Por Jorge Guerrero Veloz
«Yes, Sir» ha sido la expresión o la frase preferida en los últimos años. Utilizada, por los gobiernos y sus dirigentes políticos, de la región y el mundo, aquellos que están subordinados a los mandatos del gobierno imperial de Estados Unidos. Y si no manejan el idioma inglés, mucho mejor, porque al pronunciar esta frase ante su interlocutor, sienten un inmenso placer al contestarle, ya que dan la apariencia de que hablan a la perfección esa lengua. Sin importarles la actitud de sumisión y obediencia que implica repetir esa palabra, pues irremediablemente los convierte en esclavos, reconociendo que tienen amo o dueño.
Esta modalidad de lacayos del imperialismo y el neocolonialismo, ha tomado mayor proyección con la llegada a la casa bien blanca del nuevo emperador supremacista y racista que la historia de este siglo ha conocido. Estábamos conscientes, desde hace mucho tiempo, que este tipo de prácticas existía como método de dominación y sometimiento a gobiernos, líderes políticos y a otras personalidades en el mundo. Claro, con detrimento de los sagrados intereses de sus propios pueblos, donde la traición, el entreguismo y sumisión se convirtió en un acto natural de parte de estos cobardes sujetos. Hasta en los organismos e instituciones del multilateralismo, donde se deben respetar los derechos, las soberanías de los pueblos, su autodeterminación e independencia no escapan de los mandatos imperiales.
Algunos de los miembros de dichas organizaciones regionales o mundiales, al unisonó responden: “Yes, Sir”. Uno de los casos más patéticos de subordinación, sumisión y obediencia lo vemos en la Organización de Estados Americanos (OEA) y su secretario, quien quiso ser “general”, como le dijo Ali Rodríguez Araque al innombrable Almagro. A ese arrastrado, lamebotas del imperialismo yankee, apenas le hacen una llamada desde ese centro de poder imperial, automáticamente responde “Yes, Sir”, sin preguntar para qué son las instrucciones a cumplir. Ese “Yes, Sir” permitió que en el seno de esa organización aceptaran un embajador de ficción como representante de un presidente y gobierno imaginario. De la misma forma, el “Yes, Sir” auspició democráticamente un golpe de Estado en Bolivia, contra el compañero Evo Morales, desconociéndole su triunfo en las elecciones. Al personaje de marras se le suma el mal llamado Grupo de Lima. Allí el coro funciona a la perfección. Sin desafinar –cuando de cumplir las órdenes del Departamento de Estado de los gringos se trata–, como una coral en su mejor interpretación musical, repiten a gusto y placer “Yes, Sir”, “Yes, Sir”, “Yes, Sir”; es más, terminan la estrofa del servilismo y repiten el mismo coro, como un disco rayado.
En esa competencia, por quien tiene la voz más afinada para repetir la frase indiscutible, que le suaviza el oído y no aturde al emperador de las supremacías racistas blancas, está el Duque de Uribe, quien al modo del gran tenor de la ópera de Milán canta esta, su canción preferida, “Yes, Sir». El mismo que con un gesto de servilismo rastrero le dijo a Pence que a Colombia la habían liberado los padres fundadores de Norteamérica. Y para ser consecuente con el “Yes, Sir”, aceptó la llegada de un contingente de marines gringos, para que pisotearan la soberanía de ese país hermano. Sin contar con la facilitación y autorización de ese territorio para los entrenamientos de mercenarios y terroristas, para que invadieran a Venezuela. Todo esto, bajo esta frase que no acepta discusión “Yes, Sir”.
En esa misma melodía anda Bolsonaro y su lusotropicalismo democrático. El hombre no aguanta dos pedidas, ni siquiera hay que consultarle, eso es directo, no lo han llamado y ya ha respondido “Yes, Sir”. Sin sonrojos, tiene dos maneras de repetirlas: con tapabocas y sin tapabocas –da igual– “Yes, Sir”.
Todos estos sinvergüenzas, traidores a sus pueblos y arrastrados al imperialismo yankee, le consultan, le preguntan a sus ayudantes y a sus colaboradores, en cuanto responden las órdenes imperiales:
–¿Lo dije bien? Y estos aduladores le contestan: –“Yes, Sir”. Sí, como un verdadero “gentleman”, jefe.
