrata Joe Biden; en la última encuesta, este supera a Trump en ocho puntos. El mandatario, en una entrevista a Fox News, afirmó que “no iba perdiendo” y reforzó su punto de vista con un argumento que no deja de ser del todo cierto: “eran falsas en 2016 y ahora son incluso más falsas”. Efectivamente, en 2016 las encuestas lo posicionaban en un segundo lugar frente a Hillary Clinton, aunque el margen era menor.
Pero este es un año complicado, marcado por un desempleo alto y el más que cuestionable control federal sobre la pandemia del Covid-19; a lo que se suman las protestas sociales a raíz del asesinato de George Floyd y la dura represión que se vivió en las calles de distintas ciudades del país. Pareciera que todo se pone cuesta arriba para Trump.
Es en este escenario que el día jueves 30 de julio, Trump tuiteó, como es de costumbre con todos sus anuncios, que las elecciones de este año deberían posponerse ya que el voto por correo, debido a la pandemia y al posible peligro de exponer a la población en los centro electorales, podría prestarse para fraudes o la intromisión de otros Estados en la votación.
La medida no tardó en generar polémica, comprensiblemente, en redes sociales. Rápidamente se comenzó a cubrir la noticia, los medios buscaban lideres de opinión, senadores, entre otros, para poder ver si lo que dijo tendría un impacto real en la fecha de la elección.
Lo cierto es que no, no puede. Según el Artículo II de la Constitución de los Estados Unidos, es el Congreso el órgano facultado para elegir la fecha de los comicios. Por ley federal de 1845, todos los comicios se realizan el primer martes después del primer lunes de cada noviembre. Por ende, para cambiar la fecha sería necesario derogar dicha ley.
Esto ya pone una enorme dificultad, por no decir una imposibilidad, de efectuar un cambio. Si bien el Senado se encuentra controlado por el Partido Republicano, la cámara de representantes está controlada por el Partido Demócrata. Es decir, para hacer el cambio se debería contar con la aprobación de ambas cámaras por una enorme mayoría. Posterior a eso, pasa por la firma del Presidente, lo cual no sería un problema, pero sí lo sería el tercer paso: el poder judicial puede impugnar la ley.
Pero incluso suponiendo que existiera un acuerdo transversal entre demócratas y republicanos y el poder judicial estuviese abierto a cambios, la institucionalidad volvería a jugar en contra. Según estipula la Constitución, el nuevo Congreso debe juramentar el 3 de enero y el Presidente el 20 de enero. Al estar escrito en la Constitución, son fecha inamovibles.
Muchos estados cambiaron la fecha de sus elecciones por motivo de la pandemia con el fin de prevenir mayores contagios, pero radica la diferencia en que cada uno de ellos tiene la autonomía suficiente como para fijar sus propios calendarios electorales. La elección presidencial y legislativa es de carácter federal, por ende, no aplican las mismas lógicas; aunque es cierto que cada estado puede implementar sus propias normativas logísticas para el escrutinio, es por eso que existe el voto por correo.
Ayer mismo el propio Trump quiso aclarar sus dichos como si fuesen una mera opinión por la preocupación que le causa, como mandatario y votante, que existe un posible fraude.
Se ha planteado ya sobre la deriva autoritaria que podría adquirir, o que ya va adquiriendo, el gobierno de Trump; quizás esta podría ser una muestra de, al menos, tener la intención de pasar por sobre las instituciones del país. Lo cierto es que los comicios irán con normalidad y la ciudadanía votará por correo, al igual que lo hizo Trump en las últimas elecciones.