La pandemia, una oportunidad

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Por Mariadela Villanueva

Desde el surgimiento de las primeras formas de organización basadas en el dominio del más fuerte y en el derecho  “natural” de los hombres a apropiarse de la tierra y los recursos de las mujeres y los vencidos, las sociedades humanas  no han cambiado mucho. El patriarcado incipiente en ese entonces continuó manifestándose a lo largo de la historia a través de distintos modos de organización económica, política, tecnológica y social, validados por “paquetes culturales” justificadores de la supuesta superioridad de grupos masculinas explotadores de la naturaleza, de los trabajadores y de las mujeres solo por serlo.

Posición privilegiada sostenida a través de una astuta combinación de las omnipresentes confrontaciones disuasivas y bélicas, con “armas” más sutiles y efectivas, concebidas para controlar emocional, intelectual y espiritualmente a las mayorías exprimidas y oprimidas. Armas hábilmente administradas en estructuras jerárquicas creadas por capos seculares y religiosos con el fin de regular la vida familiar, las propiedades, las  aspiraciones, los deseos, el pensar y el actuar del común.

Y así, dando continuidad a conveniencia a las tradiciones y el  acontecer humano durante los siglos precedentes, entraron en escena las élites responsables de idear y difundir el dudoso bagaje de antivalores y mitos –mercado regulador, libertad individual, democracia, igualdad ante la ley, cientificismo, etc.–, soporte  cultural del sistema capitalista y la civilización occidental.

«Desde el surgimiento de las primeras formas de organización basadas en el dominio del más fuerte y en el derecho  ‘natural’ de los hombres a apropiarse de la tierra y los recursos de las mujeres y los vencidos, las sociedades humanas  no han cambiado mucho»

Sin embargo, pese a los muchos medios a su disposición, a los amos del gran capital les resultado cada vez más difícil encubrir la podredumbre del sistema. Sus crisis, las guerras provocadas para defender el statu quo, las relaciones desiguales inter e intra naciones, la concentración de la riqueza y la creciente pobreza de la gran mayoría de la población.

Entorno incierto del  proceso bolivariano que, además de los ataques del imperio decadente, enfrenta hoy una pandemia de alcances y consecuencias desconocidos. Azote mundial que nos ha obligado a refugiarnos en nuestros hogares. Circunstancia que debemos aprovechar para reflexionar, liberarnos y sobre todo liberar a infantes y jóvenes de falacias y fantasías “naturalizadas” por el enemigo. Lo cual, obviamente, nos está costando bastante a mayorcitos y mayores. 

Con todo y nuestras limitaciones. Padres, maestros y comunicadores tenemos una oportunidad de oro para darle un vuelco a  la educación. Para deslastrarla de contenidos que se pueden encontrar en otros medios y convertirla en un sistema ágil y entretenido orientado a ayudar a los menores a pensar y a disfrutar del conocimiento. A plantearse inquietudes e  interrogantes que les permitan ir entendiendo progresivamente el contexto del proceso independentista cuya dirección tendrán que asumir más adelante. 

No podemos desperdiciarla.

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Mariadela Villanueva Socióloga

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