Uno de los casos más bochornosos lo vimos en vivo y en directo. Dos generales, uno de Brasil y el otro de Colombia, en una acto de sumisión y subordinación a las órdenes del jefe del Comando Sur, quien les daba instrucciones frente al emperador Trump, diciendo escandalosamente, mientras señalaba a los militares:
–Ellos trabajan para mí. ¡Levántense! A lo que estos dos generales, como resortes, se pararon firmes y –acto seguido– respondieron “Yes, Sir”, dirigiéndose al supremacista y racista number one.
Estos personajes políticos, cuando se enteran que tienen una visita a la casa bien blanca, o para los efectos, reciben a los agentes del imperialismo en sus pueblos, no duermen y mucho menos descansan, repitiendo como loros y practicando –como si fuera una tarea de escuela– la frase de éxito, como parranda de lacayos, “Yes, Sir”. Lamentable, como perdieron la dignidad y la vergüenza, si es que la tenían o supieron alguna vez qué significan esas palabras. En complicidad con gobiernos lacayos, el imperialismo, subrogando el derecho de los pueblos, impone un presidente que nadie eligió y ellos aprueban con su “Yes, Sir”.
En nombre del “Yes, Sir” imponen sanciones criminales y terroristas a estos pueblos y gobiernos soberanos, ejecutan bloqueos genocidas, impidiendo el desarrollo económico, la compra de medicamentos y alimentos, quebrantando los derechos sociales a nuestros pueblos. Enarbolando el “Yes, Sir” se apropian y roban, activos y fondos, de pueblos y gobiernos soberanos. Apellidándose en el “Yes, Sir”, y con la complicidad de gobiernos e instituciones financieras, de tradición histórica imperial, roban el oro, retienen fondos, cierran y bloquean cuentas bancarias de los pueblos dignos, soberanos e independientes.
En la real e imperialista esclavitud del “Yes, Sir”, violan las leyes del derecho público internacional, sin respetar la Convención de Viena, que ampara las misiones diplomáticas en el mundo en los países receptores, el resguardo de las sedes diplomáticas. En nombre del “Yes, Sir” atropellan y asaltan las sedes diplomáticas de los pueblos y gobiernos soberanos, libres e independientes. Actos que se configuran como crímenes de lesa humanidad. Lejos, pero muy lejos, quedaron las posiciones dignas y soberanas de líderes y lideresas que jamás se arrodillaron ni se pusieron al servicio del imperialismo yankee.
En nombre, del “Yes, Sir”, un capítulo aparte se merecen los periodistas, militares en condición de retiro y activos y las famosas ONG, que no tienen escrúpulos alguno y asquerosamente usan sus medios y posiciones relevantes socavar las soberanías y dignidad de los pueblos.
Recordemos a Toussaint Louverture, cuando dijo: ”No es una ventaja haber nacido blanco, como tampoco es una desgracia haber nacido negro”. Esto, cuando el imperialismo francés quiso volver a someter al pueblo haitiano a la esclavitud. En esa línea, el mambí Antonio Maceo, dijo: “No nos entendemos”, al general enviado por el imperio español en Baraguá, Cuba. El gran Evo Morales, quien también hizo su aporte cuando les dijo: “Ahora en Bolivia no gobiernan los gringos, gobiernan los indios”. En ese mismo orden, el comandante Ernesto Guevara, mejor conocido con el “Che», señaló: “Al imperialismo ni un tantito así”. Por supuesto, y sin olvidar al comandante Chávez, quien les dijo fuerte y claro: “Váyanse al carajo, yankees de mierda”. Como también el inolvidable “Gringo go home”, expresión que popularizó el cantautor revolucionario venezolano Alí Primera.
Aunque sabemos que a lo interno de esos pueblos dignos y soberanos tenemos líderes y lideresas, organizaciones políticas y movimientos sociales, revolucionarios y patrióticos, manteniendo posiciones frontales y radicales, quienes no tienen dudas en decirles: “Y no, y no, y no nos da la gana, ser una colonia norteamericana”.
Advertimos entonces, a los lacayos y arrastrados, que aceptan desvergonzadamente el «Yes, Sir”, que afinando nuestra voz en la dignidad y la soberanía de nuestros pueblos, les seguiremos respondiendo, en su idioma, para que les quede clarito: “Gringo go home”.
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Jorge Guerrero Veloz Investigador militante del Movimiento Afrovenezolano y diplomático